Un rayo de sol se colaba por la ventana, dándome de lleno en la cara y obligándome a abrir los ojos lentamente. Me tomó un segundo recordar dónde estaba, pero cuando lo hice, sonreí al notar que seguía envuelta en las sábanas, abrazada a Eros.
Intenté moverme con cuidado para no despertarlo, pero cuando me deslicé para salir de la cama, Eros, aún medio dormido, me apretó más contra su pecho.
—¿A dónde crees que vas? —murmuró en voz baja, sin abrir los ojos.
Sonreí y me rendí ante su abrazo.
—Buenos días, dormilón —dije suavemente, apoyando mi cabeza en su pecho.
Eros entreabrió los ojos y me miró con una sonrisa perezosa.
—Buenos días —respondió, inclinándose hacia mí para besarme en el cuello, sus labios suaves y cálidos sobre mi piel. Mi cuerpo se estremeció con el contacto, pero el cansancio me recordó lo intenso que había sido todo la noche anterior.
—Dos rounds en una noche fueron suficientes —dije, soltando una pequeña risa—. Estoy exhausta.
—Está bien —dijo en un susurro, su voz ronca aún por el sueño—. Solo quédate un momento más aquí conmigo.
Asentí, dejándome caer nuevamente sobre su pecho. Mis dedos comenzaron a dibujar pequeños círculos en su piel mientras él acariciaba mi espalda.
—Oye, ¿puedo preguntarte algo? —dije en voz baja, temiendo romper el momento—. Pero no vas a molestarte...
Eros me observó por un segundo, y una sonrisa pícara apareció en sus labios.
—No prometo nada, pero de todas formas, pregúntame.
Me acomodé un poco mejor sobre su pecho, mis ojos buscando los suyos, aún con un toque de inseguridad.
—Es sobre Scarlet —dije con voz suave, sin querer incomodarlo pero sintiendo la necesidad de saber.
Eros me miró, su rostro se tensó ligeramente al escuchar ese nombre. Podía ver la sorpresa en sus ojos, pero también algo de incomodidad.
—¿Por qué quieres hablar sobre Scarlet? —preguntó, sin apartar la mirada de mí, aunque su tono estaba lleno de cautela.
—No me has contado mucho sobre ella, sobre su relación. Me gustaría saber —dije con sinceridad, buscando entender esa parte de su pasado que parecía pesar tanto sobre él.
Eros se quedó en silencio por un momento, pensativo, y luego asintió.
—De acuerdo... pero solo si tú también me respondes algo sobre Augustus —replicó, con una pequeña sonrisa.
Abrí la boca, sorprendida por su petición. No esperaba que quisiera hablar de Augustus, y menos ahora, pero después de pensarlo un segundo, acepté.
—Está bien —asentí, nerviosa—. ¿Scarlet...? Mmm, ¿tengo algo similar a ella?
—No, ella tenía el cabello negro —Eros soltó una risa ligera, su tono bromista.
Rodé los ojos y le di un pequeño golpe en el hombro.
—Estoy hablando en serio —protesté.
Eros soltó una carcajada y me besó en la coronilla, su brazo rodeando mi cintura de nuevo.
—Solo estoy jugando. No, no se parecen en lo absoluto. Scarlet me hacía sentir rebelde, descontrolado... pero tú me haces querer ser mejor persona —dijo, su voz más suave—. Es como cuando crees haber visto el mejor atardecer de tu vida y luego aparece uno aún más hermoso, uno que te hace sentir vivo y borra al anterior.
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En Cada Atardecer
RomanceLa felicidad no llega cuando conseguimos lo que queremos, si no cuando disfrutamos lo que tenemos. Pero serias capaz de dejar ir tu felicidad solo para que la persona que amas consiga la suya. Abbie Evans ha tenido que lidiar toda su vida, con lo...