“Entre flashes nació, entre flashes se crio, y detrás de ellos, una de sus muchas caras mostró.”
Elizabeth
—Hoy vamos a tener que almorzar en la cafetería, K. —comentó Byron a mi lado una vez que el profesor de Física hubo abandonado el aula.
Lo miré ceñuda.
—¿Por qué?
—Debemos socializar un poco más. —respondió jocoso con una sonrisa de oreja a oreja. Se ganó un puñetazo por la gracia, haciéndolo reír más—. Bien, el problema fue que se me quedaron las lonchas del almuerzo encima de la mesa. —comentó de manera calmada mientras se sobaba el brazo donde le di el golpe.
Suspiré de manera lastimera antes de sacar un poco de dinero de la cartera para que ambos pudiéramos comer en la cafetería.
Byron sonrió como un angelito mientras se ponía de pie e indicaba el camino hacia ese lugar infernal que detestaba a muerte por la cantidad de personas que encontrabas y el barullo constante como si no pudieran comer en silencio.
Nuestra aula está relativamente cerca de la cafetería, así que mi tormento empezó bastante rápido cuando Byron sujetó las puertas para que yo pudiera pasar. Esa cafetería estaba repleta de personas hablando una encima de la otra, pasándose gérmenes y compartiendo la misma comida ya que ni siquiera se tapaban la boca para hablar.
«Que asco, joder.»
Fue imposible que no pudiera disimular bien la cara de asco, y lo sé bien porque tampoco fue que me esforcé mucho por disimular mientras avanzaba con Byron hasta dónde se pedía el almuerzo.
Sabía también que Byron y yo teníamos todas las miradas encima, y no podía importarnos menos mientras nos sentábamos en una mesa bastante alejada en una esquina. Quedé de frente a Byron y con una vista directa a la mesa de los populares, o eso creían ellos que eran, dónde estaban William y Erickson entre esas cabezas huecas.
De manera súbita, Erickson terminó mirando en mi dirección, haciendo contacto visual y provocando que me llegaran unos flashes de la fiesta de ayer domingo. Una escasa sonrisa adornó sus labios mientras se los relamía antes de regresar su atención a lo que sea que parloteaban los chicos del equipo escolar que capitaneaba: el de fútbol americano.
—By, tengo hambre. —lloriqueé como una niña pequeña a Byron mientras alejaba la bandeja de comida antes de cruzarme de brazos y recostarme de la silla plástica.
Byron me miró ceñudo mientras terminaba de tragar.
—Compraste el almuerzo más caro de aquí, Elizabeth. —recriminó mientras se tapaba la boca para terminar de tragar. Segundos después, Byron estiró su brazo para arrastrar la silla en la que estaba sentada hasta hacerme quedar a su lado, provocando un estrepitoso sonido que puso en atención a todos los estudiantes en nuestra dirección, aunque él ni lo notó porque estaba más ocupado pasándome un brazo por sobre los hombros mientras ponía la bandeja enfrente de mí—. Ahora come. —comentó de manera calmada mientras se robaba una papa frita de mi almuerzo.
—¿Sí sabes que provocaste que media escuela nos esté mirando ahora? —pregunté con algo de incredulidad mientras alejaba la bandeja de vuelta.
Byron sonrió de manera calmada mientras apoyaba el antebrazo en la mesa para volver a acercarme la bandeja, evitando de esa forma que pudiera retirarla.
—Si quieres alargo la escena para darles material. —a pesar de que sonreía, sabía que eso era una pequeña amenaza suya—. Ahora come, Elizabeth. —con un movimiento de los ojos indicó la bandeja mientras su voz se volvía seria.
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Rompecorazones 1: BROKEN
RomanceEmpecemos por el principio: por el olor de un libro nuevo, por las ansias de conocer la historia que aguarda escrita entre sus hojas. Aventurémonos entre las líneas, saboreando las palabras que nos cuentan sobre la vida de Elizabeth, una chica con t...