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Las siguientes semanas pasaron volando.

Todas las noches, Coronel venía y se pasaban horas en la cama, teniendo sexo hasta que quedaban completamente agotados y se quedaban dormidos enredados entre sí. A veces se besaban en los pasillos o Andrés iba a la oficina de Coronel y se sentaba a horcajadas en su regazo y ellos-

Era una locura. Era desquiciante. Andrés no podía mantener sus manos fuera de él; era como si no pudiera controlar su cuerpo en absoluto. Se sentía extrañado por su propio comportamiento insaciable; él nunca se había comportado así antes. Esta cosa fue de hecho empeorando. No importaba cuántas veces follaran, no importaba cuántos orgasmos tuvieran, constantemente quería más, más y más de Ari, pero no podía conseguir suficiente.

Ari.

Esa era otra cosa que molestaba a Andrés. Últimamente se había atrapado a sí mismo pensando en Coronel como Ari con demasiada frecuencia para su gusto. Y para empeorar las cosas, Andrés no estaba tan seguro de que fuera solo sexo lo que él quería. Le gustaba besar a Coronel, demasiado. Pero la parte después del sexo era lo peor. Ari Coronel besaría su cara y cuello, suavemente y con pereza, y Andrés se sentiría bien y cálido.

Al igual que él se estaba sintiendo en este momento mientras Coronel acariciaba la parte posterior de su cuello.

-Dios, ya sal,- Andrés gimió contra la almohada, su voz aún ronca después de la mamada que él le había dado a Coronel más temprano. -Tengo el turno nocturno esta noche. Necesito estar en el trabajo en menos de dos horas, y toma años llegar allí.- Hizo una mueca ante la idea. Odiaba los turnos de noche, odiaba cuando era enviado a trabajar en el restaurante al otro extremo de la ciudad, y odiaba dejar a los gemelos con Miguel por la noche.

Coronel no se movió, su gran cuerpo todavía tumbado sobre la espalda de Andrés. Él era demasiado pesado y estaba poniéndose difícil respirar, pero Andrés encontró que no le importaba tanto.

-Tengo que ponerme en marcha, también-, dijo Coronel contra su cuello, besándolo allí. -Tengo cientos de tareas que corregir-.

-¿Corregiste la mía ya?-

-Sí.-

-¿Y?- El estómago de Andrés se tensó mientras esperaba la respuesta de Coronel. Había puesto tanto esfuerzo en ella.

-Fue aceptable-, dijo Coronel. -C.-

Andrés exhaló. -Oh.-

Los labios de Coronel se detuvieron contra su nuca.

Luego rodó a Andrés y se apoyó en los codos por encima de él. Sus ojos oscuros estudiando la cara de Andrés. -¿Estás... molesto?-

-No,- dijo Andrés ligeramente con una risa suave, evitando su mirada. -Yo solo... yo sólo quería hacerlo mejor. Para callar a las personas que difunden rumores acerca de nosotros-.

-Si tuvieras una mejor calificación, sólo lo empeoraría.-

-Puede ser. Pero... yo realmente quería hacerlo mejor.-

Coronel le agarró la barbilla con los dedos y obligó a Andrés a mirarlo. Tenía una extraña expresión en su rostro: irritación mezclada con algo más. -Lo hiciste mejor-, dijo con voz ronca. -Yo esperaba algo peor.-

Andrés resopló, sacudiendo la cabeza. -Gracias. Supongo.-

Coronel se le quedó mirando con la misma mirada vagamente irritada, antes de inclinarse y besarlo.

Andrés no estaba del todo seguro de cómo habían pasado de besarse a que Coronel estuviera tratando de empujar su verga dentro de él, de nuevo.

-Tienes que estar jodiendome-, dijo Andrés, con algo así como una medio risa y medio gemido. -Estoy adolorido.-

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora