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Andrés estaba caminando a su última clase del día cuando vio a Coronel caminar hacia el lado contrario.

Sus pasos vacilaron por un momento antes de que él desviara la mirada y continuara caminando, determinado a ignóralo.

Excepto que Coronel no se lo permitió.

Él agarró el brazo de Andrés mientras se estaban pasando uno al otro. -Una palabra, señor Saavedra.-

Andrés se humedeció los labios, su corazón acelerado. Miró directamente frente a él. -No creo que tengamos nada de qué hablar, Profesor-.

El agarre de su mano se apretó. –Solo unas palabras.-

Andrés miró a su alrededor. -Suélteme, por favor. Está llamando la atención-.

Coronel quitó la mano y espetó: -Sígueme-.

-Tengo una clase en unos pocos minutos.-

-Te voy a escribir una excusa,- Coronel dijo por encima del hombro antes de alejarse.

-Eso es abuso de poder-, Andrés se quejó, pero lo siguió.

Coronel lo guio hasta un salón de clases al final del pasillo. Estaba vacío.

Andrés cerró la puerta. -Mira, esto es—

Coronel lo estrelló contra la pared y aplastó sus labios juntos.

Maldita sea, no esto otra vez. Pero él ya estaba devolviendo el beso y jadeando en la boca de Coronel.

El beso fue desordenado y necesitado, Coronel presionando contra él como si estuviera tratando de empotrarlo en la pared.

Andrés se quejó cuando el beso terminó tan repentinamente como había empezado.

Coronel enterró su cara contra el lado de la garganta de Andrés, aspirando profundamente, su cuerpo tenso. -Quiero follarte.- Coronel chupó con fuerza a un lado de su cuello, sus manos amasando el culo de Andrés y empujando sus vergas juntas. -Necesito follarte de nuevo.-

Andrés cerró los ojos, tratando de pensar, tratando de recordar cómo respirar porque no parecía como si estuviera recibiendo ningún oxígeno en su cerebro y toda su sangre parecía haber sido drenada hacia su verga y su cabeza estaba felizmente vacía. No podía, ni por su propia vida, recordar por qué era una tan mala idea.

-¿Por qué Andrés estaría aquí -Oh.-

Andrés se congeló. Coronel se quedó muy quieto, con los labios todavía en el cuello de Andrés.

Luego ambos volvieron las cabezas.

Victor estaba en la entreabierta puerta, con la boca abierta.

-Él no está aquí-, dijo en voz alta, dio un paso atrás y cerró la puerta.

Con su rostro caliente, Andrés suspiró. -Yo debería irme.-

Pero él no se movió.

Coronel apoyó su frente contra la pared al lado de la cabeza de Andrés. Sus manos estaban todavía agarrando las caderas de Andrés, sus pulgares sobre la piel desnuda del bajo estómago de Andrés. -Esto es todo tu culpa,- él dijo, su voz lacónica.

Andrés resopló, hundió la mano en el pelo de Coronel y tiró. -¿Cómo es esto culpa mía?-

-No deberías haber decidido terminar tan rápido-, dijo Coronel irritado, colocando codiciosos besos húmedos en el cuello de Andrés. -Si no hubieras hecho eso, te habría follado unas cuantas veces más hasta que se tornara lo suficientemente aburrido-.

-Eso suena encantador-, dijo Andrés secamente - o más bien, lo intentó, pero su voz salió un poco entrecortada.

Coronel levantó la cabeza de su cuello. Sus pupilas estaban completamente dilatadas mientras su mirada alternaba entre los ojos y la boca de Andrés. -Voy a ir a tu casa esta noche y vamos follar.- Eso no fue una pregunta.

Andrés se humedeció los labios. -¿Ya te olvidaste de mis hermanos?-

Respuesta equivocada. Debería haberse negado rotundamente.

Coronel se quedó mirando sus labios, sus pulgares acariciando el vientre desnudo de Andrés. -¿No se supone que los niños deben irse a dormir temprano?-

-Yo- No puedo dejarlos solos. ¿Qué pasa si se despiertan?-

-Seremos silenciosos.-

Andrés no estaba seguro de poder ser silencioso. No cuando él ya tenía que tragarse sus gemidos sólo por tener las manos de Coronel sobre su estómago.

-Pero—

-Voy a ir esta noche-, dijo Coronel firmeza. -Y vamos a follar.-

Comenzó a inclinarse para besar a Andrés otra vez, pero se detuvo, miró hacia otro lado y salió de la habitación.

Andrés golpeó su cabeza contra el muro y tuvo que esperar un tiempo hasta que su excitación se desvaneció y él pudo pensar - y moverse - de nuevo.

-Es usted muy amable de dignarnos con su presencia, señor Saavedra,- la profesora Daniela dijo cuando entró en el salón de clases. -Sólo veinte minutos tarde.-

-Lo siento, profesora,- dijo Andrés, tratando de no retorcerse bajo su aguda mirada. A la Profesora Daniela nunca le había agradado particularmente, pero en su clase era en realidad uno de los mejores, por lo que por lo general no tenía razón para criticarlo. Hasta ahora.

-¿Tiene usted alguna explicación, Saavedra?-

Andrés se frotó la parte de atrás de su cuello. -De hecho, sí. El Profesor Coronel tenía una tarea urgente para mí. Él me dijo que le pidiera disculpas a usted en su nombre. Él es la razón por la que llego tarde-.

Las cejas de la mujer se elevaron. -¿El profesor Coronel?-

-Sí,- dijo Andrés, tratando duro de no reírse. No podía imaginar a Coronel disculpándose por nada, y mucho menos con esta mujer. -Lo siento mucho por mi tardanza, pero si usted tiene un problema con ello, usted debería dirigirlo hacia el profesor Coronel-.

La Profesora Daniela todavía parecía desconcertada, pero asintió con la cabeza. -Muy bien. Siéntese, Saavedra.-

Andrés se dirigió a su asiento habitual junto a Victor.

-Una tarea urgente, ¿eh?- Victor murmuró tan pronto como Andrés tomó su asiento. -¿Cómo chuparle la verga?-

Andrés sintió que se sonrojaba. -Vic...-

-Mira,- dijo Victor silenciosamente, con sus ojos marrones mirándolo intensamente. -No estoy juzgando. Pero tú no deberías haber mentido. ¿Qué paso con eso de que se terminó? Se terminó... por la mierda.-

Andrés hizo una mueca. -Realmente pensé que todo había terminado, lo juro. Y lo está...-

-¿Pero?-

Suspirando, Andrés murmuró: -Soy un poco realmente malo en pensar con mi cabeza cuando pone su lengua en mi boca-.

Victor lo miró fijamente durante un rato antes de sacudir la cabeza lentamente. -Esto es tan raro, hombre. Quiero decir, este no es ni siquiera un tipo cualquiera del que estamos hablando. Es Coronel. ¡Coronel!-

-Lo sé. Sé que es raro y estúpido, y totalmente loco y sin sentido. Él es todo lo que yo no quiero, pero al mismo tiempo... Mierda, está jodiendo mi mente-.

-Pero todavía lo quieres.-

-Sí-, dijo Andrés.

-Así que, ¿Qué vas a hacer al respecto?-

-Él cree que si follamos un par de veces más, estamos obligados a que se vuelva aburrido.-

Andrés se reclinó en su silla, pasándose una mano por la cara. -Será mejor que esté en lo correcto.-

Será lo mejor.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora