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Ni bien Cristian salió pegando un portazo, Lisandro comprendió la magnitud del problema. Su novio tenía razón, se había comportado de manera demasiado egoísta. Y, para peor, le había dicho cosas horribles. Pero, si era cien por ciento sincero con él, era lo que sentía. Lo único que tenía en esos momentos era su relación con Cristian, pero lo demás... no tenía trabajo, ni carrera, ni proyectos, a diferencia de su novio. Y él tampoco quería sentirse una carga para él, no era justo para ninguno de los dos. En esos momentos había una única persona que lo podía escuchar y decirle las más crudas verdades, aunque dolieran.

-Nahu, te puedo llamar?

-Es urgente

Nahuel lo llamó casi al instante, y Lisandro le contó rápidamente lo que había sucedido, buscando que su mejor amigo le diera alguno de sus preciados consejos.

-Mirá, Licha... -comenzó Nahuel -vos y Cristian son de las parejas más sanas y unidas que conozco. Y yo sé cuánto lo amás...

-¿Pero...? -Lisandro lo alentó a continuar.

-Pero si tanto lo amas, también tenés que entenderlo y aceptarlo. Él tenía una vida armada cuando vos lo conociste, y vos ya lo sabías. No podés exigirle que cambie todo de un momento para otro cuando ni siquiera le consultaste si estaba de acuerdo.

No era la respuesta que esperaba escuchar, pero no podía negar que tenía razón.

-¿Y ahora qué hago? -murmuró Lisandro apenado, como un nene chiquito -Arruiné todo.

-No arruinaste nada, pelotudo -exclamó Nahuel -tenés que hablar con él, y escucharlo. Pero principalmente pregúntate esto, ¿de verdad te querés ir a la mierda? Hermano, vos sabés cuánto te quiero, pero a mí me parece que si no estás bien con vos mismo, no podés estar bien con nadie.

"Si no estás bien con vos mismo, no podés estar bien con nadie..." las palabras de Nahuel retumbaban en la mente de Lisandro, y no podía negar que eso era completamente cierto. No estaba bien consigo mismo, no sabía qué hacer ni adonde ir. Y no se podía permitir lastimar a Cristian por eso.

...

Dos días habían pasado de la discusión, y Cristian y Lisandro no habían vuelto a mencionar el tema. Era incómodo y ridículo, ambos fingían que no había pasado nada para evitar una charla que sería terriblemente dolorosa, pero si había algo que los caracterizaba como pareja era la honestidad y la sinceridad con la que siempre se manejaron.

-Lisandro, no aguanto más... necesito que hablemos -Cristian fue el que dio el primer paso - ¿de verdad te querés ir?

El teñido no esperaba que su novio lo encarara sin ningún tipo de filtro, pero ese era su estilo: directo y sin vueltas. Se tomó unos instantes para meditar la respuesta, quería escoger las palabras justas para no ser tan hiriente como la última vez.

-No... no es eso -balbuceó, estaba nervioso como si fuera la primera vez que se veían -no sé. No sé lo que quiero hacer.

-Lisandro, mírame por favor -Cristian se acercó a él y tomó su rostro suavemente entre sus manos - ¿no estás feliz acá? ¿por qué nunca me lo dijiste? -el morocho intentó esforzarse para que no se le quebrara la voz, pero falló -perdoname, soy un egoísta. Yo nunca me dí cuenta de que estabas tan mal.

Un amargo sentimiento de culpa y remordimiento invadió a Lisandro. No podía mentirle a Cristian ni mentirse a sí mismo, no estaba feliz consigo mismo y por eso mismo no podía ser feliz en ningún lado. Todo ese año había intentado aferrarse a su novio para ignorar el hecho de que su vida era un fracaso y que se sentía terriblemente infeliz. No pudo ni siquiera tomar valor para responderle, simplemente dejó que las lágrimas brotaran sin control, intentando desarmar el nudo de angustia que se formaba en su pecho, en su garganta, en su mente...

Se quedaron abrazados llorando unos minutos que parecieron eternos. Ninguno de los dos quería separarse del otro, pero a la vez no podían negar que algo se estaba rompiendo entre ellos.

-No estoy feliz con mi vida, Cris -dijo al fin Lisandro -yo te amo, ojalá pudieras sentir cuánto te amo... pero a veces sólo con el amor no alcanza.

Cristian asintió en silencio, secándose las lágrimas. Comprendía perfectamente lo que Lisandro le quería decir.

-Y yo necesito saber qué voy a hacer con mi vida -continuó- necesito construir una carrera, un futuro... necesito tener un trabajo que me guste. Siento que perdí muchos años de mi vida yendo a ninguna parte y ahora se me presenta la oportunidad de hacer algo por mí.

-¿Te vas a ir, entonces? -Cristian sentía que nunca en su vida había sentido un dolor así.

-¿Vamos? -el teñido trató de sonar convincente, necesitaba con desesperación que Cristian aceptara -por favor, Cris. Podemos salir de esto juntos.

-Lisandro... yo te amo con todo mi corazón, como nunca amé a nadie. Y precisamente porque te amo no te puedo retener, vos tenés que ser feliz y encontrar tu camino... pero yo ya encontré mi camino hace rato. No puedo dejarlo todo para seguirte a la otra punta del mundo. Ojalá el amor que yo te dí te hubiera alcanzado para ser feliz.

Lisandro lo comprendió: no lo iba a convencer. Y por más que le doliera en el alma tener que hacerlo, había llegado su momento de seguir adelante.

A la mañana siguiente tomó su celular, buscó el número de su hermano Alejandro y le dejó un mensaje:

-La semana que viene voy para Madrid.

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora