Capítulo 7.

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Me desperté con mala suerte hoy.  Desde que abrí los ojos las cosas no han  ido bien: primero desperté a las 12 del día, luego coloque sal en vez de azúcar en mi café y para colmo olvidé que hoy tengo que visitar a mi padre.

Por suerte recordé mandarle un mensaje a Margaret para avisarle que llegaría a las dos.  Pero primero aproveche mi tiempo y vine a visitar a Bobby a la cafetería.

—Se lo dijiste ¿verdad? —enarca una ceja, con la espalda apoyada en la barra.

—Decirle que a quien —levante las cejas. 

—Sobre estudiar bellas artes, se lo dijiste a tu padre — me recuerda.

—A eso —me acomode un mechón de pelo detrás de la oreja —Claro que se lo dije.

—Y bien ¿Que te dijo? .

—Lo mismo de siempre —respondí sin ganas.

—¡Y eso de que te va a servir en la vida! —con un tono sarcástico y una mueca en el rostro Sadie imitó a mi padre.

—Si exacto —dije entre risas.

—No te iras a dar por vencida —bromea.

Como si hubiera dicho algo malo, los tres nos quedamos en silencio, uno que se torna incómodo.

—Abbie...

—Tal vez eso no es para mí —me encojo de hombros.

—¿Quién lo dice?

—Mis esculturas no son tan buenas.

—¿Quién lo dice? —repite insistente.

—Es lo que yo creo —aseguro.

—Mejor dicho lo que te ha hecho creer tu padre —me corrigió Sadie mientras disfrutaba de una dona.

—Bueno el punto es que no creo que pueda entrar a una buena escuela de artes.

—Abbie he visto lo que haces y  te aseguro que eres capaz de eso y mucho más —me apoya Bobby.

—Enserio lo crees Bobby.

—Abbie tienes un talento nato que nadie más tiene en Pringville, tu no solo haces arte sino que transmites vida con cada escultura que haces, no puedes desaprovechar esta oportunidad solo por que tu padre no es capaz de ver las cosas maravillosas que haces.

—Eso es cierto Abbie —asiente Sadie—
A veces no hay segundas oportunidades, ni segundas veces, es ahora o nunca.

—No pierdes nada con intentarlo Abbie,  solo el tiempo es el que te va a decir si fue la mejor decisión.

—Y si no la es — lo miro dudosa.

—Tendrás en cuenta que el éxito no se mide solo de aciertos, sino por la valentía de intentarlo y aprender de cada experiencia.

Me acerco a abrazarlo con fuerza. Nunca me ha gustado comparar a las personas, pero siempre me he imaginado que mi vida sería mejor si mi padre fuera como Bobby.

—Hay no que horror,  ya se van a poner sentimentales —Sadie hace una mueca de disgusto.

—Parece que Sadie quiere unirse al abrazo —Bobby la molesta.

—Yo creo que si, porque no vienes Sadie — Sin darle oportunidad de negarse, tire de su mano y la arrastré a nuestro abrazo, mientras Bobby nos rodeaba con sus brazos.

—Ya me sueltan —se quejo después de un rato —Gracias a ustedes tendré que bañarme con desinfectante.

Le hicimos caso y nos separamos. Bobby y yo comenzamos a burlarnos de su comentario, ambos sabemos que nos adora, pero disimulamos para no desonrrar su ego.

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