20

252 32 3
                                    


18 de enero

-¡Feliz cumpleaños, Lisi! -la mujer exclamó animada, dejando en el escritorio de Lisandro una chocotorta con una vela.

-Gracias, amor -el teñido respondió abrazándola afectuosamente- no sabés cuánto extrañaba la chocotorta. Pero te pido un favor... no me digas más Lisi. No me trae buenos recuerdos.

Cinco meses antes...

La primera semana de trabajo se le había pasado volando y hasta podía decirse que la estaba disfrutando. Sin embargo, no podía evitar sentir un nudo de nostalgia en el pecho, le costaba acostumbrarse todavía al clima y al ritmo madrileño, tan distinto a su ciudad natal. Apagó su computadora, recogió sus cosas y se retiró de su puesto, saludando a sus compañeros. Estaba a punto de salir cuando una presencia femenina le bloqueó el paso.

-¿Ya te vas, rubio? -la mujer le preguntó acercándose a él provocativamente. Desde el momento en que Lisandro ingresó a la compañía ella había intentando seducirlo en todo momento posible -qué pena, te iba a dar la bienvenida al equipo -le dijo guiñándole un ojo.

Lisandro suspiró casi fastidiado. No podía negar que la mujer era sumamente atractiva: pelo largo y castaño, sonrisa perfecta, cuerpo esbelto, actitud seductora y encima era argentina... pero a él no le atraían las mujeres. Y cierto moreno todavía seguía en su mente constantemente.

-Disculpame... -se tomó unos segundos para recordar el nombre de la chica, había conocido a tantas personas nuevas que le costaba aún aprenderse algunos -Muriel. Sí, me estoy yendo... estoy un poco cansado.

-Podés llamarme Muri -se acercó más a él, evidentemente el gay radar no le funcionaba y no captaba las constantes negativas de Lisandro -¿me esperás un segundo? Justo estoy saliendo yo también.

Aunque por dentro tenía ganas de huir despavorido, el teñido prefirió aclarar la situación para evitar que todo fuera más incómodo ya que, después de todo, iba a tener que verla todos los días. La chica salió tras él, tomando su bolso y encendiendo un cigarrillo. Ambos comenzaron a caminar en dirección a sus departamentos, que quedaban a pocas cuadras de distancia.

-¿Y si hacemos algo más tarde? -le propuso, ofreciéndole un cigarrillo, que Lisandro no aceptó -mirá que hermosa está la noche.

-Muriel, Muri... -comenzó Lisandro, en tono amable -me hace sentir súper halagado que me invites constantemente a hacer cosas...

-¿Pero...? -lo interrumpió ella, tenía un carácter muy directo y avasallante, algo que a Lisandro le recordaba a cierto morocho.

-Pero a mí me gustan los hombres... -hizo una pausa antes de continuar- te juro que si me gustaran las chicas me fijaría en vos sin dudarlo porque sos hermosa.

Muri lo miró frunciendo el ceño, extrañada... y luego largó una sonora carcajada.

-No te puedo creer... ¡qué pelotuda que soy! -exclamó contagiándole la risa a Lisandro -te juro que no me había dado cuenta. Perdón por ser tan pesada.

-No pasa nada... si a vos no te molesta... me vendría bien una amiga. Pero si no te podés resistir a mis encantos, mejor me alejo -bromeó el teñido.

Ese fue el comienzo de una amistad que fue un gran sostén durante la estadía de Lisandro en Madrid. Ambos venían de mundos parecidos y se entendían a la perfección, además de compartir el mismo lugar de trabajo comenzaron a compartir secretos, salidas, borracheras y llantos.

...

En cuanto terminó de trabajar revisó su celular para contestar los mensajes de cumpleaños que le habían dejado sus amigos durante el día y apareció algo que hubiera preferido no ver: un recuerdo de una publicación de Instagram de hacía exactamente un año. Su último cumpleaños había sido probablemente el más feliz de su vida, con la fiesta sorpresa que le había organizado Cristian. Una punzada de angustia le atravesó el pecho, pero no quería dejar que nada arruinara su día. Su hermano, su cuñada y su sobrino lo estaban esperando para festejar.

Salió de la compañía cuando ya comenzaba a oscurecer: el cielo estaba de un gris oscuro y el aire estaba congelado, amenazaba con nevar en cualquier momento. Aún no se acostumbraba a los inviernos tan crudos y, menos aún, a festejar su cumpleaños con semejante clima siendo que siempre habían sido días de calor infernal en Buenos Aires. Todavía tenía muchas cosas a las que acostumbrarse. 

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora