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Me despierta un suave susurro y a este lo acompaña un pequeño toque en mi hombro. Abro los ojos completamente desorientada. Al principio la vista es borrosa, pero distingo la silueta de un rostro justo al frente. Entonces empiezo a ver todo con nitidez y me encuentro observando el rostro de Thomas. Al instante lo recuerdo todo. Me quedé en su casa, estoy en su sofá, tengo su ropa puesta y él está intentando despertarme.

Me incorporo violentamente y lo veo de cuclillas a mi lado. Él se pone de pie.

—Lo siento ¿estas bien? —pregunta con cierta diversión en el tono de voz —Estaba seguro de que lo estaba haciendo con gentileza.

Abro los ojos de par en par. Se refiere a despertarme. Se refiere a eso. Santo Dios, en serio necesitas ayuda Carly.

—Debería... Irme —murmuro segundos antes de que él camine hasta lo que parece ser la cocina.

—Me parece que deberías comer algo antes —me dice.

Asiento con timidez. Y me sobresalto al recordar que no he hablado con mi madre. Tomo mi teléfono de la mesa y marco su número, percibo cierto temblor en mi mano.

—¿Carly? —pregunta mi madre al contestar.

- Si... Estoy en...

—Ahora no tiene importancia, cariño. Derek me lo dijo —interrumpe y cuando estoy a punto de contestar, continúa —Hija, tu tía... —la voz le tiembla de un momento a otro —Se agravó. Parece que está en cuidados intensivos. Acaban de llamar tus primos. No puedo imaginar que algo le suceda... Es mi hermana —dice y se escuchan conversaciones de fondo —Nos vamos enseguida. Estamos a punto de abordar el avión.

Me toma un segundo procesarlo todo.
—Espera, yo... Yo debo estar allí con ella. Es mi tía, mamá —se me quiebra la voz —¿Por qué... Se van sin mi? Si le sucede algo y no estoy a su lado jamás me lo perdonaría.

—Carly. No sé cuánto tiempo sea necesaria nuestra presencia. Australia no es cerca. Acabas de graduarte, cariño. Los resultados de tu prueba para la universidad llegarán en cualquier momento y odiaría que perdieras una oportunidad de esa magnitud. Quiero que te quedes aquí con Derek y te prepares —me dice —¿Lo puedes entender? Martha se va a recuperar. Es muy fuerte. Hazlo por ella.

Respiro unos segundos. No quiero llorar. No puedo permitirme hacerlo. No con Thomas observándome.

—Esta bien —acepto —Solo...

—Acaban de anunciar nuestro vuelo - me interrumpe de nuevo —Cuídate mucho, cariño.

—Dile que la amo... —susurro justo cuando su voz es reemplazada por el tono del teléfono.

Respiro profundamente. Mamá tiene razón. No puedo darme el lujo de irme. Mi tía se molestaría si fuera a verla con el montón de noticias importantes que debo recibir. Sin embargo, eso no evita que me duela.

—Ya esta listo —dice Thomas, de pronto. Vuelvo la mirada hacia él y asiento lentamente.

Segundos después me levanto del sofá y camino hacia el comedor. Cuando observo la comida, me doy cuenta de que mi apetito se ha esfumado. Y de todas formas me acomodo, justo al frente de Thomas.

—Buen provecho —dice con la mirada fija en mi.

Me obligo a comer. Cada bocado es aún más difícil que el anterior. La comida se ve deliciosa, pero por alguna razón no logro saborearla. No miro al frente en ningún momento, pero siento la mirada de Thomas sobre mí.

Termino por fin mi plato de comida. Me levanto y tomo los platos para llevarlos a el fregadero.

—No hace falta —comenta mi profesor cuando empiezo a caminar.

—No hay problema —replico.

No dice nada más y llego rápidamente hasta su impecable cocina. Lavo los platos de manera torpe y siento el calor subiendo a mis mejillas cuando Thomas camina hasta el sofá. Esto es tan malditamente extraño que por un momento me planteo estar soñando. Acabo de lavar y justo cuando termino de secar mis manos, se me cruza una idea por la mente.

¿No es esta la oportunidad perfecta para decir lo que siento?

Estamos completamente solos. Y a decir verdad nada pierdo con decirlo. Estoy preparada para su respuesta. Si es una mala idea, entonces la excuso diciendo que tengo curiosidad.

No me creo capaz de hacerlo hasta que me encuentro pronunciando su nombre.

—Thomas...

—¿Si? —contesta.

Una ola de nervios recorre todo mi cuerpo. Me oculto tras el mesón, sentándome en el suelo.

—Yo... —empiezo —Yo... —mi voz se rompe —Siento...

El pecho empieza a arder. Quema cada vez más. No estoy preparada para su respuesta. Solo me engaño a mi misma. Cuando miro hacia arriba, veo su rostro. Esta de pie junto a mi. Me sonrojo por enésima vez.

—¿Qué decías? —pregunta.

Lo miro unas fracciones de segundo más. Y miro al frente. Simple Curiosidad. Me repito.

—Siento... —respiro —Siento algo por ti. Y no es un capricho. No es algo pasajero. No es algo que pueda superar. Llevo tanto tiempo queriendo hacerlo que al final me di cuenta de que es imposible. Es verdadero. Esto es verdadero... Y no sabes como quisiera que no lo fuera. Es tan fuerte que me lastima.

Las palabras salen de mi casi sin pensarlas. Las lágrimas se agolpan en mis ojos. Siento que me libero de un peso inimaginable.

—Carly... —murmura. Su voz teñida de incertidumbre.

Me sobresalto cuando envuelve mis brazos con sus manos y me levanta.

—¿Qué es lo que estás diciendo? —pregunta seriamente, casi con ira.

Las lágrimas empiezan a derramarse. No contesto. Sigue sosteniendo mis brazos. Miro hacia el suelo.

—¡Carly! —exclama —¿Cómo puedes decir eso?, ¿por qué yo? —me sienta en el mesón y observa mi rostro húmedo.

—No lo sé. No tengo idea. Solo sucedió. Un día eras mi profesor y al otro ya no podía desterrarte de mi mente —murmuro —. Debo irme.

Cuando estoy a punto de moverme, se acerca y no me lo permite. Está entre mis piernas. Solo la superficie del mesón evita que se acerque más. Me observa. Mi mirada pasa de sus ojos a sus labios. Estoy desubicada. No comprendo que sucede.

—Tú... —susurra —Me estás tentando.
Y una milésima de segundo después, sus labios se unen con los míos. No me queda claro quién de los dos se acercó primero.

Primero es lento, tímido e improvisado. Pero se convierte en deseo puro. Salvaje.

No comprendo nada, y no quiero hacerlo. No quiero desperdiciar este momento de felicidad, pensando. Ya no pienso. La razón se esfuma.

Amo a mi profesor. Primera Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora