5. Valentino

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    A pesar de vivir en un pueblo utópico, Asha estaba cansada de tener que hacer lo mismo todos los días. Cuando terminó la escuela a los once años encontró un nuevo pasatiempo, que pronto se convertiría en su nueva pasión: el canto.

    Era La Ceremonia del Deseo, mientras la multitud se reunía a las afueras del gran castillo. Todos estaban ansiosos por descubrir quiénes serían los afortunados en recibir sus deseos cuando ella se paró en frente y comenzó a cantar. El pueblo entero quedó maravillado con su melodiosa voz.
Desde aquel momento, Asha supuso que ese era su camino, su talento, su destino. Sentía que había nacido para cantar para el público. Lástima que sus padres no lo vieran de la misma forma. Ellos creían que presentarse en las plazas a cantar no era para lo que la habían enseñado, que estaba desperdiciando su don mágico en tonterías y que su deber estaba en ser aprendiz hechicera.

    Para ese tiempo, Magnífico y Amaya reinaban como hechiceros oscuros. Sin importar los efectos del maleficio, su amor ardía con una pasión devota; donde el ego, la obsesión por el poder y los deseos se desvanecían ante la fuerza de su conexión.
"Aún me impresionas después de todo este tiempo" le decía él a su amada.

    La reina Amaya era ambiciosa, vanidosa y ante todo, poseía una sensualidad exquisita. En sus años de juventud antes de casarse, se preparó por cuenta propia con conocimientos de política; lo cual la hacía una monarca muy astuta a la hora de reinar Rosas. Siempre estaba dispuesta a apoyar a su esposo.
El rey Magnífico era narcisista, poderoso, inteligente y manipulador. (excepto con su esposa, a quien amaba más que a nadie en el mundo)
Su gobierno era como una especie de socialismo-absolutismo disimulado en una utopía.

    Cuando la gente de Rosas le entregaba su deseo, ellos esperaban que se les fuera concedido lo antes posible. A menudo se acercaban con los reyes a preguntar cuáles y cuántos deseos serían concedidos, pero ellos se reservaban el derecho de responder.
Por tal motivo le cuestionaban las mismas dudas a su hija Asha; quien tampoco sabía con certeza la respuesta.

    En ese periodo de tiempo Magnífico y Amaya se dedicaron a elaborar planes malévolos secretos por horas en el laboratorio. Perfeccionaron sus prácticas políticas y económicas de modo que nadie notara sus barbaridades. Ni siquiera dejaban Asha acompañarlos. Lo único que podía percibir eran residuos de humo mágico que se infiltraban por su habitación. Se había convertido en un estorbo para ellos, una clase de títere que solo la buscaban cuando la necesitaban. Esto consiguió que ella se tornara fría con ellos, pues se sentía utilizada. Era algo muy doloroso.

    Dos años más tarde, en un caluroso día de verano Asha fue a la Tienda Mágica de los Hermanos Hernández, lugar en el cual vendían ingredientes exóticos para preparar encantamientos. También vendían artículos de vanguardia para magos y brujas como varitas mágicas, capas invisibles, sombreros, etcétera.
El motivo de su visita era para conseguir unas velas aromáticas que su madre le había encargado. Al entrar al lugar, reconoció un molesto olor a incienso lo cual la hizo estornudar. Más bien parecía una tienda de ocultismo.
—Bienvenida a nuestra humilde morada. ¿Qué podemos hacer por usted hoy?— dijo el tendero. Se trataba de un señor de edad avanzada que usaba monóculo y era calvo.
—Me gustaría comprar unas velas aromáticas color verde por favor. Las más fuertes.
—De acuerdo. ¿Algo más?
Asha sacó un pequeño trozo de pergamino que traía en su bolsillo. —Ahmm...y si puede, un extracto de susto de cuervo.
—¡Señorita eso pertenece a la sección prohibida!...Pero ¿qué puedo opinar yo? Sólo soy el tendero. Le traeré su orden pero deberá esperarme aquí-
—¿Por qué tienen una sección prohibida si de todos modos venden productos?
Antes de responderle, hubo un momento de tensión incómodamente misteriosa —Oh linda niña, jamás cuestione los métodos de un hechicero...

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora