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La puerta de la oficina del profesor Coronel era tétrica y muy brillante.

Andrés se quedó admirándola, tratando de ignorar la sensación incómoda en su estomago. Secó el sudor de sus palmas en sus jeans.

"Tu no eres ridículo" se dijo a sí. Coronel es solo un hombre, no una aguja o una deuda del mes sin pagar. La peor cosa que el tipo podía hacer era decir que no. Solo hablaría con él, explicaría su situación con sus hermanos y esperaría que su profesor no fuera el idiota que todo el mundo creía que era. Le tenia poca esperanza, pero prefirió mentirse.

-¿Quería algo, Sr. Saavedra?-. Andrés casi saltó cuando escuchó la voz desde adentro de la oficina. Mirando a todos lados, trató de encontrar algo que decir. -¿Sr. Saavedra?-. Coronel pareció fruncir el ceño, formando una pequeña arruga entre sus oscuras cejas.

-Quería hablar con usted, señor.

-No tengo horas de oficina-. dijo abriendo la puerta de la oficina y entrando.

No empujó la puerta cerrando detrás de el, y Andres vaciló, inseguro de si debía seguirlo adentro.

Coronel se sentó y encendió su computadora. -No tengo todo el día, joven-. dijo sin mirarlo.

Andres entró en la habitación a toda prisa. Cerró la puerta y se acercó a la mesa, se detuvo cuando estuvo lo suficientemente cerca. El miró a su alrededor, pero no había mucho que ver más que una oficina ordenada y con auras de tener todo en su lugar. Típico de Coronel.

-¿Y bien?

Andrés se obligó a mirarlo. El toque de impaciencia en la mirada del contrario lo hizo temblar.

Andrés apretó el respaldo de la silla frente a él, evitando sentarse sin preguntar, al final no lo hizo. -Como dije, yo quería hablar acerca de mis calificaciones, señor.

Los labios del contrario presionaron en una delgada línea. -No estoy entendiendo, no creo que haya algo de que hablar. No doy segundas oportunidades, debería saberlo, y menos a estudiantes que no lo merecen. Usted no asiste a mis clases, la calidad de sus proyectos y tareas está por debajo de lo estándar. No me puede estar pidiendo una buena calificación. Todo acerca de las calificaciones está en el programa de clases; los universitarios están en la obligación de leerlo y organizarse en base a la misma. ¿Realmente es usted un estudiante becado? Si está preocupado por su beca no debió venir aquí  y podría dejar mi clase. La única culpa la tiene usted.

-No puedo dejar su clase, es una correlatividad para otra clase que actualmente estoy tomando y no puedo dejar ambas sin perder mi beca. No puedo desaprobar su clase y mucho menos dejarla. Necesito aprobar, señor.

La mirada de Coronel no expresada nada, mucho menos impresión. -La culpa la tiene usted, Sr. Saavedra. Usted no merece una mejor calificación a la actual. Su asistencia, sus proyectos, tareas, participación en clase y evaluaciones están por debajo de la expectativas del curso. Si vino usted a decirme una historia lacrimógena y pedirme que mejore su nota, ahórrese el tiempo. He oído de todo, desde niños pequeños que cuidar hasta trabajar en más de dos empleos. Si usted no desea estudiar y aprender o no puede, háganos un favor a ambos y abandone la universidad.

Andrés sintió su corazón aplastarse. Una parte de él había esperado que Coronel tendría piedad si le decía sobre su situación y le dejaría recuperar sus tareas luego. Pero, al parecer, a su profesor no le importaba y no quería escuchar historias lacrimógenas.

Su mandíbula se tensó. Su orgullo le instó a dar la vuelta y marcharse, pero no pudo. Él no podía perder la beca, sus hermanos dependían de él.

Recordó el ridículo consejo de Victor, repentinamente; "Dicen que tiene una debilidad por los chicos bonitos" "Solo estoy diciendo que puedes ser coqueto con él, no tiene que pasar a mayores"

-¿Sr. Saavedra?

Andrés se estremeció, se sonrojó y volvió a mirar a Coronel.

-Hemos terminado, debió retirarse.

Viendo la expresión dura de Coronel, Andrés no podía imaginarse coqueteando con él en su vida. Coqueteo y profesor Coronel en una sola oración ni si quiera debía existir. Y Andrés no tenia mucha experiencia con el coqueteo, de todos modos; las pocas chicas con las que había tenido relaciones sexuales no requirieron ninguna seducción. A decir verdad, usualmente no tenía que hacer ningún esfuerzo.

Andrés respiró hondo y miró a los ojos a Coronel. -Señor, yo...-. tragó saliva. -¿Hay alguna forma en la que pueda conseguir una mejor calificación? Haré lo que sea. Cualquier cosa.

Coronel lo miró fijamente. Luego, sus ojos lo miraron con indiferencia. -Sr. Saavedra-. dijo al fin. -¿Esta sugiriendo lo que creo que esta sugiriendo?

Andrés tragó de nuevo. ¿Lo hacia? Él no estaba seguro de nada. -¿S-Si?

Vio las fosas nasales de Coronel atrapar aire fuertemente. Se echó hacia atrás en su silla y lo miró con esa característica mirada de reptil. -Por favor, aclare y así evitaremos una confusión.

Andrés miró alrededor de la habitación antes de mirar hacia sus pies y encogerse de hombros. Sus zapatillas necesitan un cambio, pero no podía permitirse unas nuevas. -Creo que usted lo tiene claro, señor.

Silencio. Un maldito incómodo silencio.

-Ya veo-. se escuchó decir a Coronel. -Venga aquí, cierre la puerta.

El estómago de Andrés se contrajo. Sus piernas temblaban, se acercó a la puerta y la trabó. Trató de ignorar la vocecita de pánico dentro de su cabeza diciendo: "¿Qué estas haciendo?" "No lo sé, cabecita, no tengo ni idea"

Miró a todos lados nuevamente, todo lugar menos a Coronel, rodeó el escritorio y se detuvo junto a él. Su corazón latiendo rápidamente. Coronel giró su silla de modo que estaba frente a Andrés. Él centro su mirada en la tela oscura de su profesor.

-Al suelo, de rodillas-. dijo suavemente.

Dejarse caer de rodillas fue casi un alivio, sus piernas lo agradecían por lo inestables que estaban.

Coronel tomó su barbilla con los dedos y le echó la cabeza hacia arriba. Mirándolo. -Yo puedo expulsarte por esto-. Los ojos de Andrés se agrandaron, Coronel le lanzó una mirada de tanto odio que estuvo obligado a temblar. -Tengo estudiantes que nunca se pierden una clase y trabajan muy duro para conseguir una C. Y luego están los chicos guapos, cabeza hueca como usted que piensan que si me chupan la verga, van a conseguir no desaprobar mi curso.

La cara de Andrés se encendió. Oír la palabra "verga" del profesor Coronel era extraño, demasiado, y francamente incorrecto por el echo que pensó que esas palabras no existían en el diccionario mental de Coronel.

El agarre de Coronel en la barbilla de Andrés se apretó. -¿Cree que es justo, Saavedra?

Andrés tragó, pero se obligó a mirarlo con firmeza. -Si usted va a informar esto al consejo de la universidad, recuerde que yo no he dicho nada de chupar vergas, señor. Usted lo hizo. Si me denuncia, yo voy a denunciarlo a usted.

La mirada de Coronel de intensificó y el aura que emanaba tambien. -Eres una pequeña mierda-. su otra mano se hundió en el pelo rizado de Andrés y lo tiró mas cerca de su entrepierna. -Bien. ¿Quieres una calificación aprobatoria? Adelante. Trate de impresionarme-. Andrés tomó una respiración. Coronel sonrió, no era una sonrisa agradable, ninguna sonrisa de él lo era. -¿Arrepintiéndose tan pronto?

-No-. pasó una mano por el bóxer de Coronel y tomó su miembro.

Un latido pasó. Andres se debatía entre si reír histéricamente y entrar en pánico. Tenia en la mano la entrepierna de otro tipo, el del profesor Coronel.

No sabía como iba a salir de esto.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora