16. El que no arriesga no gana

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    Los siguientes tres días, cientos de jóvenes llegaron al Castillo Real para las entrevistas. El ambiente estaba lleno de rivalidad y ansiedad. Tal pareciera que la paz existente en Rosas se desvaneciera en aquel rincón.
Las puertas se abrieron dramáticamente, abriendo la vista a los reyes. Los súbditos ordenaron a los aspirantes a hacer una fila y esperar su turno. Así, cada uno tuvo su oportunidad de hablar cara a cara con el rey Magnífico. Obviamente, él no les mostró la Bóveda de los Deseos.

    Desgraciadamente, el plan no resultó como él y su esposa habían esperado. Cada que los chicos se presentaban en el laboratorio mágico, no paraban de hablar de sí mismos y tampoco obedecían las órdenes de no tocar las cosas ajenas.
Magnífico se esforzaba por empatizar con ellos: de verdad quería entender sus propósitos y viceversa. No obstante, ninguno de ellos parecía interesarse en el trabajo como tal. Lo único que querían era ver sus deseos realizados.

    Mencionaban cosas como:"Oiga su majestad, será que pueda cumplir mi deseo de ser el empresario más rico del mundo?" "Si me convierto en su aprendiz, ¿me concederá llegar a la cima del Everest?" "¿Pero entonces el salario significa que sí podré volar?"
Todas eran peticiones completamente vacías, ninguno de esos jóvenes quería poner ni un gramo de esfuerzo en ser un buen aprendiz. Querían las cosas gratis sin hacer absolutamente nada.
El rey Magnífico les contestaba: "No puedo conceder sus deseos si no son buenos aprendices o ciudadanos. Su desempeño determinará su paga."

    La primera vez pensó que se trataban de los nervios del primer día, y que seguramente al día siguiente todo mejoraría. Sin embargo, más y más muchachos codiciosos llegaron a su laboratorio con una actitud nefasta. Él terminaba estresado después de cada jornada de entrevistas. No lo respetaban, hacían lo que querían, se les notaba a simple vista la pereza e incluso ¡uno de ellos tuvo deseos con la reina Amaya! Lo puso colérico...y celoso también.

    La noche previa a la Nochebuena, Magnífico platicó sobre el tema con su esposa. Se sentía impaciente y abrumado.
—Ay querida, creí que esta idea funcionaría pero ninguno de estos chicos tiene la disposición de aprender nada. Es como si solo se estuvieran aprovechando de mi.
—Mi rey, yo...estaba segura de que funcionaría. Jamás pasó por mi mente lo podrida que está esta generación.
—¡Se supone que es el puesto más deseado entre los más de cien mil habitantes en el reino y ninguno de estos mocosos se esmera! ¿¡Me ven cara de su hada madrina o qué!?
—Habrá que seguir buscando, todavía tenemos hasta el 31 de diciembre.
—Hasta entonces.
Esa noche él no pudo dormir, se quedó contemplando a la ventana sintiéndose además de estresado, nostálgico. Añoraba los buenos tiempos en los que Rosas era un paraíso, ahora todo se estaba saliendo de control. El hecho de perder lo que alguna vez fue su mayor triunfo le ponía los pelos de punta.

   

    Durante esos tres días previos a la Navidad, Asha aprovechó a seguir practicando magia con el apoyo de Eli. Poco a poco fue mejorando: su concentración aumentó, aprendió a dominar el poder de la intención mental y sus movimientos eran menos torpes. Era un progreso significativo. Además, ella sintió que la energía que le transmitía Eli a seguir practicando la impulsó a mejorar. Siempre estaba allí diciéndole: "¡Vamos Asha! ¡Busca la magia que viene de tu interior! ¡Estás muy cerca de lograrlo! ¡Yo confío en tí, ánimo!"
La magia estelar era la más poderosa del Universo, y a penas ella estaba entendiendo el por qué. Requería mucha fuerza de voluntad y disciplina, pero sobre todo, valor.

Pero practicar magia no fue lo único que hizo. Sino que simultáneamente se dedicó a vocalizar y a perfeccionar sus técnicas de canto. Estaba tan emocionada de presentarse en la plaza el día 24. No fue tan fácil como pensó. De hecho, le costó trabajo alcanzar las notas más altas de algunas canciones porque en ese momento tenía un nudo en la garganta que la hacía sonar ronca. Además, debía enfrentarse a su pánico escénico. A pesar del desgaste y el cansancio, ella siguió esforzándose porque sabía que su talento saldría a la luz si lo pulía más.
Eli quedaba cautivado cada vez que la escuchaba cantar. Cada nota, cada melodía, cada sonido de su dulce voz lo envolvía haciéndole sentir miles de sensaciones desconocidas en su estómago. Lo tenía soñando despierto con la barbilla en la palma de sus manos.

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora