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Las horas habían transcurrido demasiado lentas para Lisandro. Hacía menos de dos días que había visto a Cristian por última vez, pero le parecían eternidad. Se sentía como un adolescente, emocionado y nervioso por la expectativa que la primera cita le causaba. Salió a las 20 de su trabajo y se fue casi corriendo a su casa para poder descansar un poco y prepararse, ya que a las 21 lo pasaría a buscar. No había hablado con ninguno de sus amigos del tema, salvo con Nahuel y Alexis que eran los únicos que estaban al tanto de la situación. Además de la ansiedad que le producía salir por primera vez a solas con Cristian, lo que más lo ponía nervioso era que no sabía cómo abordar el tema que le carcomía el cerebro: ¿quién era la tal Karen? La experiencia le decía que si había una mujer de por medio todo saldría mal, pero también necesitaba darle (y darse a sí mismo) una oportunidad y confiar.

A las 21:00, puntual, Cristian le envió un mensaje avisándole que lo estaba esperando afuera. Lisandro tomó su abrigo y salió, casi temblando de los nervios. En cuanto lo vió se le aceleró el corazón, se veía hermoso. Cuando se subió al auto no supo si saludarlo con un beso o si todavía era demasiado pronto, no quería estropear el momento, pero tampoco quería mostrarse desinteresado. Cristian tomó el primer paso y lo besó suavemente en los labios, provocando que a Lisandro le dieran escalofríos.

-¿Dónde querés ir? -le preguntó.

-Te soy sincero -comenzó Lisandro- no lo pensé. ¿A vos te gustaría algún lugar en especial?

-Si te digo que con vos me gusta cualquier lugar me vas a decir que soy muy chamuyero, ¿no? -le provocó una carcajada -¿te gustan las pastas? -Lisandro asintió -conozco un lugar buenísimo.

Cristian puso música, introdujo una dirección en su gps y emprendieron viaje. La noche estaba bastante fría, la llegada del invierno era inminente y eso se notaba en el amenazante cielo: llovería en cualquier momento. Lisandro se distrajo mirando las nubes por la ventanilla, no sabía cómo comenzar la charla ni qué decir. Tenía tantas cosas para conocer de Cristian que no tenía idea ni de por dónde empezar. El morocho pareció leerle la mente y lo rescató de su nube de pensamientos.

-Estoy nervioso -le dijo, tomando su mano suavemente mientras frenaba en un semáforo -hace mucho que no tenía una cita romántica.

Lisandro sentía que iba a derretirse de ternura. Cristian mantenía siempre una pose de hombre rudo, pero en ese preciso momento parecía un nene. Los hoyuelos que se le formaban cuando sonreía lo mataban de amor.

-¿Es una cita romántica? -bromeó- yo también estoy nervioso. Siento que quiero que hablemos de mil cosas... pero no sé por dónde empezar.

-Generalmente se empieza por el principio -Cristian sonrió, el semáforo ya había cambiado a verde -mejor empezá contándome vos un poco más de tu familia. No me imaginaba que tenías un hermano.

Lisandro suspiró. No solía hablar mucho con la gente sobre su familia, era un tema un tanto delicado para él.

-Mi hermano Ale vive en España desde que falleció mamá, hace unos cinco años -comenzó- lo veo cada tanto, para nuestros cumpleaños o alguna fecha especial. Somos hijos de diferentes padres. Su papá es español, el mío... bueno, el mío digamos que es un hijo de puta -se rió.

Cristian lo miró con preocupación, no sabía hasta dónde seguir preguntando.

-Era un chiste, Cris -sonrió tensamente Lisandro -no es un mal tipo, pero no nos llevamos muy bien desde que se enteró que tiene un hijo maricón. Encima él me forzó a que empezara la carrera, aunque sabía que no me gustaba. Según él, primero tengo que asegurarme un futuro antes de elegir carreras que no sirven para una mierda.

-Ah, un suegro simpático me tocó -Cristian bromeó, para aliviar un poco el tono de la conversación- me muero por conocerlo.

-A él no te lo voy a presentar, pero... si te portás bien te puedo presentar a Ale.

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora