Cassiel había escuchado los gritos alarmados de Catherine a la distancia, pero cuando llegó al lugar del suceso, no había nadie, ni nada, en los alrededores. Sabía que no estaba muerta así que no estaba tan preocupado, igualmente podía sentir el poder del collar, lo único extraño, es que tal poder provenía de debajo de la tierra. Cassiel buscó a los alrededores cómo fue que la niña había logrado llegar bajo tierra, y tras unos momentos observando su entorno, encontró la razón de sus gritos. Había troncos rasgados, huellas enormes en la tierra y rastros de magia negra en todas partes; tras escuchar un rugido desesperado en las lejanías, Cassiel se percató de que él no era el único en busca de Catherine, así que sin más preámbulo Cassiel fue en búsqueda de la bestia, esperando encontrarla antes de que eso encontrara a Catherine.
Por otra parte, Catherine, perdida y fatigada, no sabía qué hacer en la situación que se encontraba, dos caminos, una decisión. Intentó utilizar sus oídos para escuchar algo que le diera una respuesta pero el profundo silencio solamente interrumpido por el palpitar de su corazón la mantuvo en dudas.
La densa oscuridad de ambos caminos incrementó su incertidumbre y su miedo, pero al darse cuenta de que no llegaría a ningún lado si no empezaba a caminar, a donde sea, nunca saldría de aquella cueva. Así que sin más dilación, con valentía y un violento suspiro se armó con el valor suficiente para dar el primer paso y adentrarse más a la cueva. Escogió el camino de la izquierda para comenzar su travesía. El ambiente era húmedo, gotas de agua rebosaban desde la punta de las raíces que colgaban del techo, alimentando a las flores relucientes a sus alrededores. Mismas flores se hacían menos brillantes a medida que se adentraba a la cueva, pero Catherine por su lado iba preparada, pues el cristal que llevaba en mano le ofrecía suficiente luz para mirar su entorno. Sin embargo, su luz no era eterna, pues al cabo de unos minutos empezó a cesar, hasta que una fractura en el cristal le dio fin a su brillo.
Catherine no sabía qué sucedía con el cristal así que intentó varias cosas para devolverle su brillo: lo agitó, sopló, pulsó con su dedo e incluso le dio unos suaves golpes para intentar reanimarlo.
Al fracasar con todos sus intentos se frustró e inconscientemente exclamó:
-¡Vamos, brilla!
Esto alertó a unos cuantos murciélagos que descansaban en los techos, haciendo que volaran por encima de Catherine. Ella, también se asustó por el sonido de sus chillidos y su aleteo, haciendo que se tirara al suelo y se cubriera la cabeza, soltando un grito de miedo.
Los murciélagos no le hicieron ningún daño, simplemente pasaron de largo, sus aleteos y chirridos se distanciaron por la cueva y Catherine se sintió segura de nuevo. Al abrir los ojos notó algo impresionante, la cueva estaba más iluminada que antes, aquellas flores habían reaccionado al ruido y habían abierto un poco sus pétalos, dejando que los cristales que guardaban en su interior resplandecieran el lugar durante unos segundos antes de volverse a cerrar y sumir todo en oscuridad.
Catherine rápidamente comprendió, y en su actitud curiosa e infantil, empezó a jugar con su voz, el eco y las flores.
-¡Hola! -gritó sin miedo mientras el sonido de su voz se repetía por la cueva.
-¡Hey! -continuó gritando, disfrutando de las luces danzantes y su espectáculo.
Catherine sonreía. Una paz interna le dio un suspiro de tranquilidad por unos momentos. Pero esto acabaría, pues al prepararse para volver a gritar, una voz familiar la interrumpió. -¡Hola! ¿Dónde estás? -Se escuchaba en la distancia del túnel mientras las flores reaccionaban a esa voz distorsionada y rasposa, pero algo más siniestro que eso había puesto los pelos de punta a Catherine, acompañado por un escalofrío que subió por toda su espina, pues la voz que la llamaba sonaba exactamente igual a la suya.
Catherine se quedó helada, sin poder creer lo que escuchaba. Algo había copiado su voz y la estaba tratando de engañar; ella lo sabía, no podía poner en duda su juicio o podía costarle la vida. Catherine se tapó la boca, temiendo que eso la escuchara. Se dio cuenta de que estaba en peligro y que tenía que salir de ahí cuanto antes. Miró a su alrededor, buscando una salida. Vio que atravesando unas raíces a su izquierda avanzaría hasta otro camino, así que antes de que la criatura cruzara la esquina donde se encontraba, Catherine atravesó las raíces. Detrás de aquella cortina había unas viejas vías de metal que indicaban que la cueva había sido una mina en el pasado. Catherine recordó que las minas solían tener salidas de emergencia y pensó que quizás ese camino la llevaría a una, así que continuó siguiendolas. Mientras corría, vio algunos carros de mina abandonados y algunos equipamientos oxidados que se usaban para minar. No tuvo tiempo de observar más, pues escuchaba a la distancia su propia voz llamándola -no huyas, no huyas, no huyas. -repetía la voz distorsionada mientras se acercaba cada vez más. Catherine no podía seguir corriendo, la falta de energía podía más que ella y aquella voz se aproximaba, así que decidió esconderse dentro de unas cajas vacías que se encontraban al lado de un carro de mina; aquella caja tenía una tapa, así que Catherine la cerró casi por completo, dejando un agujero por el que podía ver. Ella quedó paralizada de miedo al escuchar su propia risa acercarse cada vez más, hasta que la luz de las flores hizo notar su abominable apariencia.
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Against Myself
Mystery / ThrillerEn las sombras que anticipan el ocaso de la humanidad, "Against Myself" desvela la mística historia de Cassiel, renombrado por su invocadora, el demonio de la soledad y la melancolía, en el ajedrez infernal de reyes afligidos. Abaddon, el autoprocla...