Cassiel se aproxima a la señora de la carreta con serenidad. La mujer parece absorta ordenando los productos que vende, como si lo ocurrido hace unos segundos no le importara en lo más mínimo. Al acercarse, Cassiel la saluda con una voz pacífica, elevando el tono más de lo acostumbrado.
—Buenas noches —pronuncia.
La señora levanta la mirada bruscamente y grita con una evidente locura: —¿Quién eres? ¿Qué te hace pensar que las noches son buenas? —Mientras apunta con un bastón hacia el lugar equivocado, revelando su ceguera.
Las expresiones de Cassiel permanecen ocultas bajo un saco que cubre su rostro, pero si fueran visibles, reflejarían desagrado y decepción al darse cuenta de que no debió preocuparse por asustar a la señora durante la pelea con los bandidos. Además, la señora parece tan trastornada como los demás habitantes del pueblo. Cassiel se vuelve hacia el bandido caído por el golpe en el estómago, quien aprovecha ese momento para huir.
Cassiel se gira nuevamente hacia la señora, quien lo busca con el bastón moviéndolo en círculos sobre la carreta, sin éxito al buscar en la dirección incorrecta.
—Y... ¿por qué no lo serían? —pregunta, atrayendo el bastón hacia él para indicar su posición.
La señora golpea suavemente a Cassiel con el bastón y comenta; —¿Por qué? ¿Estás loco o también eres ciego?
—Solo soy nuevo en la región —responde Cassiel.
—Pues deberías ser nuevo en el mundo —suelta el bastón y continúa ordenando las cosas en la carreta. —Estaré ciega, pero no soy tonta; se nota que no eres de este mundo.
Cassiel se sorprende levemente, admirando la perspicacia de la señora. Una deducción acertada para alguien de su edad y sin visión, algo que los bandidos, que podían ver claramente, no lograron. Recobra la compostura y responde a la señora:
—Tranquila, no tengo razón para dañarte.
La señora sonríe. —¡Ja! Eso ya lo sé. Si la tuvieras, ya lo habrías hecho.
Mientras la señora continúa moviendo cosas en la carreta, Cassiel nota su persistencia. La curiosidad lo embarga al darse cuenta de que lo que hace es un acto de desorden y orden de los productos según su naturaleza, como si estuviera practicando, moviéndolos en zonas aleatorias y luego volviéndolos a colocar en su lugar.
La señora prosigue: —Ustedes suelen ser despiadados, pero tú pareces ser diferente.
—¿Nosotros? —pregunta Cassiel.
—Eres un rey, ¿verdad? Aunque realmente deberían llamarse tiranos ¡Ja!
Cassiel queda pensativo, un tanto atónito, no por el descubrimiento ni porque la señora supiera que era un rey, sino porque sus inquietudes resultaban ciertas: los reyes habían llegado al mundo. A pesar de que parecía obvio, Cassiel intentaba negar la idea de que pudieran reunir el poder suficiente para invocarlos. En su ritual de invocación, perdió una cantidad inmensa de poder; no podría conquistar el mundo si quisiera. Entonces, ¿qué tan posible era invocar a los reyes y que causaran todo esto? Era poco probable, pero al parecer, eso es lo que había sucedido.
Catherine seguía detrás de Cassiel, sus ojos inocentes vagaban por los alrededores, sus manitas juntas en el pecho. Cassiel se voltea hacia ella y le pregunta con seriedad:
—¿Quién mató a tu familia? —Parecía genuinamente preocupado.
Catherine lo mira con ternura y responde con voz suave:
—Un señor muy grande.
—¿Grande? ¿Qué tan grande?
—Más grande que mi casa, fue el que arrancó todos los techos.
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Against Myself
Mystery / ThrillerEn las sombras que anticipan el ocaso de la humanidad, "Against Myself" desvela la mística historia de Cassiel, renombrado por su invocadora, el demonio de la soledad y la melancolía, en el ajedrez infernal de reyes afligidos. Abaddon, el autoprocla...