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El primo de Andrés, Carlos, vivía en una parte menos que segura de la ciudad. Fue en parte la razón por la que Andrés no lo vio tanto. La otra razón era que su primo había estado extraño después de haber sido liberado de la cárcel hace seis meses: parecía deprimido y distante, como si no estuviera realmente allí. Al principio Andrés lo atribuyó a la muerte de su tía, pero no parecía ser el caso. En lugar de mejorar, su primo sólo parecía más deprimido al pasar el tiempo. Andrés se preocupaba por él, por supuesto, pero la verdad sea dicha, tenía problemas más grandes en que pensar a su alrededor y no tenía tiempo para visitar a su primo.

Pero dado que había tenido que dejar a los niños en casa de Miguel antes de su turno nocturno, Andrés decidió hacer un pequeño desvío y averiguar cómo Carlos lo estaba llevando.

Su primo le saludó con una sonrisa. -Hola Sparta, vamos pasa,- le dijo abriendo más la puerta.

Le tomó a Andrés un momento para recuperarse de su sorpresa. -Te ves bien-, dijo palmeándole el hombro y entrando en el departamento. Carlos se veía genial de hecho; él siempre había sido el más apuesto de los dos. Los rasgos de su primo eran mucho más pronunciados que los suyos. Si Victor hubiera visto a Carlos, nunca llamaría a Andrés bonito de nuevo, aunque seguramente lo seguiría llamando así.

En realidad hizo a Andrés preguntarse, y no por primera vez, si algo le habían hecho a su primo en la cárcel. Si los rumores sobre lo que pasaba en la prisión eran ciertos, con una cara como esa... Andrés se estremeció.

-¿Cómo están tus hermanos?-, preguntó Carlos, alejándolo de sus pensamientos.

-Bien. Tengo el turno nocturno esta noche, así que acabo de dejarlos en la casa de Mike.-

Carlos se sentó en el sofá, con las piernas cruzadas, y palmeó el lugar junto a él. Sacándose la chaqueta.

Andrés tomó asiento. -Realmente no puedo quedarme,- dijo mirando su reloj. -O voy a llegar tarde al trabajo. Sólo quería chequearte y ver cómo lo estabas haciendo, Flex- .

Carlos sonrió, había echado de menos ese apodo de su primo, aunque ahora alguien más tambien lo llamaba así.

La puerta se abrió y un hombre entró en el departamento.

Al ver a Andrés, se detuvo y se quedó mirando.

Andrés le devolvió la mirada fija. El hombre era alto y guapo.

-¿Quién es?-, preguntó el hombre con el tono no muy agradable.

-Es mi primo Andrés... o Sparta para los amigos-, dijo Carlos, más bien a la defensiva. -Andrés, él es Sebastián... o Musi.- Rio suave.

Andrés esperó una explicación, pero no hubo ninguna.

Pero cuando Sebastián se acercó, inclinó la cabeza de Carlos y le dio un beso, las explicaciones ya no eran necesarias.

El beso siguió y siguió, y Andrés sólo podía mirar. Había estado bastante seguro de que Carlos era completamente heterosexual.

Bueno, al parecer, no.

Su primo de hecho gimió, y Andrés miró hacia otro lado, más allá de incómodo. Se puso de pie y se aclaró la garganta. -Um, será mejor que me vaya, Flex.- Él se rió entre dientes. -Tú claramente estas muy bien.-

Detrás de él, los besos se detuvieron. -Mira-, dijo Carlos, sonando avergonzado. -Yo- -

-Tú no tienes que explicar nada-, dijo Andrés rápidamente y encaró hacia la puerta. -Me voy.-

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora