Mi padre

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30 de mayo del 2023

Me pidieron que saliese hacia el campo donde entrenaban, que Ceballos quería hablar conmigo.

Me acerco a Ancelotti y le pregunto si puede salir un momento Daniel conmigo.

- Por supuesto, lo que necesites.

Llamé a Ceballos mientras me dirigía a las gradas y él me seguía. Me senté en ellas y Daniel me imitó al llegar.

- ¿Qué te ocurre? - le pregunté.

- Estaba un poco preocupado por un tema, y me dijeron que hablara contigo, que me ayudaría.

- Claro, cuéntame lo que quieras, estoy aquí para escucharte.

- Llevo un tiempo sintiéndome insuficiente, como si no fuera importante en el equipo.

- ¿Has notado algún cambio de actitud de alguien?

- No. Simplemente me siento inútil - dijo en un tono deprimido.

- Eso no lo puede decir nunca nadie.

Él me miró entristecido, y yo le dediqué una sonrisa.

- Supongo que tú lesión no habrá ayudado mucho, pero tienes que comprender que si estás aquí es por algo. Todos sois importantes, cada uno a su manera.

- Pero me comparo con otros y se nota la diferencia.

- No por tener cualidades diferentes somos mejores o peores. Siempre habrá alguien mejor que tú en algo, y tú destacarás en otra cosa.

- ¿Tú crees que sigo sirviendo? A veces pienso que están deseando que se me acabe el contrato.

- El Real Madrid es un club muy exigente, y a veces es bueno sentirse presionado, pero no machacado.

- ¿Y qué puedo hacer?

- Ahora céntrate en dar tu mejor versión y ya pensarás en qué hacer en un futuro.

Continuamos un rato charlando mientras le ayudaba con sus problemas en el club. Era normal que se sintieran así, pero eso no quitaba que no debiera hacerlo.

- Muchas gracias por tu ayuda, pero creo que debería volver al entrenamiento, Carlo se puede enfadar.

- No creo que se enfade, pero puedes irte. Ya me contarás qué tal te sientes otro día.

- Claro, muchas gracias Julieta.

- Estoy para lo que necesites - dije dándole dos besos a modo de despedida -. Cualquier cosa que necesites estaré en mi despacho.

Ya que quedaba poco para que terminarán de entrenar decidí quedarme a verles. Esta semana había excedido mis horas de la media jornada por lo que podía irme a casa, pero preferí quedarme a verles.

Aproveché para llamar a Sandra mientras estiraban.

- ¿Has salido ya de trabajar? - pregunté.

- Sí, estoy ya en casa.

- Yo vuelvo con Marquito, que ya están acabando.

- Aquí os esperamos.

- ¿Os?

- Ha venido tu padre a veros.

- ¿Enserio? Que ganas de verle.

- Sí, pero tú hazte la sorprendida y no le digas nada a Marco, que era una sorpresa.

- Vale, yo me callo.

- Creo que es el momento perfecto para que le cuentes, Julieta.

- Ya lo se, pero no es fácil. Ni siquiera Marco lo sabe, y como le diga que al padre le conocí hace dos meses me mata.

- Lo aceptará.

- Bueno te dejo que ya salen, nos vemos ahora.

- Chao.

Pensé en lo que me dijo. Tenía mucho miedo de como pudieran reaccionar, pero dentro de poco se empezaría a notar, no podía posponerlo mucho.

Vi como se acercaban a saludarme algunos, entre ellos mi hermano.

- Carlo te llama, quere hablar contigo. Me ducho rápido y nos vamos.

- Vale, nos vemos a la salida.

Caminé hacia en centro del campo donde Carlo hablaba con los demás entrenadores. De camino saludé a los jugadores más veteranos, que continuaban en el campo charlando animadamente.

- ¿Necesitas algo? - pregunté al llegar.

- Era para saber qué tal Daniel.

- Bastante mejor, es solo un bajón.

- Eso esperamos.

- Lo único que os pediría es que intentéis animarle entre todos los entrenadores.

- Eso está hecho - me contestó el hijo de Carlo con una sonrisa.

- Pues eso es todo, hasta mañana a todos.

- Que tengas un buen día, Asensio.

Me despedí con una sonrisa y me dirigí a la entrada del edificio, con intención de buscar a mi hermano.

Cuando me paré para abrir la puerta que daba a la entrada del edificio, sentí unas manos cálidas sobre mi cintura. Al principio me asusté, pero al sentir la voz cálida del brasileño me tranquilicé.

- Te estaba buscando.

Me giré y sonreí al verle. Me miró con su característica sonrisa mientras dejaba un dulce beso en mis labios. Le seguí el juego juntando nuestras frentes y disfrutando del momento.

- ¿Que tal con esto? - preguntó señalando mi barriga, que ya comenzaba a notarse levemente.

Del embarazo no tenía síntomas muy notorios, simplemente notaba más cansancio que de costumbre, además de los sentimientos más alterados de lo normal desde hacía tiempo. También notaba como día tras día aumentaba de peso, por poco que fuera.

- Con mucho cansancio, pero se sobrevive.

Durante unos segundos nos limitamos  a mirarnos y disfrutar de la cercanía del otro.

- Tengo que contarte algo - cambié radicalmente la expresión de mi rostro mientras él esperaba mi respuesta -. Ha venido mi padre a vernos, y no se si contarle lo del bebé.

Cada vez que decía en voz alta algo relacionado con el embarazo mi cabeza seguía sin asimilarlo.

- ¿Hoy? ¿Estás segura?

- Ha venido mi padre a vernos por sorpresa, es el día ideal. Sandra me ha dicho que aproveché el momento, pero me da miedo su reacción - expliqué.

Él suspiró con frustración y me miró a los ojos. Asintió lentamente asimilando la situación.

- Es normal lo que sientes, pero sabes que me tienes a mí, no estás sola en esto ni siquiera para hablar con tu padre. Yo podría acompañarte - añadió.

- ¿Cómo? - me sorprendí.

- Soy el padre del bebé, debo estar allí. Así podría conocer a mi suegro.

- Como le llames suegro ya puedes salir corriendo - me reí -. No hace falta que vengas, de verdad. No estoy segura de que se lo vaya a decir hoy, así que no es necesario.

- Pues entonces me voy a mí casa. Para cualquier cosa llámame y tardó diez minutos en llegar a tu casa.

- ¡Que sí!

Me besó de nuevo antes de separarse y decirme:

- Nos vemos mañana entonces, me voy a duchar.

Y tras despedirse, entró en el edificio sonriendo. Poco tiempo después entré yo, dirigiéndome directamente al aparcamiento.

Poco tiempo después de llegar apareció Marco, listo para volver a casa.

Tenía muchas ganas de llegar a casa para ver a mi padre. Llevábamos mucho tiempo sin vernos.

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