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Andrés despertó lentamente, y lo primero que registró fue un cuerpo muy desnudo y muy caliente contra su espalda. Coronel.

Estaban haciendo cucharita. Coronel le estaba haciendo cucharita.

Diciéndose a sí mismo que no fuera tonto - la cama era muy estrecha, y simplemente no había mucho espacio - Andrés abrió los ojos, parpadeando aturdido.

Y se encontró mirando a dos pequeños niños observándolos con curiosidad.

-Sparta está despierto,- susurró Bruno, chupando su pulgar. -¿Puedo ser ruidoso ahora?-

Teo negó con la cabeza. -El Sr. Coronel todavía está durmiendo-.

Un pequeño surco apareció entre las cejas de Bruno. -Pero ¿Qué está haciendo el señor Coronel en la cama de Sparta?-

-¡Está durmiendo, tonto!-, dijo Teo, olvidándose de susurrar.

Andrés sintió que el hombre detrás de él se movió un poco y apretó su agarre suelto alrededor de la cintura de Andrés. Coronel murmuró algo ininteligible, sus labios rozaron la oreja de Andrés.

Andrés hizo una mueca y tiró de las sábanas más alto, asegurándose de que sus hermanos no podían ver nada que no deberían ver.

Bruno señaló a Coronel. -Tú me dijiste que me callara, pero ves, ¡lo despertaste!- El niño sonrió. -¡Buenos días, Sr. Coronel!-

-Buenos días-, dijo Coronel con voz ronca justo dentro del oído de Andrés.

Piel de gallina cubría la piel de Andrés. Él cerró los ojos y se mordió el labio. Contrólate.

-Buen día,- dijo al fin, volviendo la cabeza.

Era raro ver el pelo de Coronel tan desordenado, pero eso y toda la piel desnuda, hizo cosas extrañas en las entrañas de Andrés. Los ojos oscuros de Coronel vagaban sobre su rostro.

Andrés no estaba seguro de cómo actuar. No estaba seguro de donde se encontraban.

-¿Por qué el Sr. Coronel durmió en tu cama?-, Preguntó Bruno. -¿Él no tiene una cama?-

Los labios de Coronel retorcidos. -Algo así, enano-, dijo, sin dejar de mirar a Andrés.

-No lo llames enano.-

-No me importa-, dijo Bruno. -¡Soy bajito!-

-A él no le importa-, dijo Coronel.

Resoplando, Andrés buscó sus shorts y se los puso, haciendo una mueca con algo de malestar.

-¿Duele?- Coronel murmuró, sentándose también.

Andrés saltó de la cama y le lanzó una mirada con los ojos entornados.

El rostro de Coronel era sobre todo inescrutable, pero había un atisbo de algo en sus ojos...

-Deja esa mirada-, dijo Andrés y echó un vistazo al reloj de la pared. -¿No tienes una clase que dar pronto?-

-Sí-, dijo Coronel, levantándose de la cama. Se veía tan fuera de lugar en la pequeña habitación en mal estado de Andrés, que no era siquiera gracioso.

Andrés se volvió, agarró a los niños y los sacó de la habitación.

No seas ridículo, se dijo a sí mismo. Sólo fue sexo. Sí, sexo con otro hombre - sexo con su profesor - pero sólo sexo. No tenía motivos para sentirse nervioso. Eran adultos, se habían deseado el uno al otro y habían follado para rascarse la picazón. Sencillo. Nada complicado al respecto. No tenía por qué ser complicado.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora