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Eran las 22 y ya habían terminado el partido, consagrando como ganador al equipo de Lisandro, Nahuel, Julián, Leandro y Paulo. Mientras juntaban sus cosas y se dirigían a la salida, Cristian los saludó a todos bastante apresurado mientras que Paulo y Nicolás le gritaban "gobernado".

Lisandro no supo cómo sentirse. Primero, Cristian lo invitaba por privado y le insistía, pero luego lo ignoraba olímpicamente delante de sus amigos, apenas intercambiando con él dos o tres frases. Como si eso fuera poco, los comentarios de sus amigos dejaban en claro que había algo con otra persona. ¿Sería la tal Karen? Se quedó colgado en sus pensamientos, cuando alguien le hizo volver a la tierra.

-¿Te colgaste, Lisi? -Nahuel le dio una palmada amistosa en la espalda, provocando que Licha sonriera. Sólo lo llamaban "Lisi" las personas que lo conocían desde muy pequeño, como él -¿Pensando en quién?

-¿Cómo hiciste para venir, guacho? Creo que la última vez que viniste a un partido con nosotros fue en 2015 -Enzo se sumó a la conversación.

-Dejalo, Enzi. Le voy a decir a Cristian que le insista más seguido así te puedo ganar de vuelta -Julián abrazó cariñoso a su novio, acercándose al resto del grupo.

-¿Y vos cómo sabés que Cut... digo, Cristian, me estuvo insistiendo?

-Nosotros sabemos todo, Licha. Además ¿no leíste el grupo? Entre todo lo que dijimos hoy Cuti nos contó que te estaba insistiendo -le retrucó el morocho.

-Sí, me escribió, pero vine porque tenía ganas de despejarme un poco, nada más -mintió Lisandro, convenciendo a todos menos a su mejor amigo.

-Buenooo, ¿quién se paga las frescas? -Nicolás insistió con su plan de siempre.

Justo antes de volver a su casa, Lisandro revisó su celular para ver la hora y se encontró con un mensaje que lo inquietó:

-Al final tenía razón Ota, sos una bestia

-Jugando

Puso los ojos en blanco y decidió que, si Cristian podía ignorarlo, él también.

El lunes siguiente Lisandro cursaba una materia en el turno mañana, que le resultaba un castigo divino. No sólo no le gustaba, sino que también le costaba muchísimo arrancar la semana después de trabajar como loco todo el fin de semana y desaprovechar su único día libre cursando una materia. Para empeorar las cosas, se había quedado dormido y no tuvo tiempo ni siquiera de desayunar. Se dio una ducha rápida para terminar de despertarse, agarró su mochila y se fue, sin imaginar que en ese día nada le saldría como lo planeado.

Cuando llegó al aula en donde cursaba Metodología de la Investigación, se sorprendió de encontrarla completamente vacía. Se decidió a esperar unos minutos a ver si aparecía alguno de sus compañeros, pero al pasar media hora se hartó. Abrió WhatsApp para consultarle a sus compañeros qué ocurría cuando se dio cuenta de que tenía el grupo de la facultad silenciado, donde avisaron que el profesor había suspendido la clase por problemas personales.

-Yo no soy más pelotudo porque no me da el tiempo -pensó en voz alta.

Ya que estaba allí, decidió por lo menos tomarse un café antes de regresar a su casa. Tenía casi una hora de viaje y estaba muriendo de hambre por no haber desayunado.

Pero en la fila del comedor universitario lo estaba esperando una segunda sorpresa.

-Buen día, Licha -lo saludó animadamente Cristian, provocando que a Lisandro se le aflojaran las piernas. No parecía sorprendido de verlo.

-¿Qué hacés acá? ¿Me estás siguiendo? -bromeó nerviosamente el teñido.

-Puede ser... estudio acá. En realidad, estudiaba. Vine a buscar unos papeles.

Allí Lisandro se dio cuenta de que estaba totalmente enloquecido por un hombre del que casi nada sabía. No imaginaba a Cristian en su facultad, no sabía a qué se dedicaba, cuántos años tenía, ni qué hacía en sus ratos libres. El morocho pareció leerle la mente y decidió seguir dándole información.

-Kinesiología. Me recibí el año pasado. Necesitaba unos papeles para llevar a mi nuevo trabajo. ¿Vos? ¿Estás de paseo? -bromeó -¿Me das otro café más? Y agregale dos medialunas, por favor -pidió al chico que le estaba tomando el pedido.

-Gracias, pero me tengo que ir -se apresuró Lisandro, dispuesto a huir. Había estado todo el fin de semana pensando en él, pero algo en su interior le decía que debía salir de allí de inmediato.

-Por favor, Licha. Ya estás acá. Además, si te tenés que ir ¿por qué estabas haciendo la fila para comprar? -buen punto, lo había dejado sin excusas.

Se sentó en una mesa con vista al hermoso parque de la facultad, ideal para aprovechar la dorada mañana de otoño donde el sol bañaba las hojas secas que caían de los árboles. Afuera, cientos de estudiantes apresurados caminaban de un lado al otro inmersos en su rutina, sin permitirse pasar ni cinco minutos disfrutando la mañana. Lisandro sonrió amargamente ante este pensamiento, ya que él no disfrutaba su rutina en absoluto. Cristian se acercó a la mesa trayendo la bandeja con los cafés y las medialunas, apartando a Licha de sus pensamientos.

-Gracias, ¿cuánto te debo? -preguntó el último tomando un sobrecito de azúcar.

-Nada, rubio. Haceme compañía un rato y estamos a mano -le dijo el moreno con una sonrisa que no hacía más que confundirlo -¿Qué estudiás? ¡Al final no sé casi nada de vos!

-Contabilidad. Más que estudiar, lo estoy padeciendo. Hoy me quedé dormido, vine corriendo y me enteré acá que el profesor no venía. Ya está, ya arranqué el día para el orto -le dijo, dando un sorbo a su café.

-Bueno, si verme a mí es arrancar para el orto... discúlpame -se mordió el labio haciendo que Lisandro casi se atragantara con la medialuna.

-No, al contrario. Vos me salvaste la mañana. Yo tampoco sé casi nada de vos, ¿hay algo que debería saber? -le preguntó con dobles intenciones, sin expresar directamente lo único que le interesaba saber.

-Tantas cosas... bueno, soy kinesiólogo y trabajo en un centro de rehabilitación. Así que cuando necesites un masaje, me llamás -¿se lo estaba imaginando o le estaba tirando toda la onda posible? -Me encanta jugar al fútbol, creo que ya lo notaste. Me gusta la buena compañía, la buena cerveza y los gatitos. ¿Hay algo que yo debería saber, Lisandro?

El teñido sintió palpitaciones en el corazón. Estaban entrando en una zona de peligro, podía notar la tensión que se generaba entre los dos y no sabía cómo seguir. Se sentía como un adolescente hormonal gustando de alguien por primera vez, pero no estaba seguro si efectivamente Cristian le estaba tirando onda o era imaginación suya. Su intuición le decía que era mejor alejarse antes de volver a sufrir, como cuando se enamoró por primera vez de un hombre.

-Creo que ya sabés más de mí, que yo de vos. Me voy a aprovechar mi día libre, gracias por el desayuno, Cristian. Nos vemos. 

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora