25 (FINAL)

356 49 19
                                    


Para vísperas de año nuevo, Lisandro había invitado a Cristian a acompañarlo a la cena benéfica que organizaba la empresa para la que trabajaba. No le costó mucho convencerlo, ya que a ambos les vendría muy bien un viaje para celebrar todo lo que estaban viviendo, y, además, la empresa se encargaba de pagarles el vuelo y la estadía. Pero ese no era el único motivo detrás del viaje: secretamente, Lisandro tenía preparada una gran sorpresa para su novio.

El evento se celebraba en un lujoso hotel en Madrid, con un exclusivo dress code formal que los obligaba a asistir con un elegante smoking, algo que Cristian detestaba, ya que, según él, se sentía ridículo e incómodo.

-¿Me queda bien? -le preguntó a Lisandro por vez número 20, justo cuando subían las escaleras hacia el salón principal donde comenzaría la celebración -me siento incómodo.

-Hermoso -le respondió el teñido, acomodándole la corbata -te vas a tener que acostumbrar, ahora salís con un hombre de negocios, y pienso obligarte a acompañarme a cada evento que me inviten.

Tras cumplir con el protocolo de mostrar sus invitaciones y registrarse en la lista de invitados, ambos se ubicaron en la mesa en la cual habían sido designados, en medio del salón principal. Allí también se encontraban Alejandro, el hermano de Lisandro, y su esposa Eva junto con su pequeño hijo Enzo, ya que los padres de ella eran los principales socios fundadores de la empresa. Muri, la amiga de Lisandro, también formaba parte de la mesa en la que estaban ubicados.

...

Algunas horas después de haber llegado, la cena transcurría casi tediosamente para Cristian, quien no estaba acostumbrado a las formalidades que el evento exigía. Además, según su criterio, la forma de divertirse de los europeos era aburridísima, comparada con la gente de su país.

-¿Hasta qué hora nos tenemos que quedar? -le preguntó disimuladamente al oído a Lisandro.

El teñido soltó una carcajada. Sólo le bastaba con mirar a los ojos a su novio para darse cuenta de que estaba aburridísimo, como un niño pequeño que le pregunta a sus padres "¿cuánto falta?". A decir verdad, él tampoco se estaba divirtiendo demasiado. Comprobó que el resto de los invitados estaban demasiado preocupados en comer, beber o bailar y que nadie notaría su ausencia.

-Antes de irnos tengo que mostrarte algo -lo tomó de la mano, invitándolo a seguirlo.

Atravesaron el medio de la pista, dirigiéndose a la salida del salón que los conducía al ascensor. En el trayecto se cruzaron con un atractivo mesero, que intercambió miradas cómplices y sonrisas con Lisandro.

-¿Perdón? -Cristian le preguntó con mala cara, intuía que algo no andaba bien -no me estarás cagando con ese mesero, ¿no?

-Sabés que soy irresistible -bromeó Lisandro, mientras ingresaban en el lujoso ascensor.

-No quiero ser celoso pero... me estás preocupando -el moreno no parecía muy divertido con la situación -¿dónde estamos yendo?

-Ya vas a ver... mientras tanto, disfrutá de la vista -el teñido lo atrajo a él para darle un suave beso.

Tardaron casi un minuto en llegar, tiempo en el que gracias a las paredes transparentes del ascensor pudieron ver cada uno de los lujosos y extravagantes pisos que iban atravesando.

-Hemos llegado a destino -Lisandro lo tomó de la mano y lo dirigió hacia el exterior del lugar que, a excepción de ellos dos, estaba vacío.

La terraza mostraba una privilegiada vista de la ciudad, iluminada por los cientos de luces de los edificios. La vista, tan mágica e imponente, dejó a Cristian casi sin palabras.

-Es... es hermoso -murmuró, acariciando con sus dedos la mano de Lisandro, aún entrelazada entre la suya -parece una escena de película.

"Lo que viene ahora va a ser de película" pensó el teñido, sonriendo.

Se quedaron unos instantes en silencio, contemplando la belleza de la escena que la ciudad les regalaba, cuando fueron interrumpidos por el mesero que previamente se habían cruzado.

-Lamento interrumpiros, guapos -les dijo sonriendo, con una mirada misteriosa que Cristian no lograba descifrar – pero tengo un regalo de la casa para ustedes.

En sus manos traía una bandeja plateada con una botella de champagne, dos finas copas y una pequeña cajita dorada.

-Gracias por todo, Pol -Lisandro tomó la bandeja mientras el hombre se retiraba del lugar.

-¿Gracias por todo, Pol? -su novio lo imitó, con tono burlón -¿qué le tenés que agradecer?

El teñido simplemente se rio, sin darle más respuesta, mientras descorchaba la botella y servía la espumeante bebida en las delicadas copas. Al terminar, le extendió una, invitándolo a brindar.

-Le tengo que agradecer haberme ayudado a prepararte esta sorpresa -por fin le respondió, mientras que Cristian cambiaba su expresión de fastidio por una de completa ternura.

-¿Por qué brindamos? -el moreno levantó su copa, mirando hipnotizado las burbujas que subían a toda velocidad, reflejando las luces de la ciudad.

-Por nosotros, ¿no te parece suficiente? -chocó suavemente su copa -pero eso no es todo. Date vuelta, quiero que veas algo.

Cristian obedeció, apoyándose suavemente en una pared que funcionaba como un pequeño balcón, quedando de espaldas a él.

-La terraza de este lugar tiene una vista panorámica de todo Madrid -le explicó dulcemente Lisandro -desde acá podés ver cada uno de los lugares que yo visité, donde yo viví... cada lugar que siempre quise que conocieras conmigo. Y estuve pensando mucho... en que probablemente a vos esta ciudad no te traiga buenos recuerdos. Entonces, ya que hace un tiempo esta fue la ciudad que nos separó, quisiera que a partir de hoy sea la ciudad que nos una para siempre. Date vuelta...

Al hacerlo, Cristian vio que Lisandro estaba detrás de él, apoyado sobre su rodilla derecha sosteniendo la pequeña cajita dorada abierta que dejaba ver una alianza dorada.

-¿Me harías el honor de ser oficialmente mi esposo? -su novio le preguntó, conmovido.

Aunque intentó, la emoción no le permitía emitir ni una palabra. Se quedó unos instantes contemplando la situación.

-¡Por favor, Cristian, decime algo que me estoy acalambrando! -Lisandro lo miró frunciendo el ceño, ¿acaso lo había juzgado mal, y Cristian no quería casarse con él?

Pero pronto tuvo una respuesta, ya que el moreno se agachó para besarlo y abrazarlo.

-Pensé que nunca iba a llegar este momento... ¡por supuesto que sí!

En ese abrazo, Lisandro tuvo la confirmación de lo que siempre había creído: Cristian era el amor de su vida, la persona que sacaba lo mejor de él y que lo animaba a siempre ir por más. Y agradecía a la vida por ello, por haber tenido la suerte de encontrarse ambos y de haber superado cada obstáculo que la vida les presentó. Porque ahora que estaba feliz consigo mismo y con todo lo que había logrado, por fin estaba listo para poder ser feliz con el hombre de su vida.




N/A: si llegaste hasta acá, muchas gracias por leer <3 y perdón si tiene errores, fue la primer historia completa que escribí y subí en mi anterior cuenta. Lamento que se me hayan borrado todos los comentarios tan lindos que habían dejado. Espero que les haya gustado!

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora