Of Mice & Men - Unbreakble

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I'm unbreakable
Can't defeat me, though I'm bleeding
Unbreakable
Though I'm bending, I'll never break
I'll never break

Fernanda se sentía muy mal de todo lo que estaba pasando, y sobre todo abrumada con lo de Stephen, de la duda que le sembró en su ser y todo lo que había conllevado de las dudas que se manifestaban hacia Astrid de las cuales la emperatriz se sentía un poco asqueada, más que nada porque no las quería creer y muy dentro de ella no las creía, pero siempre tenía esa duda.

¿Astrid de verdad estaba feliz con ella?

Astrid era bisexual eso lo sabía muy bien esta Fernanda y sabía que había hombres que se le hacían muy guapos a la gótica, claro siempre mantenía el respeto hacia su pareja, jamás había hecho un comentario fuera de lugar o dicho algo que lastimara a Fernanda, ya que a pesar de ello la dibujante se inclinaba en sus gustos más hacia las chicas.

Sin embargo, la emperatriz se había sentido mal con los desplantes que Astrid mostraba con este Stephen, no lo entendía del todo, ya que si parecía sonrojarse la gótica pero nunca había visto que le diera entrada a las palabras que el editor le decía, incluso llegaba a señalar su anillo, pero el estar ruborizado siempre estaba ahí, y es lo que más duda le causaba a Fernanda.

Ella se había alejado un poco de todos, se sentía mal desde lo que había pasado en su oficina y la mente le jugaba malas pasadas, de que ella ya no iba a ser digna de ellos por ello.

Dormía en su oficina y se bañaba aún en la regadera del gimnasio que frecuentaba, mantenía su cabeza abajo no quería que nadie la vea y le tenía a Alina rotundamente prohibido que la molestaran, eso incluía a su banda y su esposa.

Eran las doce de la tarde, tenía hambre e iba a ir a un restaurante que siempre iba con Astrid.

Ella quería ver a su gótica, pero le dolía pensar que no era lo suficiente para su amada, que tal vez Stephen era lo que buscaba para su vida futura para que Annie tuviera una familia normal, que es lo que las voces de su cabeza decían siempre, que Annie merecía una familia de madre y padre.

Ella salía sobrando, así se sentía después de la agresión que había recibido.

Caminaba por la acera de la avenida, iba distraída, no tenía la cabeza en su lugar, escuchaba a la gente hablar, pero ella no ponía atención, incluso no lo hacía cuando pedía su comida, ordenando lo que Astrid siempre quería, no podía sacarla de su mente, la amaba demasiado.

Se llevaba su comida a una mesa y se sentaba viendo hacia afuera, no tenía mucha hambre, pero debía de comer, no quería mal pasarse, a pesar de que no veía el punto de ello.

Dejaba salir un suspiro ligero, empezando a picar la comida, que era sushi y Ramen, sin muchas ganas, hasta que una sombra la cubría y alzaba la vista para ver quien era.

Los ojos grises de Astrid se posaban en ella y de igual manera los de su banda, quienes la veían con cierta preocupación y con visajes muy tristes.

—¿Dónde has estado Fer? —preguntaba Astrid intentado acercarse a ella, pero esta misma se hacía para atrás.

—Trabajando, solamente eso.

Su voz era muy apagada y desviaba la mirada de todos ellos, algo que los lastimaba, notaban el dolor en los orbes de la chica.

—Habla con nosotros Fer, por favor —decía Michael como si le implorara.

—¿No sé de qué quieren hablar? —respondía la azabache.

—¿Por qué te estas aislando pequeña? —preguntaba Robert.

Fernanda estaba a nada de quebrarse, ella amaba a sus amigos, amaba a Astrid, pero tenía miedo de no ser suficiente para ellos.

La Melodía del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora