EL ARTE DE LA DESESPERACION

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Cassiel liberó una porción de la magia negra que lo compone, dirigiéndola hacia el bandido.

Con una voz profunda, un susurro penetrante en la mente del bandido, un eco que resuena a su alrededor, como un suspiro tan potente que se adentra directamente en su conciencia, Cassiel le dice:

—Creo que eres tú quien debería abrir los ojos.

El bandido levanta la mirada, la magia negra de Cassiel había tocado su piel y había entrado a su sangre como un veneno mortal. Su entorno se sume en una niebla más densa que el humo de una fogata. Frente a él, un espantapájaros empalado en una cruz de ramas, dos cuervos en sus hombros lo observan con ojos rojos, brillantes como lámparas, mientras todo a su alrededor se vuelve oscuro. A su alrededor, solo se percibe un campo de trigo. Aunque le resulta difícil apartar la mirada de los cuervos, que lo observan profundamente, al apartar sus ojos, nota que la niña ha desaparecido. Busca a su alrededor, pero no hay nadie, ni siquiera sus compañeros.

En ese instante, siente un vacío en el pecho que lo consume, una rabia y desesperación intensas. Le provoca un deseo casi incontrolable de llorar, pero sin ser capaz derramar una lágrima, como si quisiera arrancarse el pecho con las manos. Esta desesperación, este hueco en su corazón, crece y se profundiza, la niebla se densifica hasta que no puede ver nada, ni al espantapájaros ni a los cuervos. Está completamente solo.

Todo esto ocurre en su mente, mientras su cuerpo pierde fuerza, libera a la niña y cae de rodillas. Lo primero que hace Catherine es mirar a Cassiel, quien se da la vuelta y continúa hacia la anciana de la carreta. Luego, voltea al bandido, arrodillado con los ojos teñidos de negro, perdido y desorientado, con la mandíbula colgando y moviendo las manos débilmente sobre su pecho, como si intentara quitarse una molestia.

—¿Qué le hiciste? —pregunta ella en voz alta, aterrada y confundida.

—Solo le di un poco del peso que cargo.

—¿Cómo?

—Magia negra. Hecha de las emociones más profundas, tóxicas y desgarradoras. Los humanos que eran capaces de recibir un poco de esta maldición murieron hace tiempo. Ahora solo quedan ustedes, seres débiles incapaces de obtener una parte de ella sin pudrirse. Los consume y los mata por dentro, haciéndolos sufrir mucho más allá de lo físico.

Catherine se levanta y mira al bandido con tristeza. Sabe que esto es lo que le hicieron a su pueblo, entiende su sufrimiento y comprende que morir sería una opción más benevolente que esta putrefacción interna. Recuerda a sus padres y, sobre todo, a su hermano, mientras mira los ojos oscurecidos del bandido, y se lleva la mano al rasguño que le hizo en el cuello. Observa a su alrededor y encuentra la daga tirada en el suelo, la recoge y se la coloca en las manos al hombre desesperado. Catherine lo mira sin decir una palabra y se marcha.

Against MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora