Capítulo 18

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BAILE ROMANTICO

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BAILE ROMANTICO

FRED

El gimnasio estaba en silencio.
   
Mientras yo estaba boquiabierto, sin creer lo que estaba escuchando. Y los demás se miraban unos a otros sorprendidos. Jamás había participado en el baile escolar. Jamás. Y no sabía cómo podía ser el ganador, ni siquiera me había inscrito para participar. Alguien había saboteado esto, pero: ¿quién?
   
«Piensa, Fred, piensa.»
   
Solo se me ocurrían dos posibles culpables; el primero era Chase, ese idiota podía ser capaz de eso y más, solo para verme enfadado. Y la segunda era Hayley, a veces podía ser un poco desagradable, solo un poco. Aunque pensándolo bien, no creía que la segunda suposición fuera cierta. ¿Qué motivo tendría para hacerme esto?
   
Si al final podía ser la pareja de Ryan. Aunque esa idea me llenaba de celos. 
   
Mentiría si dijera que no pensaba en ella, porque lo hacía. Joder, me tenía estúpidamente enamorado.
   
Sus ojos azules claros y sus hermosos hoyuelos me tenían fascinado, me encantaba mirarla molesta, como fruncía el entrecejo y desviaba la mirada. Y lo más hermoso era cuando se ruborizaba, parecía una fresa.
   
Era perfecta, una combinación de colores brillantes, pequeños detalles, flores coloridas, aromas dulces y sueños cumplidos. Eso era ella, un destello de luz en un profundo mar oscuro.
   
Genial, había admitido mis sentimientos, pero qué más daba.
   
¿Estás loco por ella? 
   
Lo estoy. Por supuesto, ¿quién no se fijaría en una chica como ella?
   
—Chicos, los invito a pasar a la pista —dijo el profesor, con voz seria.
   
Sabía que tenía que bailar con Hayley, con la perfecta y detestable pelirroja. Eso me causaba inquietud. ¿Y si no lo hacía bien? ¿Y si la chica no aceptaba bailar conmigo? ¿Sería capaz de rechazarme ante todo el alumnado? ¿Qué haría si sucedía eso?
   
«Respira, Fred. Tienes que calmarte»
   
Ahora que lo recordaba, mi madre me había obligado, o más bien me había suplicado, a vestirme así, con un maldito traje de etiqueta. Me sentía ridículo.
   
Diablos.
   
Todo el alumnado me miraría con este absurdo atuendo, pero ya no había solución. O era plantarme al frente o de plano no bailar con Hayley. Y claro, prefería la primera opción, me importaba un carajo la opinión de los demás. Haría cualquier cosa por ella. Por la pelirroja de mi corazón.
   
«Y hace unos días jurabas no amarla.»
   
Deja de molestar.
   
Soy tu subconsciente, siempre tengo razón. Siempre.
   
Respiré hondo y caminé hacia la pista de baile, podía sentir decenas de ojos sobre mí, pero no era eso lo que me ponía nervioso, sino que iba a bailar con la chica que me gustaba. En este momento parecía un loco enamorado.
   
Cuando llegué a la pista, miré a todos, sus rostros estaban perplejos, desvié la mirada y observé a alguien.
   
Ryan.
   
Maldita sea. No era un secreto que lo detestaba. Era el responsable de un conflicto de hace años. Algo que había cambiado mi forma de ser. 
   
Sacudí la cabeza, tratando de alejar esos recuerdos. Me concentré en la pista de baile y unos segundos después, llegó Hayley con una sonrisa nerviosa.
   
«Dios, ¡se veía tan linda!.»
   
Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, mis manos sudaban y las sentía temblorosas. Ella se acercó un poco más, y yo reuní toda mi valentía para invitarla a bailar, aunque tenía miedo de ser rechazado.
   
—Me haría el honor de bailar conmigo —le pregunté, extendiendo mi mano. 
   
Mis ojos se encontraron con los suyos, y logré ver un remolino de emociones.
   
—Me encantaría, Russell —respondió, sonriendo y aceptando mi mano.
   
«Amo que pronuncies mi apellido.»
   
Envolví una de mis manos en su cintura y la atraje hacia mí. Sentí su respiración agitada, y entrelacé mi mano con la suya. Comenzamos a movernos al compás de la música, perdiéndonos y relajándonos entre un montón de miradas. La vista era perfecta, porque estaba justo frente a mí. Su vestido contrastaba con su piel pálida y sus ojos azules parecían más profundos en la tenue luz.
   
—Amo esa canción —susurró ella, con una sonrisa radiante.
   
Me concentré en la melodía y me di cuenta de que se trataba de Fireproof de One Direction, una de mis bandas favoritas.
    
¿Alguna vez habéis pensado que hay situaciones en la vida que son perfectas? ¿O qué hay eventos que complementan a otros? Esta situación era un claro ejemplo: estaba bailando con chispitas con una canción que amaba. En un baile que ni siquiera me imaginaba que pasaría. Creo que las mejores cosas son las que suceden sin previo aviso, aquellas que envuelven tu corazón en un montón de sentimientos positivos.
   
—Yo también —le aseguré, devolviéndole la sonrisa.
   
No sabía cómo explicarlo. Me encantaba todo lo que tuviera que ver con ella.
   
Era hermosa e inteligente, era el tipo de chica que no dejaría ir por nada del mundo. Pero había algo que me detenía. El miedo a la decepción. Ese sentimiento que destruía tu corazón en millones de pedazos, que dejaba grietas que a veces tardaban en sanar. Porque estaba bien enamorarse, estaba bien sentir, pero a veces era mejor quedarse estancado, porque cuando decidías salir a la superficie, eras propenso a ser herido por los demás.
   
Y lo había comprendido muy tarde, había sido herido por mi padre, pero también por alguien que se había convertido en mi luz, a quien le había dado toda mi confianza y que al final me había traicionado.
    
A veces me preguntaba qué era realmente el amor, y a mi mente llegaban un montón de conceptos que había escuchado a lo largo de mi vida.
    
El amor era un sentimiento bastante difícil de definir, ya que implicaba muchas emociones que realmente solo podían ser definidas por la persona que lo sentía. No existía un concepto, el mundo tenía su propia definición. Algunos decían que el amor nacía de la valoración, que era el cariño y afecto que sentías hacia alguien; para otros, el amor era una fuente de inspiración, un acto desinteresado. También había quienes interpretaban el amor como la confianza, tranquilidad y aprecio hacia la persona que amaban, es decir, el amor era la complicidad de dos personas, era un sentimiento que no se podía describir, era hermoso y complejo. Te hacía mejorar y darlo todo por esa persona día tras día. Significaba compartir pequeños detalles y sonreír ante cualquier tontería. Era sentirte plenamente feliz. ¿Pero qué pasaba cuando te decepcionaban? ¿Qué sucedía cuando el amor terminaba? ¿Y si no era recíproco?
    
Al final, lo único de lo que estábamos seguros era que el amor sí valía la pena. A veces, había que arriesgarse por él. 
   
—¿Sigues molesto?
   
Una voz dulce me hizo regresar a la realidad.
   
—No —negué con la cabeza y seguí bailando.
   
La chica se quedó un momento en silencio y después se dispuso a hablar.
   
—Sé que a veces soy un poco impulsiva y no dejo de hablar, te pido una disculpa si te hice sentir incómodo —se disculpó ella, bajando la cabeza.
   
Puse mi mirada en ella y negué con la cabeza. ¿Por qué la chica se autosaboteaba? Si se viera a si misma en mis ojos, se daría cuenta de lo hermosa que era. Y de alguna manera la pelirroja sabría que mi corazón latía solo por ella.
   
—No tienes que disculparte por quién eres. Y mucho menos cuando se trata de un idiota como yo. Acepto que en ocasiones me comporto como uno, pero prométeme que jamás harás eso —murmuré, mirándola fijamente.
   
Ella parpadeó varias veces, asimilando lo que había dicho. De ninguna manera permitiría que la chica se hiciera menos solo por un defecto que a mí me encantaba. Porque esa era la verdad, a pesar de no soportarla en ocasiones, me alegraba escucharla, me hacía sentir tranquilo.
   
—¿Qué cosa? —preguntó la pelirroja, curiosa, como siempre.
   
Le di una mirada seria, para que comprendiera que lo que estaba a punto de decir era bastante real.
   
—Considerarte inferior solo porque tu personalidad se basa en ello. Nunca dejes que alguien cambie algo de ti, sólo porque no le gusta ese aspecto tuyo. Quien te quiera en su vida tendrá que hacerlo con todos tus defectos, no importa lo parlanchina que seas, porque mereces que te aprecien por quién eres en realidad.
   
Me analizó durante unos segundos antes de responder.
    
—No sé qué decir, esto es extraño…, gracias. Eres una gran persona, lo digo de corazón.
   
En ese momento, juro que mi corazón latió más de lo normal.
   
—Lo siento.
   
Tenía que pedirle perdón después de cómo la había tratado hacia unos minutos, cuando nos quedamos solamente nosotros dos.
   
—¿A qué te refieres? —cuestionó con una mirada de confusión.
   
—A como te hablé antes, no debí de haber dicho eso. Soy un tonto. No sé en qué estaba pensando, pero te juro que mi intención jamás fue dañarte.
   
Sentí un nudo en la garganta al recordar el tono de mi voz y la expresión de su rostro. Me odié por ser bastante cruel con ella, cuando no se merecía nada de eso.
   
—Oh. Ya lo olvidé. Eso nunca ocurrió.
   
Sus palabras me causaron una sonrisa de alegría.
   
—Gracias. Quiero que sepas que no lo dije en serio, simplemente estaba molesto por algo. Por cierto, ¿te gustaría ir mañana a mi casa para empezar tus clases de música?
   
Lo había estado meditando demasiado, y al final había optado por aceptar su petición, le ayudaría con la guitarra y el piano, y mantendría mis sentimientos lo más lejos posible, porque no quería dañar su corazón, no cuando el mío aún estaba en reparación.
   
—Oh, por dios. ¿Lo dices en serio? —vociferó entusiasmada.
   
—Totalmente.
   
—Entonces, allí estaré —anunció, regalándome una sonrisa de oreja a oreja.
   
—Te estaré esperando a las 9:00 am. Sé puntual —le informé con una pizca de emoción y felicidad.
   
—Lo haré. Y gracias por todo.
   
Suspiré y decidí decirle lo que por dentro luchaba por salir.
   
—Por cierto, estás preciosa esta noche.
   
Ella me miró directo a los ojos, lo que me provocó un millón de emociones, incluido la aceleración de mi corazón a mil por hora, sus mejillas se tiñeron de un intenso color rojo. Un rostro digno de admirar.  
   
—¿Qué le habéis hecho a Fred? ¿Lo habéis secuestrado? ¿Dónde está? —preguntó divertida.
   
Sabía a lo que me enfrentaba cuando decidí decirle, y vaya que tenía razón. La pelirroja se había burlado de mí.
   
—Venga, no seas así. Solo te he hecho un cumplido —le respondí, dándole mala cara.
   
—Claro, claro. Bueno… eh, g-gracias —balbuceó la chica, sonrojándose—. Tú tampoco estás nada mal, me gusta tu traje. Te hace ver más guapo —concluyó con diversión.
   
—¿En serio? Yo pensaba que me hacía ver cómo un pingüino, ya sabes, por el negro y el blanco —bromeé, guiñándole un ojo y dándole una vuelta , admirando su vestido.
   
—No seas tonto —expresó dándome un codazo.
   
Ambos nos reímos, abstraídos de la realidad. Seguimos bailando, hasta que la música concluyó.
   
—Me despido de usted, chispitas —le dije, haciéndole una reverencia y recibiendo una carcajada por parte de la chica.
   
—Creí que lo habías olvidado —exclamó, con una risita.
   
—Créeme que jamás olvidaría algo relacionado contigo, especialmente cuando eres bastante pesada, y lo digo de buena forma.
   
—Ajá, como si ser pesada fuera una buena forma —bufó la chica con molestia.
   
—Para mí lo es, mejor dicho, para nosotros lo es.
   
Ella levantó la mirada y sonreímos como dos tontos, luego salí del gimnasio y sonreí como nunca antes lo había hecho, pero mi felicidad fue arruinada por Ryan. Él se encontraba de pie, lejos de mí. Me planté frente a él y decidí dejarle en claro lo que tanto me atormentaba.
   
—Aléjate de ella —espeté con ira.
   
—¿Por qué lo haría? —preguntó mirándome a los ojos.
   
—Lo sabes muy bien. Aléjate, no te lo repetiré otra vez.
   
—Fred, ya es hora de dejar el pasado atrás —insistió con tristeza.
   
Eso jamás sucedería, no podía perdonarlo. No olvidaría el pasado, porque siempre estaba ahí, destruyendo mi vida, recordándome que tarde o temprano tendría que aceptarlo. Y aún no estaba listo. Tal vez, nunca lo estaría.
   
—Cállate, no vuelvas a repetirlo…, esta vez no sucederá lo mismo —puntualicé enfurruñado. 
   
—Deberíamos… —intentó decir, pero no lo dejé terminar.
   
Retrocedí unos pasos y le apunté con el dedo índice. Lo miré con furia y desprecio.
   
—Suficiente. No vuelvas a acercarte a Hayley y todo estará bien —sentencié por última vez.
   
—Ella…
   
—Ella ya no existe.

NOTA:

Hola, solecitos. ¿cómo están? :)
He regresado después de estas semanas, pero solo para publicar este capítulo y bueno de nuevo me iré. Aunque antes me pasaré por sus historias. Muchas gracias por su comprensión y apoyo❤️.
Ahora, ¿Qué les pareció el capítulo?
Es el baile, ahhh me emocione bastante al escribirlo. Espero les guste. 

¿Cómo vieron a Hayley y Fred?

¿Qué es lo que oculta, Fred?
¿A qué se refiere Ryan?

Dejen sus teorías, comentarios y gracias lindas personitas.

Saluditos 🫶🏻.

   

Mi Chica FrancesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora