En este bosque donde la luz es reemplazada por la pura tristeza, los seres también son reemplazados por cáscaras andantes, monstruos que se alimentan de la culpa.
Aquella criatura reposando en el regazo de Catherine ocultaba un ser grotesco y sediento de sangre dentro de sí. El ciervo empezó a temblar de manera abrupta, de su boca empezó a brotar espuma y todo su pelaje se erizó. Catherine, asustada, se quitó al animal del regazo e intentó retroceder alejándose de la criatura mientras sufría convulsiones, pero tropezó con una rama a sus espaldas y cayó al suelo.
La niña observaba estática, en shock, lo que le sucedía al animal, pero la parte más grotesca apenas había comenzado, pues el pelaje que antes cubría todo el cuerpo del animal se caía a mechones mientras temblaba, un par de ojos y unas extremidades extras surgían en lo que solía ser el animal, creando un gran sufrimiento, como sus sonidos de agonía indicaban.
La criatura progresivamente se transformó en un ser repugnante; colmillos salían de su boca, garras de sus patas y sus cuernos se engrosaron y se ramificaron, filosos como la punta de una lanza. La criatura ahora poseía seis patas, cuatro ojos, había aumentado su tamaño y de su piel palpitaba un púrpura brillante. Poco quedaba de su antigua apariencia.
Luego de que su transformación hubiera terminado, los sonidos de agonía cesaron y fueron reemplazados por el sonido de respiración agitada de la criatura. Catherine no sabía cómo reaccionar, estaba paralizada y aterrorizada por lo que presenciaba, pero no podía quedarse ahí tirada esperando a que la criatura reaccionara, así que con cuidado y con cautela, se levantó y empezó a retroceder de nuevo, esta vez revisando sus pasos para no tropezar. Sin embargo, su cuidado no fue suficiente, ya que al pisar y romper una rama, el crujido de la madera llamó la atención de la criatura, quien en un abrir y cerrar de ojos se encontraba de pie, con sus ojos acechadores plantados en Catherine y su expresión exigiendo sangre.
El grito de Catherine dio comienzo a la persecución. La criatura se movía a través del bosque con ferocidad, dejando las marcas de sus garras en cada tronco que usaba como impulso, con sus ojos fijos en su presa perseguía a la niña salvajemente. Catherine corría a través de la maleza sin ningún rumbo, aterrada, gritando por ayuda. Mientras corría, escuchaba los rugidos de aquella bestia, acercándose a una velocidad impresionante. En el apuro, Catherine logró ver un estrecho agujero en el suelo, rodeado por raíces y piedras. En un momento decisivo, cuando la bestia estaba a punto de alcanzarla, ella logró saltar al agujero, arrastrándose entre las raíces.
La niña cayó por el agujero, rodando por una pila de tierra y piedra, rasgando su vestido y haciéndose unos cuantos rasguños en la piel. La criatura intentó entrar por el agujero, pero su diferencia de tamaño lo impidió, a pesar de que no se rindió fácilmente, pues antes de retirarse utilizó sus garras para intentar romper las raíces que obstruían su camino y su fuerza para apartar la tierra y piedras, pero todo lo hizo en vano.
Catherine se calmó una vez se dio cuenta de que la criatura era incapaz de entrar al agujero y se dispuso a mirar a su alrededor. El azul del bosque había sido reemplazado por pura y profunda oscuridad, la poca iluminación que había era del agujero por el que recién había entrado y un pequeño resplandor azul que adornaba el techo de la cueva. Ella no sabía qué hacer, pero debía actuar, estaba perdida, herida, asustada, hambrienta y cansada, pero no se rendiría, estaba dispuesta a salir de esa cueva y conseguir a Cassiel cueste lo que cueste. Se armó de valor y se levantó, siguiendo el débil resplandor de las luces azules. A medida que avanzaba, se dio cuenta de que las luces eran en realidad unas extrañas flores que crecían en las paredes y techo de la cueva. Catherine se acercó a una de ellas y la tocó con curiosidad, sintiendo su textura suave y húmeda. La flor se abrió y le mostró su interior, donde había un pequeño cristal que brillaba con más intensidad. Catherine se quedó fascinada por el cristal y lo cogió con cuidado, admirando su belleza. Sin embargo, en cuanto lo hizo, la flor se marchitó y se oscureció. Catherine se asustó pero no soltó el cristal. Ella se sintió culpable por haber arruinado la flor y se alejó de ella, utilizando el brillante cristal para guiarse a través de la cueva. Siguió caminando, evitando tocar las flores, hasta que llegó a un punto donde el camino se bifurcaba. Catherine no sabía qué dirección tomar, así que se detuvo y trató de escuchar algún sonido que le indicara dónde estaba la salida. Pero lo único que escuchó fue el eco de su propia respiración y el latido de su corazón.
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Against Myself
Misterio / SuspensoEn las sombras que anticipan el ocaso de la humanidad, "Against Myself" desvela la mística historia de Cassiel, renombrado por su invocadora, el demonio de la soledad y la melancolía, en el ajedrez infernal de reyes afligidos. Abaddon, el autoprocla...