SIN ESCAPATORIA

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La criatura se soltó de la pared en la que se sostenía y dejó caer su cuerpo al suelo. Como una bestia hambrienta, miró a sus alrededores usando su cabeza como una lámpara. Era una masa de tentáculos y pétalos, con un cristal brillante en el centro. Se movía con agilidad y rapidez, y emitía unos sonidos viscosos y retorcidos. Catherine empezó a entrar en pánico, mientras sus latidos se aceleraban y la criatura se acercaba. El sudor le empapaba la frente y las manos, y el miedo le paralizaba los músculos. Ella observaba su entorno en busca de algo que pudiera utilizar, pero solo tierra y raíces la rodeaban. Así que solo abrazó fuertemente la barra y esperó a que la criatura se acercara lo suficiente. Ella podía ver cómo la luz la rodeaba y los sonidos viscosos y retorcidos de la criatura se hacían más fuertes y cercanos. La niña, en un intento de mantenerse en la sombra de la carretilla y evitar el brillo del cristal, encogió sus pies, pero no fue suficiente, pues la luz de la criatura la atrapó de todas formas.

Al notar la presencia de Catherine, la criatura hizo un fuerte sonido agudo que se esparció a través de la cueva, despertando a las flores de los techos. Catherine se abalanzó hacia la criatura en cuanto la escuchó chillar. Clavó la barra de metal dentro del túnel de tentáculos y rompió su cristal. La criatura agarró la cara de Catherine para alejarla en su último aliento de vida, para luego desplomarse al suelo y morir. Lamentablemente, los tentáculos se enrollaron y contrajeron fuertemente al morir, dejando la barra estancada en la cabeza de la criatura. Catherine intentó desatascar la barra, pero tuvo que dejarla de lado pues el ser había logrado su cometido, el chillido que causó en la cueva llamó la atención de todas las criaturas que se encontraban cerca, y sabían dónde estaba Catherine.

Unos rugidos se escuchaban en las lejanías, hordas de criaturas acechaban cada esquina de la cueva. Catherine no podía quedarse quieta esperando a que las criaturas la rodearan, así que sin más preámbulo emprendió una carrera a través de la cueva. Las criaturas estaban por todas partes, utilizaban sus tentáculos como látigos intentando azotar a Catherine y sumirla en la misma maldición que los consumía. Pero Catherine no se rendiría fácilmente, pues usando la ventaja que era su tamaño y su peso, sus pasos eran ágiles y sigilosos para evitar hacer ruido, así siendo capaz de sortear a las feroces criaturas incluso estando en frente de ellas. Sin embargo, su habilidad no sería suficiente, ya que dos criaturas aparecieron rugiendo y se acercaron a la escena rápidamente, eran las flores que podían ver con la luz de su cristal.

Catherine empezó a correr por su vida, sintiendo el aliento de las criaturas en su nuca. Las criaturas que usaban su cabeza como lámparas, la perseguían constantemente mientras se arrastraban por el techo, iluminando su camino con una luz cegadora. Mientras que las demás la perseguían sabiendo dónde estaba en todo momento, guiadas por el olor de su sangre y su miedo.

Catherine corría y corría sin tener más opciones, cada vez que doblaba una esquina, más flores aparecían y la perseguían, toda la cueva sabía dónde estaba en todo momento por las criaturas horripilantes que la seguían desde el techo y la iluminaban. Catherine intentó lanzarles piedras y cualquier cosa que se encontraba para que la dejaran de perseguir, pero todo fue en vano, pues la poca fuerza de la niña y su mala puntería hacían sus ataques defectuosos. Mientras corría, un latigazo salió desde uno de los túneles de la cueva, Catherine apenas pudo esquivarlo, pero el susto hizo que tropezara y cayera en el suelo. No tenía dónde huir. Miraba a su alrededor en busca de una salida, pero solo tierra, rocas y raíces se encontraban alrededor. Las criaturas rugían salvajemente mientras corrían hacia Catherine. Ella, al mirar una de las paredes, notó un agujero lleno de raíces que curvaba hacia abajo. Las raíces estaban tan apretadas que ella apenas podría entrar, incluso podría quedar atrapada, pero no tenía más opciones. Catherine se metió al agujero y se abrió paso entre las raíces con mucho esfuerzo, rasgando su piel y su ropa. Se hundía cada vez más en la oscuridad, sin saber qué le esperaba al final. Ya había bajado un poco cuando escuchó un rugido por donde vino y una luz que con gran esfuerzo atravesaba las raíces hasta ella, las criaturas habían llegado hasta el agujero y no se rendirían, pues utilizaron sus tentáculos para llegar hasta la niña y atraparle una pierna para que no pudiera escapar.

El tentáculo en su pierna la sostenía fuertemente y no la dejaba avanzar. Así que Catherine se encorvó hacia su pierna y gritó agresivamente hacia el tentáculo, lo más cerca posible. Catherine sintió un dolor agudo en su pierna, como si le clavaran mil agujas. El tentáculo la apretaba con fuerza, impidiéndole moverse. Con un grito agudo y desesperado, se acercó al tentáculo y le mordió con todas sus fuerzas. El tentáculo se retorció un poco, pero no soltó la pierna de la niña. Así que ella lo agarró con sus dos manos, y tiró de él con todas sus fuerzas. El tentáculo se resistió, pero finalmente cedió. Catherine se liberó, pero no sin dejar una herida sangrante en su pierna.

Catherine se arrastró entre las raíces. Mientras escuchaba los rugidos furibundos y la luz de sus cristales alejarse, incapaces de atravesar la trampa de raíces de aquel pasadizo.

La niña ya no podía ver nada, la densa oscuridad del túnel le quitaba la esperanza. Se arrastró por unos minutos, pero no parecía haber un final. Tenía miedo de que ese fuera el caso, de que solo encontrara un muro sin salida, que este agujero no fuera una salvación sino su tumba definitiva. Ella sentía miedo, desesperanza, cansancio, hambre, sed. Sus piernas flaqueaban, su garganta ardía y su mente se nublaba. Catherine se rindió y se aferró al collar que incrustaba su piel, como si fuera su única esperanza. Se acurrucó y cerró sus ojos.

Against MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora