Capítulo 8

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ENCUENTROS INESPERADOS

HAYLEY

Al entrar a la cafetería me encaminé hacia la fila, a mi lado estaba Maddie. Esperamos unos minutos hasta que fue nuestro turno de elegir nuestro desayuno, ambas decidimos pedir jugo de naranja y ensalada.

Aún seguía adaptándome a mi nueva vida. Era difícil, porque echaba de menos a mis amigas, con quienes había pasado la mayor parte de mi vida.

Y sin mencionar a la psicóloga Milner, con quien necesitaba hablar sobre mi recaída. En el fondo sabía que no me había recuperado al cien por ciento. Seguía lamentando la pérdida de mi padre, pero trataba de ser fuerte, aunque era imposible. Mi sonrisa era solo una máscara que cubría la realidad.

Por las noches me esforzaba por no derramar ninguna lágrima, pero los recuerdos eran más fuertes, y terminaba llorando, hasta quedarme dormida.

En el día sonreía para envolver mí desdicha en alegría.

Miré a los estudiantes que caminaban de aquí para allá, era difícil poder encontrar a alguien entre tanta gente, pero al final pude divisar el rostro de Ryan. Nos dirigimos hacia donde él se encontraba.

—Hola, un gusto volver a verte Hayley —comentó Ryan después de que tomáramos lugar. Su cabello rubio lucía brillante con la luz del sol.

—Gracias por la invitación —hablé tratando de ser amable.

La cafetería era uno de los lugares más concurridos del instituto, por lo que estuve en un debate conmigo misma, entre venir y no.

—¿No me presentarás a tu amiga?

Su pregunta fue algo sorpresiva, pensé que ellos se conocían. Es decir, ella ya tenía tiempo asistiendo a esta escuela, era de suponerse que en algún momento se vieran.

—¿Ustedes no se conocen? —pregunté ladeando la cabeza.

Dirigí mi vista hacia ambos, quienes se miraron.

—Sí, ¿Quién no se percataría de la existencia de Maddie? —contestó Ryan.

—¿A qué te refieres? —cuestioné curiosa.

—Bueno, Maddie era mi compañera de clase, pero decidió intercambiarse a tu grupo. Una larga historia. Además, ella es la hija de la directora.

La respuesta de Ryan me dejó desconcertada.

—Así es Hayley. No pensé que cuando hablabas de ese tal Ryan, estuvieras refiriéndote a él —respondió Maddie con una sonrisa.

—Ahora, ya que resolvimos el mal entendido, podríamos hablar de algo más —Añadió Ryan después de ella.

—Por supuesto —Dijo Maddie.

Miré hacia los lados y pude distinguir a Fred. Él estaba sentado en una mesa a la izquierda, con su mirada en sus propias manos. No entendía su comportamiento frío y distante.

—¿Irás al baile?

Escuché la voz de Ryan, y dirigí mi vista hacia él, sin saber qué decir.

Un recuerdo feliz llegó a mi mente.

—Si sigues aplastando el pie de tu pareja, nadie querrá salir a bailar contigo —bromeó mi padre, carcajeando.

Lo sé, pero no es mi intención, papá —expresé desanimada.

Había asistido a varias clases de baile, sin embargo, seguía teniendo el mismo resultado. Era un defecto mío. Solía aplastar el pie de mi pareja.

Mi Chica FrancesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora