Sumérgete en esta emocionante historia que te atrapará desde el primer capítulo con su intenso contenido lleno de romance, erotismo, secretos, inseguridades y mucha pasión.
Acompaña a Ethan y April en la travesía que les espera para poder estar junt...
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La perdí de vista «¡Maldición!» me quejé internamente. ¿Se habría ido?
No iba a esperarla fuera del tocador como si fuese un jodido acosador, pero en ningún momento perdí la vista del mismo, con la esperanza de verla salir. No sabía ni qué, ni para qué quería hablar con ella, pero necesitaba hacerlo y escucharla.
Verla definitivamente me había sacado de mi zona de confort y fue bastante obvio que ella tampoco lo esperaba, quizá por eso decidió irse. No entendía como estas cosas podían sucederme. Mi vida era un maldito circo y no estaba dispuesto a arrastrar a nadie más y mucho menos a April, ella tenía mucho que perder a mi lado. No cargaría con más culpa, no de nuevo.
El restaurante tenía una especie de terraza al estilo de un pequeño jardín botánico, seguí caminando para adentrarme un poco más en busca de aire, me sentía abrumado. No la veía por ningún lado y muy en el fondo era un alivio. Si hubiese tenido ese momento a solas con ella ¿Qué le habría dicho? O ¿Qué me aseguraba que ella siquiera me escuchara?
«Vamos Ethan, déjalo ya o esto terminará mal»
Mi maldito subconsciente tenía razón.
Pasé la mano por mi cabello intentando distraer mi mente y dejar de pensar en ella…
Cuando se situó a mi lado de manera sigilosa viendo en la misma dirección que yo.
—Ethan. —saludó. —No esperé en ningún escenario posible encontrarte aquí. —su voz pareció calmada, el cuerpo entero me vibró al escucharla.
La miré buscando descifrar alguna emoción que su voz no hubiese emitido, pero solo me deslumbré más al observarla con detenimiento. Su piel brillante me hizo suspirar internamente ¡Maldita sea! La deseaba tanto.
—Y sabiendo que yo estaría aquí ¿Habrías venido? —inquirí paciente, pero volviendo a mi postura fría e intentando convencerme de que ella no me desestabilizaba.
—Por supuesto. No es que me plazca verte, pero no voy a correr cada vez que aparezcas.
Sonreí sin ganas, ocultando que su indiferencia era una patada en mi hígado, pero ¿Qué esperaba?, no era más que un patán ante sus ojos. No merecía otra cosa. Aún así sentí nostalgia de la April que me observaba como a una puta deidad, ya no había eso, me miraba diferente.
Tuve la incesante necesidad de hablarle. Yo era más que toda esa mierda que aparentaba. Lamenté todo lo que había pasado entre nosotros, pero era complicado para mí intentar explicárselo.
—April, deberíamos…
—¡Cariño! —exclamó una voz chillona y ambos nos giramos. Unos brazos rodearon mi cuello... —Creí que te habías ido, me alegra que no lo hayas hecho cariño.—soltó Montserrat y quité sus brazos de mi alrededor sin delicadeza y con toda la rapidez que me fue posible.
«¡Joder!»
Por primera vez desde que me habló vi los ojos de April titubear, nos miró por un segundo y luego sus ojos viajaron alrededor del lugar, mientras sus dedos tamborilearon sobre la copa en su mano. Parecía incómoda y yo también.
—¡Oh! Lo siento no me había percatado de que tuvieses compañía. —Montserrat estaba pasada de tragos y su tono cínico me hizo odiarla un poco más. —¿Es qué no piensas presentarnos? —inquirió sin dejar de tomar mi brazo.
—April Andueza. —se presentó ella misma sosteniéndo la mirada, dejandome fuera de lugar.
—¡Oh, querida! ¿Nueva o antigua conquista? —averiguó sin vergüenza alguna con una ceja enarcada.
—Cierra la boca, Montserrat...—intervine, un teléfono comenzó a sonar y April rebusco en su bolso de mano.
—Me encantó la charla, pero debo retirarme. Adiós, señor Montes de Occa. —soltó mordaz, sumergida en la pantalla de su teléfono y maldije mil veces la presencia de Montserrat.
—¿No me digas que interrumpí algo importante? —se mofó y no pude tolerarlo más.
—Vete a la mierda Monserrat. —solté irritado, y quise ir tras April, pero el fastidio a mi lado me sostuvo.
—Oye solo me iré con una condición… —la miré con desprecio. —Que vengas conmigo.
—Ni hablar, eso no sucederá. —afirmé convencido.
—¡Oh vamos, Ethan! ¿En qué momento te volviste tan aburrido? Oh, espera ¿Es por ella? No puedo creerlo, ¡Ethan Montes de Occa se ha enamorado! —cayó en un ataque de risas.
—¡Cállate, joder! —bramé exasperado.
En primer lugar, no estaba enamorado y segundo no era quién para rendirle explicaciones.
—Te estás poniendo en vergüenza, Monserrat. ¡Lárgate y déjame en paz! —enfaticé mirándola con frialdad, esta empequeñeció quedándose muda.
La ebria frente a mi se tambaleó y me tocó sostenerla antes de que cayera al suelo.
«¡Maldita sea!»
En su estado no llegaría muy lejos, no era mi maldito problema... «¡Joder!»
La arrastré dentro e intenté conseguir a alguien que se encargase de ella, respiré profundo cuando me dí cuenta que no había nadie que la llevara sin que la violara a medio camino.
«Evitate más complicaciones y déjala tirada»
Piensa Ethan, piensa… ¡Bingo!
El Chef se paseo delante de mí y no se me ocurrió nada mejor.
—¡Alexander! —le llamé desde donde estaba. Él volteo en respuesta y cuando me vió arrugó la mirada extrañado.
Su mirada viajó de mi a Monserrat y viceversa. hizo este gesto un par de veces antes de hablar.
—¡No puedo creerlo! ¿Has dejado a April por esta? —la señaló con desdén.
—¿De que mierda estás hablando? No dejé a nadie por nadie. —sobé mis sienes.
Relajó sus facciones y se cruzó de brazos.
—Bien, ¿qué quiere?
—Si haces lo que te pediré, tendrás la remuneración de tu vida.