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Seis años después

Lisandro se sentó en uno de los bancos que había libres en el pasillo, secándose por décima vez el sudor de las manos en su pantalón. Nunca en su vida se había sentido tan nervioso. No quiso ni revisar su celular porque eso no haría más que empeorar la situación, se limitó a cerrar los ojos e intentar respirar profundo y calmarse.

-¿Martínez? -lo llamó el hombre, acercándose a él y provocando que pegara un salto, mezcla de ansiedad y nervios -¡felicidades, licenciado! Tu examen fue excelente.

El teñido soltó todas las emociones que venía cargando y las dejó fluir: finalmente, se había recibido de Licenciado en Administración de Empresas, aquella carrera que tanto lo había inspirado años atrás cuando comenzó la aventura de trabajar y vivir en Madrid. No pudo evitar llorar un poco de la emoción, ya que para el Lisandro de hacía años hubiera parecido imposible poder lograrlo.

-Dentro de algunas semanas ya podés empezar a tramitar tu título -le explicó el profesor -ahora andá a festejar, te lo ganaste.

Sin dudarlo, Lisandro obedeció. Fuera de la universidad lo estaban esperando todas las personas que para él eran importantes, y no veía la hora de celebrar con ellos. Recorrió los pasillos con nostalgia, después de haber pasado los últimos años asistiendo casi diariamente sentía que un poco iba a extrañar ese lugar.

Afuera comenzaba a anochecer, era una cálida noche de diciembre que invitaba a festejar.

-¿Y? -preguntó Nahuel con impaciencia -¿ya está?

-Me fue mal... -bromeó Lisandro, fingiendo secarse las lágrimas -mentira, ¡me recibí!

Todos los allí presentes pegaron un grito de alegría y corrieron a abrazarlo antes de comenzar a tirarle espuma, papeles de colores, harina y todas las cosas posibles para dejarlo hecho un completo enchastre.

-Te trajimos una sorpresa -le dijo entre risas su amigo Nicolás, extendiéndole una botella de vodka barato y de pésima calidad-¡mandale fondo, Licha!

Lisandro se limpió la espuma del rostro y tomó la botella, eufórico. Sabía que no podía negarse.

Le dio un largo trago e inmediatamente tuvo que escupirlo, estaba caliente y asqueroso.

-Esto es un asco, boludo -le gritó, entre risas.

...

Tuvo que enjabonarse casi tres veces para terminar de sacarse toda la pintura y los papelitos de colores que habían quedado pegados en su cuerpo gracias a sus amigos. Cuando salió de la ducha, su amigo Nahuel lo estaba esperando pacientemente, ya que le había prestado el baño de su casa mientras el resto de sus seres queridos terminaban de prepararle el festejo en la casa que compartía con su novio.

-Estoy orgulloso de vos, hermano -Nahuel le dio un afectuoso abrazo, disimulando las lágrimas de emoción -mirá todo lo que lograste.

-Me vas a hacer llorar, pelotudo -bromeó el teñido pegándole cariñosamente en la espalda.

Llegaron al festejo cuando ya eran pasadas las diez de la noche, donde estaban esperándolo sus amigos de siempre junto con aquellos nuevos que había ido haciendo a lo largo del último tiempo.

-¡Felicitaciones, amor! – su amiga Muri corrió a abrazarlo afectuosamente ni bien lo vio llegar - tremenda fiestita te organizó tu novio.

-Gracias... gracias por ser mi sostén cuando no tenía a nadie cerca -Lisandro le devolvió el abrazo con emoción.

Y era cierto, Muriel había sido su gran amiga y confidente durante el tiempo que estuvo viviendo en España, y en cuanto tuvieron la oportunidad no lo dudaron: ambos regresaron al país que tanto amaban. No sólo conservaron su trabajo y construyeron el futuro profesional que ambos buscaban, sino que también conservaron esa amistad tan especial que habían encontrado cuando estaban en la otra punta del planeta.

Su hermano Alejandro también estaba presente junto con su esposa Eva y su pequeño sobrino Enzo, que era la combinación perfecta de los genes de sus padres.

-¡Tío! ¡Te felicito! -el niño exclamó corriendo a los brazos de Lisandro.

-Felicidades, hermano -Alejandro lo abrazó, dejando al pequeño Enzo en medio de los dos -sos mi ejemplo a seguir. Mamá estaría muy orgullosa de vos.

Eso provocó que las lágrimas de emoción que Lisandro venía conteniendo hacía horas por fin brotaran descontroladas.

-La puta madre, Ale... -le respondió, secándose las lágrimas -yo sabía que iba a terminar el día llorando.

...

El festejo terminó a altas horas de la madrugada, estaban en vísperas de las fiestas y todos necesitaban descontrolarse un poco. Pero a Lisandro y a su novio les tocaba la peor parte: limpiar el desastre.

-Amor... ¿podemos ordenar mañana? -el teñido apenas podía mantenerse en pie de tanto cansancio, alcohol y sustancias -te juro que me levanto temprano a limpiar todo.

-Te conozco bastante como para saber que lo voy a tener que limpiar yo -su novio lo abrazó por la espalda mientras ambos se dirigían a su habitación. Afuera ya comenzaba a amanecer -¿te dije que estoy muy orgulloso de vos? Siempre supe que lo ibas a lograr... y me alegra estar acá, a tu lado, acompañándote.

-Gracias... gracias por confiar en mí. Por ser mi compañero, mi amor, el hombre de mi vida -Lisandro se dio vuelta para mirarlo a los ojos y besarlo dulcemente -no podría haberlo logrado sin vos.

-Vos podés lograr cualquier cosa que te propongas. Ya es hora de que comiences a darte cuenta de lo mucho que valés.

Eso era lo que Lisandro siempre había amado de él: su capacidad de decirle siempre las palabras juntas en el momento justo. La vida había sido muy generosa con él: tenía un hombre que lo amaba, estaba rodeado de seres queridos que nunca lo dejarían solo y, ahora también, tenía un brillante futuro profesional por delante. Se felicitó mentalmente por haberse arriesgado a haber vuelto a su país a intentarlo de nuevo con la persona que más amó en su vida y que, por fin, las cosas salieran bien.

-Te amo con cada parte de mi ser, Cristian. 

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora