9. La Ceremonia del Deseo

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La joven entró caminando lentamente para admirar cada rincón. El laboratorio era un espacio amplio y muy alto. Vio el enorme espejo que cubría en su totalidad una de las paredes. Por alguna razón arquitectónica habían cinco escalones. ¿Quién querría subirlos solo para mirase al espejo?
Al fondo se encontraban estantes muy altos con una enorme cantidad de libros. Algunos ejemplares eran 'Magia de Fuego' , 'Historia de los hechizos' y 'Secretos de los magos marinos'. Incluso había una escalera de caracol para alcanzar aquellos que no se podían tomar a raz de suelo. Otro objeto que destacaba por su peculiaridad era un globo terráqueo sobre un espacioso escritorio de mármol. A diferencia de otras personas de la época, el rey Magnífico consideraba que la tierra era redonda.
El piso estaba tapizado con figuras de estrellas, rombos y otros elementos abstractos. La habitación entera estaba iluminada por farolas mágicas.

Dió unos pasos y se topó con el imponente tomo que años atrás había causado varias tragedias. Ahora estaba bajo la protección del vidrio y del encantamiento. Sin embargo, en ese momento sintió un interés enorme por averiguar cómo era que éste funcionaba. Se acercó más queriendo entrecruzar su mano para comprobar la efectividad. De pronto se escuchó una voz familiar.
—No, no. No, no. — Era su padre, el rey Magnífico. —Asha, ese libro está prohibido y lo sabes.
La chica se sobresaltó y riendo nerviosamente dijo —¡Uy, hola! Solo estaba...— quiso recargarse sobre la pared sin notar que el cristal estaba justo detrás de ella. Recibió unos electrochoques mientras los grabados del vidrio cobraron vida y revolotearon en forma de aves fénix sobre ella alterando su equilibrio.—¿Qué está pasando?
—Es parte del encantamiento
—¡Solo pensé que los grabados de tu vitrina eran bonitos!— estaba batallando por atraparlos a todos.
—Sí pero el libro...el libro es peligroso.
—¿Pero por qué lo sigues conservando?
—Por la misma razón que tú decidiste no borrar esas memorias. Un rey o princesa, deben estar preparados para todo.

Él se acercó a ayudarla —¡Espera, déjame...!— pero Asha se esforzaba por lidiar con los fénix por su cuenta. Sus intentos fueron fallidos pues terminó resbalándose. Su vestido sufrió unos ligeros rasguños. Internamente se sentía como una tonta por dejar que su torpeza arruinara un día tan importante.
—¡Quédate quieta! No te muevas, ya los tengo.— dijo Magnífico atrayendo a todos los fénix a su mano. Acto seguido los impregnó mágicamente a la vitrina. —¡Un poco de ejercicio!— suspiró aliviado mientras acomodaba su sedosa cabellera hacia atrás. Si había algo que disfrutaba, era verse atractivo en toda ocasión. Un segundo después notó que su hija seguía "combatiendo" a los fénix protectores.
—¿Estás bien?— le preguntó algo extrañado.
—¡Ah claro! Más que lista...Y yo entenderé si quieres que me vaya, después de todo es mi culpa por ser tan torpe.— se quedó paralizada por unos momentos. "¡Demonios! ¡Esa no es la actitud que te enseñaron tus padres! ¡Actúa madura y no decepciones a nadie"
Asha era una persona demasiado autocrítica. Ningún joven a esa edad era tan exigente consigo mismo que ella. Cuando algo no salía como lo esperaba, se echaba toda la culpa y no paraba de restregárselo. Una vez se quedó encerrada en su cuarto por una semana entera cuando se enteró que no había destilado correctamente el agua de mar como Amaya le había mostrado.

—Tampoco exageres, no es para tanto. — dijo el rey en tono agradable. —Después de todo ya estás aquí y tienes toda mi atención. Así que adelante: dime por qué crees que estás a la altura de ser toda una hechicera ahora. — Dedicó dieciocho años de su vida a preparar a su hija para este momento. Él sabía que estaba lista, pero quería escucharla directamente a ella. 
—Creí que me ibas a contar sobre una cosa...
—Primero responde a mi pregunta Asha. — movió su dedo en elipses para hacer que su pluma escribiera sobre un trozo de pergamino.
—Okay, pues...—se aclaró la garganta — Para empezar me he dedicado a mis estudios mágicos desde temprana edad.
Magnífico se le quedó mirando mientras alzaba una ceja.
—Ahmmm...sé controlar el balance energético, entiendo el poder de la intención y sobre cómo nuestros pensamientos alteran la realidad cósmica, he sido anfitriona de rituales curativos para la purificación de las personas. Aprendo rápido y trabajo duro. Soy joven así que tengo una visión innovadora del mundo pero no tan jóven como para caer en estafas.— cuando terminó de hablar, estaba sudando frío.

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora