DOCE

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Comer fue muy agradable en compañía de la familia de Minho, pues ellos lo incluían en la plática y le hacían preguntas acerca de él.

Se les hacía un lindo gesto que Jisung portara una prenda del alfa menor, quien lucía muy orgulloso de eso.

Una vez los dos terminaron volvieron a subir a la habitación porque iban a "jugar videojuegos" cuando realmente solo querían privacidad.

Esta vez se sentaron ambos en la cama, y apenas lo hicieron hubo un silencio incómodo, el cual Minho buscó romper.

—¿Recuerdas lo del sábado? —Fue directo, y sería una mentira decir que no estaba nervioso.

Jisung se sorprendió, sabía exactamente de lo que hablaba pero aun así decidió hacerse el desentendido.— Oh, sí, nos encontramos en el centro comercial.

—Sí, pero yo hablo de.... el casi beso.

—Ah...—El rubio no supo cómo responder a eso y miles de ideas inundaron su mente.

¿Minho quería besarlo?

—Yo... aún quiero besarte.

Y al rubio casi se le va la respiración.

—Te besaste con Mina.

—Pero me he lavado los dientes, además tú también la has besado antes.— Explicó.

Y sí, tenía razón.

—¿Que te dice que yo quiero que me beses?

—Oh- pues, si no es así entonces no lo haré, tampoco quiero que pases un mal rato.

Jisung se odió por decir eso, porque la verdad era que desde ese día pensó mucho en eso, y ahora quizás había arruinado la oportunidad.

Esperó que Minho insistiera, pero eso no pasó, ambos estaban nuevamente sumidos en un silencio para nada cómodo.

—Bueno... si quieres sí.— Soltó como si nada, aunque por dentro sentía de todo.

El pelinegro lo miró.—¿De verdad?— Preguntó ilusionado.

—Dijiste algo sobre enseñarme lo que era un "beso de verdad", estoy curioso.

—¿No te has dado ese tipo de besos?

—Solo cosas pequeñas, sin abrir la boca.—Admitió, avergonzado.

—Está bien, solo debes abrir la boca y tratar de lamer los labios, también puedes meter tu lengua en mi bo-

—¡Si lo explicas se hace más vergonzoso!— Reclamó, sintiendo sus mejillas arder.

Minho soltó una risa nerviosa.— Solo déjate llevar.

Jisung reía en señal de nerviosismo y el pelinegro también, por lo cual no podían hacer nada sin soltar carcajadas.

—¡Deja de reírte! —Reclamó el omega.

—¡Tu empezaste!— Excusó Minho.

Jisung suspiró, tratando de calmar su risa y el alfa hizo lo mismo.

—Para que esto sea más cómodo deberías sentarte sobre mi escritorio, así quedamos a la misma altura— Habló Minho.

—¿Sobre tu escritorio?— Jisung dudó.

—Sí... te prometo que no es nada raro, solo quiero que sea más cómodo.

El omega se puso de pie, yendo hacia el escritorio que estaba justo frente a la ventana de la habitación, la cual por suerte estaba cerrada.

ReasongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora