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Luego de ponerme de nuevo mi vestido con mucho afán, bajamos al aparcamiento. Me siento un tanto incómoda en el auto, mientras Thomas conduce a mi casa. Esto, de verdad, jamás lo habría planeado. Le confesé todo, todo mi amor, descubrí años de silencio en unos segundos. No puedo creerlo aún. Y ya no sé qué hacer.

—Es ahí —murmuro tímidamente señalando mi casa.

Él detiene el auto justo en la entrada, y no contento con traerme, decide acompañarme hasta la puerta.

—¿Y estarás sola? —pregunta.

—Así es...

—¿Vas a estar bien? —continúa.

—Creo que soy perfectamente capaz de sobrevivir en mi propia casa.

—Esta bien... —hace una pausa — ¿Segura que...?

—Si —lo interrumpo.

Abro la puerta y me despido con un simple adiós. Luego la cierro. Thomas se queda allí unos segundos y después se va. Enseguida me dejo caer contra la puerta y me deslizo hacia abajo. No tengo ninguna idea de lo que debería sentir. Siento que tendría que estar llorando, pero solamente me llena una sensación de incertidumbre increíble. Prácticamente cumplí el sueño de mi vida. Besé a Thomas Cooper, el hombre más apuesto e imponente que jamás conocí. Además estuve a punto de coger con él. Eso sí que es un gran punto para Carly, pero en realidad no importa. Estaría, seguro, trillones de veces más fuera de lugar si hubiese pasado.

Cuando dejo de pensar eso, me fijo en la absoluta tranquilidad que se siente en casa. Un vacío denso. Se percibe el cambio. Hasta se ve más grande el espacio. Voy a mi habitación y me quedo allí el resto de día hasta que tengo hambre. Cuando estoy en el umbral de la puerta de mi cuarto, solo veo oscuridad en el pasillo. No se ve un rastro de luz. Voy encendiendo las lámparas a medida que camino y un miedo infantil crece en mi. Al parecer mi temor a la oscuridad sigue muy presente. Lo peor llega cuando logro estar en las escaleras. Se ve un vacío oscuro y terrorífico. El extraño silencio hace que empiece a imaginar sonidos y ver formas inexistentes en la oscuridad. Me digo a mi misma que tengo suficientes años como para bajar a la cocina de mi casa en la noche sin sufrir un paro cardíaco, y efectivamente lo hago. Preparo un emparedado, no sin antes encender todas y cada una de las luces, y emprendo mi camino de regreso. Tengo la costumbre de tener remordimiento al desperdiciar, entonces decido volver a apagar las luces. Cuando termino, subo tranquilamente los dos primeros escalones y después corro como desquiciada perseguida por un monstruo asesino. Apago las demás luces como rayo y me encierro en mi habitación. Es un lugar mágico libre de los peligros de la oscuridad.

Me acomodo en mi cama, devoro el emparedado, y al final no logro conciliar el sueño. Me invaden todo tipo de pensamientos relacionados con Thomas: ¿soy atractiva para él? ¿Piensa que soy inmadura? ¿Seré demasiado joven a su lado? ¿Estará pensando en mí?..., por otro lado, su labios son tan suaves... Besa tan bien. La sensación de sus manos en mi cuerpo es tan... Fantástica.

Al fin logro dormir pensando en la suavidad de su piel y lo hermosos que son sus ojos.

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La novela está en remodelación, Lectores.

Si encuentran incongruencias de un capítulo con otro, es porque está cambiando la redacción.

¡Soy la misma que escribió la novela en un principio, intento corregir los errores y mejorar su experiencia leyendo!

La Segunda Parte actualmente se está publicando y me gustaría que la leyeran al terminar esta. Los capítulos no tienen fecha establecida, pero les pido paciencia.

¡¡Los amo con la mano y los dedos!!

Nos leemos.

Amo a mi profesor. Primera Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora