#9

958 77 15
                                    

-Pero, ¿a dónde vamos?-. preguntó Teo, tirando de la mano de Andrés.

-¿Quién va a venir a recogernos?-. preguntó Bruno, saltando con entusiasmo y tirando de su otra mano.

Andrés miró entre sus caritas emocionadas e hizo una mueca en su interior.

Esta era una idea terrible.

-Un amigo-. dijo, eligiendo responderle a Bruno, ya que no tenía idea a dónde se dirigían. Presumiblemente a visitar al padre de Coronel. Parecía que Coronel y su padre tenían desacuerdos así que Andrés dudaba que fuera a ser una cálida reunión familiar, incluso sin tomar en cuenta el hecho de que Coronel le estaba llevando sólo para molestar a su familia -especialmente a su padre-.

Arrastrar a Teo y a Bruno en esto no era una buena idea, pero por otra parte... tres mil euros. No tendría que preocuparse de los salarios de Mike durante unos cuantos meses.

-¿Es él? ¿Es él?-. Bruno saltaba poniéndose aún más emocionado mientras señalaba al Mercedes rojo que había estacionado frente al edificio.

-Probablemente-. dijo Andrés. -Vamos.- Él tomó su maleta y agarró la mano de Bruno con la otra mano. Se podía confiar en Teo para que se quedara cerca y no corriera a cualquier lugar; en Bruno, no se podía.

Las puertas del Mercedes se abrieron cuando llegaron a él. Andrés se sorprendió al encontrar que Coronel ya tenía asientos de seguridad para niños instalados.

-Hola-. le dijo a Coronel, sintiéndose torpe. Nunca se supuso que Coronel conociera a sus hermanos. -Teo, Bruno, saluden al Sr. Coronel.

-¡Hola, Sr. Coronel!-. dijeron juntos y Andrés sintió una oleada de orgullo. Ellos solo tenían cuatro años, pero eran muy inteligentes y hablaban claro. Parecían angelitos con sus gorritas de gatito y perrito, sonriéndole tímidamente al hombre. Cualquier persona con un corazón les habría regresado la sonrisa.

Al parecer, no Ari Coronel. Coronel estudió a los niños como si fuesen seres de otro planeta antes de asentir débilmente y girar de nuevo hacia Andrés . -Consigue ponerlos en sus sillas. Yo pondré tu maleta en el maletero.

Andrés solo rodó los ojos, preguntándose qué había vuelto a Coronel tal "Coronel". Fue una orden completamente innecesaria.

Para el momento en que los niños estaban asegurados en el asiento trasero, Coronel había vuelto al asiento del conductor. Andrés miró a los niños por última vez antes de cerrar la puerta con cuidado y tomar su asiento.

-Antes de irnos, quiero dejar algo claro-. dijo Andrés , bajando la voz para que los niños no pudieran oír. -Sé muy poco acerca de su familia, pero no vas a arrastrar a mis hermanos en tus problemas con tu padre. Si alguien los trata mal, nos iremos. Que se joda el dinero. ¿Lo entiendes?

Coronel lo miró por un momento.

-Nadie va a tratarlos mal-. dijo antes de inclinarse, agarrando la barbilla de Andrés y besándolo. Andrés frunció el ceño, no era ni el momento ni el lugar; pero Coronel sostenía firmemente su cara, sus labios fuertes y hambrientos, su lengua profundizando en la boca de Andrés, seguro y reclamando su propiedad, y muy pronto, Andrés se encontró completamente abrumado por la intensidad del beso. Y continuó, y continuó, ...

-Sparta, ¿estás herido?

Con un jadeo, empujó a Coronel y centró su mirada en Teo. -¿Qué? ¡No!

Un surco apareció entre sus pequeñas cejas. -Pensé que estabas herido. Estabas haciendo ruidos.

El rostro de Andrés estaba caliente, determinadamente evitaba mirar a Coronel. -Yo no estaba haciendo ruidos.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora