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-Raptor-, dijo Andrés, cerrando la puerta.

Ari no levantó la vista de su computadora. -Ahora no. Estoy ocupado y tú eres... tú eres demasiada distracción-.

Andrés sonrió. -Distracción, ¿eh?-

Ari le lanzó una mirada, pero fue poco entusiasta como mucho.

-¡Vamos, dímelo ya!-

-Sin tratamientos especiales-, dijo Ari. -Vas a conocer tu nota cuando todos los demás lo hagan, Sparta. Mañana.-

Apoyándose contra la puerta, Andrés se mordió el labio. -¿He reprobado?-

No estaba seguro. Ari le había ayudado mucho últimamente, explicándole muchas de las cosas que Andrés se había perdido al inicio del semestre. Andrés había pensado que su comprensión de la materia había mejorado y que lo había hecho bastante bien en el examen, pero ahora, mirando a la cara sombría de Ari, ya no estaba seguro.

-No,- dijo Ari. -No fallaste.-

Andrés exhaló. -Entonces, ¿qué me saqué? Una C, ¿verdad?-

Ari frunció los labios. -Obtuviste una B.-

La boca de Andrés se abrió. -¿De verdad? Espera, acaso tú...-

-No, yo no te doy ningún tratamiento especial-, dijo Ari, su tono un tanto a la defensiva. -Hiciste un buen trabajo. Tú no eres poco inteligente. Si realmente te molestaras en asistir a clases, no habrías tenido ningún problema en absoluto-.

Andrés sonrió, sintiéndose estúpidamente cálido y mareado. Dio un paso hacia el escritorio, pero Ari espetó: -No lo hagas, Sparta-

-¿Por qué?-

Ari fijó sus ojos en la pantalla delante de él, con la mandíbula apretada. -Te lo dije. Eres una distracción. Tengo que trabajar.-

Andrés no quería irse. Quería abrazarlo. Quería darle un beso. Quería celebrar con él. -Raptor...-

Ari suspiró entre dientes. -Bien. Ven aquí y bésame. Un beso. Luego te vas-.

Andrés fue allí y lo besó.

Y lo besó de nuevo.

Y otra vez.

Y una vez más.

MORBOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora