ACERO Y SOMBRAS

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-Son una dupla inusual, seguro que nos entenderemos bien. -reflexionó Leonor después de cerrar el trato. Revolviendo en una bolsa que colgaba de su armadura, extrajo un documento que, al abrirse, reveló ser un mapa detallado.

-Este es el fruto de años de esfuerzo de nuestro equipo. Puede no parecer mucho, pero trazar un mapa de un lugar tan enigmático y peligroso como este ha sido una proeza. -dijo Leonor, con una risa que escondía una mezcla de orgullo y aprensión.

-Veo que depositas una gran confianza en nosotros a pesar de conocernos hace poco. -señaló Cassiel, estudiando el mapa que Leonor extendía ante ellos.

Leonor, llevándose la mano a la abolladura donde había recibido el golpe de Cassiel, trató de estudiar su rostro. Se dio cuenta de que no era solo la sombra del sombrero lo que lo ocultaba, sino también un saco oscuro y desgarrado que se extendía desde su cuello hasta más allá del sombrero, inyectándole una oleada de desconcierto.

-Prefiero tenerte como aliado que como adversario. -dijo finalmente.

Un breve silencio cayó sobre el grupo.

-Es una decisión sabia. -le respondió Cassiel.

Leonor, reanimándose con un suspiro y un toque de nerviosismo, prosiguió:

-¿Quieres una copia del mapa? No puedo dejarte este original, sería un problema si se pierde. No es que piense que lo vas a perder, solo que...

-No es necesario, tengo buena memoria. -la interrumpió Cassiel.

-De acuerdo, entonces ¿cuál es el plan?

-Lo que tal vez no sepas es que la mejor forma de acabar con estos enemigos es atacando su origen. Si pensabas derrotarlos uno a uno, probablemente tu gente caería antes. -explicó Cassiel.

-Por eso estoy aquí, para limpiar. -afirmó Leonor.

-Son demasiados, jamás terminarías. -advirtió Cassiel.

-Entonces, ¿a qué te refieres con "el origen"?

-La fuente de su vida es la magia negra de Tristitia. Si la derrotamos, todos ellos caerán. -reveló Cassiel.

-¿Propones que los tres nos enfrentemos directamente a la reina?

-Es más efectivo que luchar uno a uno. Solo necesitamos alejar a sus esclavos de la pelea para interrogarla.

-Es una propuesta arriesgada... me gusta. Pero asegúrate de que participe en la acción.

-Ten por seguro que tendrás tu parte de acción en cuanto te vean.

-¿Y qué hago yo? -preguntó Catherine, queriendo involucrarse en el plan.

-Mantente a salvo. -fue la respuesta concisa de Cassiel.

En ese preciso instante, el grito desgarrador de un lamentado que los había descubierto interrumpió sus planes. Con un alarido de alerta, llamó a los demás. Cassiel, con una rapidez letal, lanzó su daga a la garganta del enemigo, silenciándolo antes de que pudiera gritar más. Pero el daño ya estaba hecho; las hordas que rondaban el castillo se dirigían rápidamente hacia ellos.

Sin tiempo que perder, comenzaron su avance hacia la estatua que, según el mapa de Leonor, marcaba el centro del castillo y debajo de ella, la cámara real donde Tristitia yacía. Todavía tenían un largo camino por delante. Catherine se mantenía cerca de Cassiel, moviéndose con cautela entre las tropas. Leonor, combinando valentía con una pizca de temeridad, se enfrentaba valerosamente a cada enemigo que se cruzaba en su camino.

A medida que avanzaban, el número de enemigos crecía, diluyendo rápidamente el factor sorpresa. Se enfrentaban a oleadas incesantes de enemigos, algunos armados con lanzas y espadas, otros recurriendo a sus propias garras o atacando a distancia con arcos y flechas. El caos se había desatado en el castillo, y ellos eran los protagonistas indiscutibles de este frenesí.

Cassiel y Leonor, protegiendo a Catherine, se movían como si danzaran una coreografía letal. Los estilos de combate eran contrastantes: Cassiel luchaba con la ferocidad de una bestia desatada, su fuerza sobrenatural evidente al arrancar cabezas, atravesar torsos y desgarrar extremidades. Con un despliegue de violencia cruda, utilizaba los cuerpos de sus enemigos como armas improvisadas, creando un espectáculo macabro de sangre y furia.

Leonor, en cambio, se movía con una elegancia y gracia que desafiaban la brutalidad del combate. Sus movimientos eran ligeros y precisos, cortando el aire y a sus oponentes con igual facilidad. A pesar de la intensidad del enfrentamiento, ni una sola gota de sangre manchaba su armadura brillante.

Entre el torbellino de acero y sombras, Cassiel y Leonor se convirtieron en un dúo implacable, con Catherine observando y aprendiendo, manteniéndose a salvo detrás de sus protectores. En ese caos de batalla, Leonor no solo demostraba su destreza en combate, sino también su instinto protector hacia Catherine, otorgando a Cassiel la libertad de luchar con toda su intensidad, algo que no había experimentado desde su llegada al mundo físico. Por su parte, Leonor parecía disfrutar del caos que habían desencadenado, compartiendo con Cassiel el placer encontrado en la batalla.

Este enfrentamiento era diferente a cualquier otro que Cassiel había vivido antes. La presencia de Leonor, atenta tanto a la protección de Catherine como a la lucha, permitía a Cassiel desplegar su brutalidad sin reservas. Juntos, en un baile de muerte y destrucción, avanzaban hacia el corazón del castillo, hacia la cámara real de Tristitia, donde esperaban encontrar no solo respuestas, sino también el fin de la marea interminable de enemigos.

En el vértice de la batalla, el tiempo parecía distorsionarse, convirtiendo los minutos en meros segundos. Mientras Leonor y Catherine luchaban con la fatiga que se apoderaba de ellas, las hordas de hundidos surgían en número abrumador. En contraste, Cassiel se convertía en una tempestad viviente, cada vida que extinguía con su khopesh inyectaba en su ser una dosis de vigor desenfrenado. Su percepción del mundo se sumergía en un abismo de colores sangrientos, donde el rojo y el negro se entrelazaban. La realidad se desvanecía, dejando solo una sed de sangre que crecía como una bestia hambrienta en su interior.

Cassiel, ahora sumido en un trance de furia, apenas distinguía figuras en medio de la carnicería. Sus movimientos eran los de un depredador en su más pura esencia, impulsados por un instinto primario que borraba toda razón. Su khopesh, empuñado con una fuerza sobrehumana, se convertía en una extensión de su voluntad destructiva, cortando el aire y la carne con una facilidad sobrecogedora. Cada enemigo caído avivaba aún más la llama interna, transformando a Cassiel en un ser de pura ira y violencia.

En el clímax de su furia ciega, Cassiel levantó su arma para descargar un golpe devastador, pero en ese momento crucial, el sonido metálico y ensordecedor del choque de acero contra acero resonó a través del campo de batalla, sacudiendo la tierra y la realidad misma. La hoja de Cassiel fue detenida en seco, no por un enemigo, sino por la espada de Leonor. El impacto fue tan feroz que sacó a Cassiel de su trance, obligándolo a enfrentar la mirada penetrante de Leonor.

Ella, con sus ojos fijos en los de Cassiel, había detenido un ataque que fácilmente podría haber sido su fin. Su expresión, mezcla de sorpresa y resolución, era un espejo del conflicto interno que ahora consumía a Cassiel. Un silencio tenso colmó el aire, pesado como el plomo, mientras ambos guerreros se sostenían en un equilibrio precario. Cassiel, recuperando su consciencia, se encontró al borde del abismo, dándose cuenta de que en su locura, casi había cometido un acto atroz.

Against MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora