1. El comienzo de la magia

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Había una vez un joven determinado e inteligente llamado Magnífico que creía que no había nada más importante que un deseo. No cualquier deseo claro, sino aquel que impulsara el corazón. Desde que era pequeño le apasionaba todo lo relacionado con las estrellas, la magia, el universo y todo lo intangible. Él consideraba inalcanzable aquella dimensión metafísica pero su curiosidad le impedía rendirse. Soñaba despierto con un mundo lleno de magia. Un mundo donde las personas pudieran vivir en paz conectando con lo mas profundo de su ser: sus deseos.

En sus años de adolescencia estudió incansablemente la magia del universo sin importar cual fuera su procedencia. Dominó los mares, la tierra, el fuego y el aire. Años más tarde aprendió la magia de las estrellas y el poder que ellas conllevaban. Eran una de las fuentes mágicas más poderosas de todos los tiempos. Quería convertirse en un gran hechicero. El sueño del niño interior que llevaba dentro, aquel de gozar de una utopia de encanto, seguía vigente en su corazón.

Sin embargo, la realidad no es siempre como la pinta la fantasía. Cuando cumplió la mayoría de edad, el pueblo en el que él vivía estaba sufriendo a causa de la invasión de grupos bárbaros tales como los visigodos y ostrogodos. Lo único que había a su alrededor era oscuridad, guerras y sangre. Como las condiciones climáticas desataron un gélido invierno, los cultivos no germinaron provocando así la escasez de alimentos. Tampoco habían los suficientes recursos para que los agricultores recuperaran sus cultivos. La gente se estaba muriendo de hambre y por si fuera poco, se estaba empezando a esparcir una enfermedad llamada peste bubónica. Sus padres definitivamente no querían ese destino para su hijo, así que le aconsejaron huir lo más lejos posible para rehacer una nueva vida. Al principio, Magnífico se negó. Él consideraba que frente a la adversidad, las cosas se debían enfrentar unidos.
No obstante, sus padres ya tenían una edad muy avanzada y su salud empeoraba cada vez más. Tarde o temprano sucumbirían hasta el final, pero no su hijo. Su deseo era que él disfrutara cada momento de su vida sin preocuparse por problemas como la guerra o la hambruna.

    —Hijo mío, corre hacia la libertad. Huye y busca un nuevo lugar para prosperar. —dijo su padre. El chico se negaba y se negaba.
—¡No puedo hacerlo sin ustedes! Si algo nos va a pasar, será a todos y no solo a uno de nosotros. Vayamos juntos.
—Ya es muy tarde querido. Tu padre y yo ya tuvimos la oportunidad de vivir nuestro momento. Ahora es el tuyo, y no permitiremos que nada lo arruine.
—Pero mamá...papá...
Al ver a su hijo entre lágrimas, ambos se abalanzaron sobre él y le dieron un abrazo. No uno ordinario, sino un abrazo lleno de amor y protección que duró mucho tiempo. Cuando éste concluyó, la familia se quedó sin palabras por un instante hasta que finalmente los padres hablaron.—Ya no temas más. Tienes un destino por delante y un talento enorme que mostrar al mundo. Te amamos y siempre será así.
Dicho esto Magnífico les prometió a sus padres que honraría su nombre con sus acciones. Que haría lo que estuviera en sus manos para prosperar y hacer del mundo un lugar mejor.
"Los amo mucho" Fueron las últimas palabras que les dijo antes de emprender su viaje.

    Huyó hasta el bosque ubicado a las afueras de su pueblo. Dirigirse al exterior por primera vez estando únicamente él mismo como compañía resultaba aterrador. Al principio no tenía idea de a dónde ir. Estaba asustado y se moría de hambre. Logró mantenerse con las hiervas y pequeños animales que encontraba por allí. Pero poco a poco fue visitando distintos poblados cruzando la Península Itálica donde aprendió a perfeccionar sus habilidades mágicas con el apoyo de las mejores brujas y hechiceros de la región. Sin duda todos quedaban boquiabiertos con la facilidad con la que el joven dominaba las artes mágicas.

    Por consiguiente, era obvio que lograba captar la atención de muchas damiselas de los lugares que visitaba. No solo por su talento sino por su auténtica belleza y personalidad. Sin embargo, ninguna había podido conquistar su corazón...
O al menos hasta que conoció a Amaya, una joven princesa quien destacaba entre la multitud por su astucia y ambición. La primera vez que Magnífico la conoció fue cuando el consejero del reino lo contrató para que él hiciera un hechizo que reanimara los jardines botánicos del castillo.
Una vez dentro, mientras elaboraba sus pócimas con extrema delicadeza, cruzó por su vista la joven Amaya. Él quedó flechado desde aquel instante. Amaya tenía curiosidad por ver cómo Magnífico elaboraba sus posiciones por lo que se acercó a él para charlar.

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora