13. Parte de ese mundo

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    Ya era el atardecer cuando llegaron a Rosas. El cielo se pintó con tonalidades ardientes desde el naranja intenso hasta el violeta apacible. Sonó la campana de la plaza central indicando las seis de la tarde. Había gente deambulando por doquier, aves volando hacia sus nidos y ciertos animales domésticos como cerdos y gallinas. Los jardines lucían encantadores, pues cada flor emitía su esencia especial.
Eli quedó fascinado ante tan pintoresco pueblo. Estaba tan inquieto que no sabía a dónde ir primero. Se aproximó a una jardinera donde habían buganvilias, jazmines y rosas.

    Su nariz percibió todo tipo de aromas. " ¡Ahhhh! ¿¡Qué es esto!? ¿¡Por qué se siente tan bien!?" Segundos después el polen le provocó estornudos, pero le dio igual. Ni siquiera estaba consciente de lo que era el polen y mucho menos la reacción alérgica.
Asha solo lo veía con una sonrisa esbozada en su rostro. —Esas son flores. Crecen por aquí. La primera se llama buganvilia, esa de allá jazmín y la que tienes en la mano es una rosa.— suspiró —Son las preferidas de mi madre.

    —¡Dile que tiene muy buenos gustos! ¡Son hermosas!
—Nada más no toques las espinas porque...
—¿Qué son las espinas? — muy tarde. Ya se había punzado con ellas. La chica se tapó la cara con la mano, comenzaba a creer que sí era cierto que Eli no conocía absolutamente nada del mundo.
—Estas flores son tan lindas y dolorosas a la vez. — el pobre ya había sufrido quemaduras, caídas y punzadas en menos de 24 horas.
—Tal cual Amaya...
—¿Quién es Amaya?
—Mi madre. Tiene una belleza que encanta a cualquiera que la vea. Pero no te dejes engañar por una cara bonita, es controladora, hipócrita y manipuladora.

El chico entendía que no era una buena señal. Entonces recordó que cuando estaba a punto de dirigirse a la Tierra, sus padres le advirtieron que tuviera cuidado pues se encontraría con gente cruel y malvada. Escuchando únicamente a su alma aventurera, ignoró ese inconveniente. Ya no estaba en La Vía Láctea, donde no había cabida para la maldad. Ahora estaba en el mundo terrenal, lleno de emociones, sensaciones y por supuesto, pecados.

—Ya veo. Hay que tener cuidado con ella entonces.
Asha movió la cabeza afirmando. Se sintió un poco incómoda, no le era grato hablar del tema de sus padres a un desconocido. Ella misma lo había dicho: "no te dejes engañar por una cara bonita" Y es que al parecer sí era una estrella, pero eso no significaba que le fuera a contar sus asuntos personales al instante de conocerse. De nuevo cambió el tema.
—Ahmmm, ¿qué tal si vamos a recorrer el lugar? Te puedo dar un tour.
Él estuvo de acuerdo.

Ella le enseñó la plaza principal caracterizada por una arquitectura mediterránea medieval y calles adoquinadas. Tal como lo esperaba, varias personas le preguntaron sobre la identidad de tan encantador chico.
—¡Hola, soy Eli! ¡Es un placer conocerlos!
—Sí ehhh...es un chico a quien encontré por la costa. Su barco sufrió un terrible naufragio.
—¿De qué hablas? Eso no es...— murmuró Eli de modo que solo Asha lo escuchara. Esta lo interrumpió con un ligero codazo. —Más vale que cooperes. Nadie puede enterarse de tu magia.
—Oh claro. El barco donde viajaba naufragó y no tengo donde quedarme.
Los aldeanos se compadecieron y lo llevaron al Mercado de las Maravillas, donde le regalaron comida.
Se sentó en una mesa y Asha lo acompañó, les sirvieron paella de cortesía. Si él pensaba que olfatear el aroma de las flores era la mejor sensación, cambió totalmente su perspectiva al degustar tantos sabores en su paladar, sobretodo el del arroz con azafrán.
"¿Dónde has estado toda mi vida?" pensó mientras deleitaba cada bocado. Fue toda una experiencia culinaria.

La princesa le enseñó a utilizar el tenedor, ya que Eli se lo estaba comiendo con la mano. Él le prestaba atención al mismo tiempo que imitaba sus movimientos.
—¡Mira Asha! ¡Ya soy todo un experto! — dijo con una voz coqueta. Quería impresionarla que aprendía rápido.
—Algo así Eli — era inevitable no reírse al verlo tratar de picar la comida. De alguna manera, eso le causaba ternura a Asha. No dejaba de verlo con la esperanza de que él consiguiera al fin utilizar el tenedor.

Mientras tanto, al caer la noche en el Castillo Real; los reyes se encontraban en su habitación. Amaya estaba sentada sobre su taburete desmaquillándose y admirándose a sí misma en el espejo de oro del tocador. Magnífico estaba en la cama tratando de relajarse del estrés que sentía.
—¡Demonios! ¿¡Cómo puedo estar tranquilo cuando esa niña se fuga sin antelación!? ¡Y lo peor es que se larga con todo lo que le enseñamos deshonrándome a mi! ¡A nosotros! ¿¡Qué clase de cosas malévolas tiene en mente!? — gruñó de rabia.
Su esposa lo escuchó, también estaba muy enfadada con Asha. Se levantó del taburete para sentarse sobre la cama y hablar con él.
—Sé que estás molesto, te entiendo.— dijo frotando las manos sobre sus brazos. —Esta vida no ha sido sencilla para nosotros y todo este tiempo he sido testigo de que la has guiado por buen camino; compartiéndole tus enseñanzas, tus conocimientos, tus consejos...Si la responsabilidad es demasiado para ella, déjala. Tiene una mente muy cerrada, sin visión o ambición alguna. — Le daba coraje ver que ella le había enseñado a Asha a cómo ser una mujer empoderada elevando su energía femenina oscura y siempre la ignoraba.

—Es que simplemente debe cumplir lo que le toca. Es tan irresponsable y caprichosa...se atreve a cuestionar mis reglas. Crítica el sistema y tampoco hace nada para cambiarlo. No sabe nada de la vida. — el rey estaba tan estresado que le dolía la cabeza.
—Si nos representa una piedra en el camino, hay que dejarla a un lado. Como le dijiste, ya no será nuestra heredera hechicera. Habrá que buscar a otro sucesor allá fuera. Deben haber tantas personas jóvenes en el reino que en verdad tengan la disposición de trabajar para nosotros y aprender magia.
Magnífico lo analizó y encontró la idea lógica. Era hasta ahorita la mejor alternativa al problema. —Tienes razón, eso haremos. Mañana temprano comenzaré con las convocatorias— ésta vez, su tono de voz sonó calmado. Miró a Amaya directamente a los ojos y tomó su mano para besarla. —Ay mi amor, Rosas tiene suerte de que estés conmigo y yo también.

Ella sonrió —No hay de qué. Somos un equipo, estamos para apoyarnos.
—Y tú sabes que desde el primer día que te conocí he estado a tu disposición reina mía.
Al parecer este asunto del heredero se había desvanecido de su mente y ahora estaba en su modo romántico.
—El haber rechazado a todos los pretendientes que mis padres querían para mí fue la mejor decisión que tomé porque te conocí a ti — soltó una risa suave —Varias veces intentaron casarme cuando era joven y no lo lograron, hasta que me di cuenta que tú eras el amor de mi vida.
—Es que ninguno de esos tipos eran competentes para alguien como tú.— susurró acariciando su mejilla. Los ojos de ambos brillaban entrelazados profundamente.

Amaya se movió un poco y sacó del buró un trozo de pergamino que mostraba un dibujo que les habían hecho en el Puente de los Suspiros en Venecia cuando se casaron. —¿Lo recuerdas? — puso el papel entre sus manos y se lo mostró a Magnífico.
—¡¿Cómo olvidarlo?! Fue el día más feliz de mi vida. Te veías tan perfecta vestida de novia...si te soy sincero estaba muy nervioso esa vez pero ante aquella iglesia simplemente lo supe.
—Awww y la parte del beso en el puente fue lo mejor. Ya ves que dicen que si los enamorados cruzan en góndola besándose se les concede el amor eterno.
—Creo que sí funcionó...— Con un gesto apasionado, Magnífico la atrajo hacia sí, colocándola con suavidad en sus piernas. Se fue aproximando hacia ella hasta que estuvieron lo más cerca posible. Podían sentir la respiración del otro. Él miró sus labios y en susurro le preguntó:
—Amaya querida, ¿me harías el honor de repetir ese beso?

    La reina lo miró y respondió con una voz que era música para sus oídos. —Adelante, mi amor.
Inclinó ligeramente su cabeza para encontrarse con los labios de su esposa, en un encuentro apasionante encendiendo la llama de su eterno amor.

    En ese mismo momento, en otra ala del castillo estaba de vuelta Asha acompañada de Eli. Estaban en camino a que ella le mostrara una pequeña habitación donde el chico se podría quedar unos días. En voz baja le dijo que no hiciera ruido. Ella pensó que lo más probable era que sus padres estuvieran despiertos haciendo el amor.
—No querrás verlos enfadados, son una pesadilla.
—De acuerdo, voy a hablar así — murmuró cada vez en un tono más silencioso.

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora