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Las horas transcurrían lentas, casi dolorosas para Lisandro mientras esperaba la respuesta de Cristian. Hacía casi tres horas le había enviado el "¿te puedo llamar?" y todavía no había obtenido respuesta. Eran casi las cinco de la tarde del sábado en Madrid, según sus cálculos en Buenos Aires serían casi las doce del mediodía, ¿estaría durmiendo? ¿estaría con otra persona? Lisandro tenía demasiadas preguntas que ni siquiera se animaba en pensar en la respuesta, lo único de lo que tenía certezas en ese momento era que cada mensaje que había enviado la noche anterior había sido un terrible error. A fin de cuentas, Cristian estaba haciendo su vida al otro lado del planeta y volver a buscarlo era bastante injusto de su parte.

Intentó salir a dar una vuelta para despejarse, ver algún capítulo de una serie, dormir una siesta, cocinar... nada le sirvió. El tiempo no pasaba más rápido ni tampoco recibía la respuesta que esperaba. Ya estaba por darse por vencido, harto de esperar y con la ansiedad que lo consumía.

Casi a las ocho de la noche recibió la respuesta:

-Perdón, recién lo leo

-Cuando quieras llamame

Lisandro sintió que el estómago se le retorcía de los nervios. Por primera vez en meses iba a volver a verlo, al menos a través de una pantalla.

Corrió al baño a arreglarse un poco el desastre que tenía en la cara y en el pelo, producto de la terrible resaca que se negaba a abandonar su cuerpo. Se sacó el pijama, se puso un sweater decente y se preparó para la llamada. Por lo menos, si Cristian lo veía, quería que no se llevara una tan mala imagen suya.

"¿Qué mierda estoy haciendo?" se reclamó a sí mismo. Respiró hondo y pulsó el ícono para iniciar la videollamada.

-Hola... tanto tiempo -Cristian respondió la llamada a los pocos segundos.

El teñido creyó que se moría de un infarto allí mismo. El moreno estaba aún más hermoso de lo que lo recordaba, se había dejado crecer la barba y el cabello, que lo tenía despeinado dándole un aire más rebelde y maduro. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo mental para poder responder, sentía que de los nervios no podía articular ni una palabra.

-Hola, Cris... perdón por lo de anoche -se excusó -salí a festejar mi cumpleaños y me puse un poco en pedo. ¿Vos cómo estás?

Lisandro intentó sonar lo más casual posible, como si hablara con un amigo que había visto hacía dos días, en vez de estar hablando con el amor de su vida que había dejado al otro lado del planeta.

-Yo bien -respondió Cristian, secamente -¿cómo la pasaste?

-Re bien.

"Para el culo lo pasé, sin vos no puedo pasarla bien" hubiera querido responderle.

-Me imagino... -Cristian parecía no tener muchas ganas de seguir la conversación.

-Cris...tian -se corrigió Lisandro. No había lugar para apodos cariñosos en esa conversación -¿para qué querías que te llame?

Cristian frunció el ceño, como si no pudiera creer lo que Lisandro le estaba preguntando.

-¿Me estás jodiendo, Lisandro? -su tono sonaba casi indiferente -Me bombardeaste a mensajes anoche. ¿Estás? Necesito hablar con vos, es urgente... -lo imitó.

Lisandro cerró los ojos con fuerza y escondió su rostro entre sus manos, deseando desaparecer. Sin embargo, sabía que Cristian tenía razón. Él era quién lo había buscado, aunque no tenía en claro para qué. Era evidente que ya no había nada entre ellos dos.

-Perdón... tenés razón -admitió, intentando que Cristian no notara que estaba a punto de largarse a llorar -no te jodo más. No sé qué me pasó.

-¿Es verdad lo que me escribiste después? -Cristian lo estaba acorralando. Claro que era verdad, pero ¿qué ganaba admitiéndoselo?

-No me acuerdo qué más te escribí -mintió.

-Dale, Lisandro -lo provocó el moreno -te conozco bastante como para saber que sí te acordás. Sólo quiero saber si es cierto, o si me estás boludeando.

El teñido moría de ganas de decirle que sí, que aún lo amaba, lo extrañaba y que su felicidad nunca iba a estar completa sin él, pero a la vez no podía ilusionarse de nuevo cuando ambos intentaban rehacer sus vidas.

-Estaba en pedo, Cristian -respondió cortante -como vos decís, me conocés bastante y ya sabés que en pedo digo y hago muchas boludeces.

Cristian asintió con la cabeza, sin decir palabras. Sabía que Lisandro le estaba mintiendo, pero necesitaba que admitiera que lo amaba y lo extrañaba. Sin embargo, quizás se estaba equivocando.

-Está bien, no insisto más. Pero te voy a pedir una sola cosa... déjame intentar rehacer mi vida en paz. No sabés el dolor que me causa saber que estás al otro lado del mundo siendo feliz sin mí... saber que aunque intento olvidarme de vos y conocer a alguien nuevo no puedo. Cuando sepas bien qué es lo que querés, ya sabés donde encontrarme.

Cristian ha finalizado la videollamada.

Serendipia (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora