Capítulo 22

8 4 4
                                    

“Recuerdos borrados que empiezan a volver.”


(ANTES)


—Juguemos. —había dicho una yo de pequeña a un niño tan blanco que había llegado a pensar que era albino, aunque él me aseguró que no.

—Ya te dije que no puedo ahora. —respondió con un poco de tristeza. Era más alto que yo, y sus ojos siempre me parecieron fascinantes.

—¿Por qué? —preguntó mi yo de 8 años inocentemente.

—Estoy castigado. —sentenció.

—Oh, vamos. Tu madre no se va a dar cuenta, ¿sí? —había dicho yo con una sonrisa traviesa en los pequeños labios. Él me miró y esbozó una sonrisa cómplice antes de salir cerrando la puerta con cuidado detrás de sí.

—Si me alargan el castigo, voy a hacer que tu mamá también te castigue. —dijo divertido para cogerme la mano pequeña y echar a correr.

Siempre me fascinó que tuviera los ojos de colores diferentes, era tan raro que resultaba hipnotizante ver su ojo izquierdo rojo brillante mientras el derecho era una combinación de celeste con un castaño brillante asemejado a la miel.

Ese chico era mi vecino, mi cómplice de travesuras, la personita a la que recurría para contarle el sueño más loco o el pensamiento más raro que se me ocurriera. Porque siempre me seguía la corriente y me apoyaba en las locuras.

Porque, con él, me sentía en casa.

Rompecorazones 1: BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora