26. Somos todos estrellas en el cosmos

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    Los reyes Magnífico y Amaya estaban muy felices de haberla librado con vida de aquella tortura. Ella le dirigió una sonrisa en agradecimiento y viceversa.
—No tenías por qué hacer esto.— le dijo Magnífico.
A lo cual ella respondió —Yo sabía que iba a estar bien, y que harías lo mismo por mi.
El rey se sintió alagado haciendo que sus labios formaran una sonrisa, pero también tenía que reconocer el apoyo de su hija. —Gracias. Aunque no lo hice yo solo...— dio unos pasos aún lado para que pudiera ver a Asha. —Ella también te salvó.
La princesa sonrió tímidamente y se encogió de hombros. Su madre se dirigió a ella y tomándola de las manos, le dijo. —Estoy en deuda contigo Asha. Te lo agradezco mucho.
—No es nada. Me da gusto que ambos se encuentren bien.— replicó ella con modestia.

    —Me equivoqué con respecto a ti cuando dije que tu deseo era peligroso para Rosas. Estaba tan estresado pensando en posibles ataques que no me di cuenta que el peligro estaba en mí mismo. —confesó el rey.
—Tiene razón, yo también me dejé llevar. Quería que tuvieras un futuro prometedor haciendo lo que mejor te supimos enseñar que jamás noté el enorme talento que tienes.— agregó la reina.
—No fue hasta que te escuchamos cantar y abriste nuestras mentes. Eres extraordinaria Asha, eres una líder. En tus ojos vi valentía, coraje y determinación; cualidades que no las tiene cualquiera.
—Y creo que hablo por los dos, tu padre y yo, cuando digo que estamos muy orgullosos de ti. Todos estos años has dado batalla esforzándote cada día. Eres más que suficiente, ya no te preocupes por ser perfecta para nosotros. Sé imperfectamente perfecta para ti misma.

    Al escuchar lo que venía esperando toda su vida, fue inevitable para la muchacha no soltar una lágrima. Era como poner una bandita a una herida que llevaba años abierta e infectada.

—Gracias— sollozó ligeramente. —Gracias por creer en mi. Mi intención nunca fue ser grosera o mucho menos destruir un reino. Solo quería ser yo misma.
—Te amamos mucho hija...¿Crees que puedas perdonar a dos malos padres?
—Papá...— recordó lo que Estella le había dicho. —No existe un manual que nos muestre cómo ser buenos padres, hijos, reyes...Lo que importa es ir mejorando cada día. Allá con las estrellas, tuve la oportunidad de conocer su mundo y bueno, me contaron la verdad: lo que tuviste que pasar antes de que yo naciera. Mamá tú también. Sé que los dos sufrieron mucho e incluso antes de eso, cuando eran jóvenes como yo. En ese momento supe que debí ser más comprensiva.
—Ay mi niña— dijo la reina, casi rompiéndose en llanto.
Asha abrazó a sus padres. —Está bien, nunca es tarde para volver a empezar.
—Es cierto. Y nunca pares hasta cumplir tus sueños, y cuando lo hayas hecho aquí estaremos nosotros orgullosos de ti.
El rey Magnífico se quedó pensando en las palabras de su esposa, y luego se dirigió a su hija.
—Por esta razón ya no voy a conceder ningún deseo. No es correcto. Como tú me enseñaste: es mil veces mejor que cada persona se esfuerce hasta lograrlo. ¡Se siente uno más vivo! Gracias Asha, por hacerme cambiar mi mentalidad.

    La princesa sonrió y sacó de su bolso híper profundo su deseo. Ella y sus padres lo admiraron por unos segundos.
—Es muy bello — susurró la reina Amaya.
—Lo es. Adelante...es tuyo.— dijo el rey.
Asha lo lanzó con suavidad hacia el cielo donde la hermosa esfera azulada flotó divinamente para finalmente adentrarse en el pecho de la chica y quedarse guardado con un brillo resplandeciente. Segundos después se desvaneció, garantizando así que este deseo ahora le pertenecía a ella y solo ella.
Fue una de las sensaciones más extraordinarias que un ser humano pudiera experimentar, que le fuese devuelto algo tan puro como un deseo. De tan reconfortante sensación, Asha soltó un suspiro.

    Entonces comenzó a liberar cada uno de los deseos que tenía en su bolso. El rey puso su mano sobre el hombro de ésta y gentilmente movió su cabeza en gesto de aprobación. Fue así como los deseos de todo Rosas fueron liberados y devueltos a sus respectivos dueños.
Entre ellos había una esfera dorada, era diferente a cualquier deseo humano. Antes de lanzarlo como los otros, la chica le dio un vistazo: Representaba a un chico viviendo grandes experiencias en el mundo terrenal.
Se trataba del deseo de Eli. Asha se estremeció porque sabía que una estrella no podía estar mucho tiempo en la Tierra o de lo contrario perdería los poderes. No obstante, desde el primer instante que lo conoció él le confesó su más profundo anhelo. Incluso antes de que se enamorara de ella. Su rostro cambió a uno afligido. Le preocupaba que quizá ese deseo jamás fuese concedido por sí mismo porque ¿Cómo podría una estrella ser humano?

Wish: La historia jamás contada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora