#10

800 83 6
                                    

Era de noche cuando llegaron.

Mientras se bajaban del auto, Andrés miró a la casa y dijo, no sin humor, -En realidad, algunas cosas acerca de ti ahora están comenzando a tener una horrible cantidad de sentido.- Era casi inapropiadamente llamarla una casa. Era una gran mansión de diseño clásico.

Bruno dio unas palmaditas con entusiasmo. -¡Un palacio!-

-No seas estúpido,- dijo Teo, con tono de superioridad. -Los reyes y los príncipes viven en palacios. Nuestros país no tiene fidelidad-.

-Realeza-, Coronel lo corrigió, cerrando el coche. -Si vas a llamar a alguien estúpido, asegúrate de no cometer errores tú mismo-

Bruno le sonrió a Coronel y le agarró la mano. -¡Me gusta Sr. Coronel!-

Coronel se quedó mirando al pequeño niño con una expresión vagamente perpleja en su rostro, antes de mirar a Andrés .

Reprimiendo una sonrisa, Andrés dijo, -deja al Sr. Coronel en paz, Bruno. Ven, toma mi mano-.

Bruno puso mala cara, pero soltó la mano de Coronel y tomó la de Andrés . Teo tomó su otra mano mientras que unos cuantos criados salieron para llevar su equipaje dentro.

-A mí no me gusta él,- Teo dijo mientras caminaban hacia la casa.

-No seas maleducado, gatito-, dijo Andrés , mirando el hombre, que caminaba al lado de ellos. -El Sr. Coronel puede oírte-.

Los ojos de Coronel se centraron en la casa; su característica mirada de reptil se presentó y no mostró ningún signo de escuchar la conversación.

Andrés desvió la mirada. Era difícil creer que hace apenas unas horas, él tenía a este hombre, de rostro severo, gruñendo y moviéndose encima de él.

-Pero él no me gusta-, dijo Teo bajando la voz. -No me gusta la forma en que te mira.-

-¿Cómo me mira?- dijo Andrés .

-Como Bruno mira galletas en forma de perritos.-

Andrés forzó una sonrisa. Este fue un nuevo nivel de rareza. -Tú sólo estás imaginándolo, gatito.-

-Pero-

-Sólo imaginándolo-, repitió Andrés, esperando que Coronel no hubiera oído las palabras de Teo.

El rostro de Coronel era duro y frío, desprovisto de todo el color. Este era un hombre que volvía a casa, a su padre y su familia después de seis años. Se veía casi tan feliz como un hombre en su camino a la prisión.

Un mayordomo abrió la puerta y saludó a Coronel con un tranquilo: -Maestro Ari-.

Andrés guio a los niños al interior. Se veían tímidos y nerviosos, y Andrés tuvo que admitir que no estaba menos nervioso que ellos; él era simplemente mejor en disimularlo.

Su primera impresión de la sala fue por la inmensidad del mármol y los pilares y bustos clásicos y la cúpula imponente.

-¡Raptor!-

Andrés miró hacia arriba. Una mujer alta de cabello oscuro iba caminando por las escaleras, una sonrisa vagamente aliviada en sus labios. Abrazó a Coronel y lo besó en la mejilla.

-Cache- Coronel murmuró. -Te ves bien.-

Así que esta era la hermana que le había convencido para venir.

Andrés la miró con curiosidad. Él ciertamente podía ver el parecido familiar. Ella parecía unos pocos años mayor que su hermano, tal vez casi culminando sus 20.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora