VEINTIUNO

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(...)

Llegaron a la habitación de Jisung rápidamente, ambos emocionados por lo que iba a pasar.

Los pensamientos que había tenido en el parque ya habían dejado la mente del omega, ahora solo podía sentir su cuerpo arder y la lubricación que comenzaba a salir de su trasero.

—Jisung, no tenemos preservativos.— Recordó el alfa, alarmándose.

El omega rió levemente, yendo a su mesita de noche y buscando en el cajón más bajo, sacando una tira de lo que parecían ser condones.

—¿Te preparaste para la ocasión, bebé?— Le dijo Minho.

—H-hablé hace días con mi madre de esto y ella insistió en comprarlos, dijo que no estaban de más.— Explicó tímidamente.

—Ven aquí, precioso.

Jisung obedeció, yendo a sentarse a horcajadas sobre su novio, quien estaba sentado en su cama.

Sus labios se unieron en un beso intenso, llenó de necesidad y deseo, pero también de amor y confianza.

El rubio se sentía mil veces más sensible, su pene ya estaba erecto, por lo que se removía sobre Minho buscando causar la misma reacción en él.

—Alfa...— Suspiró contra los labios de este.

—¿Qué es lo que desea mi omega?

—Me siento muy caliente, es incómodo.

Minho lo entendía, porque él estuvo así hace un par de días. Por lo tanto, no quería que Jisung sufriera de la misma manera.

—¿Qué te parece si quitamos nuestra ropa?

El rubio solo extendió sus brazos hacia arriba, dejando al alfa sacar su camisa.

Fue cuestión de un minuto para que solo estuvieran en bóxers.

Minho hizo que Jisung se recostara en la cama, y se subió sobre él, aprovechando para besar su cuello y dejar leves succiones que provocaban ruidos placenteros en el omega, y el pelinegro no podía estar más encantado con el chico debajo de él.

Jugó con los pezones de Jisung, recordando algo que había leído acerca de que en los celos de los omegas estos se hacían más sensibles de lo que ya eran, así que movió su lengua alrededor de estos.

—Ahh... sí, Honie, el otro también, por favor.

¿Y cómo no hacerle caso? Acató su petición al instante.

Pudo oler aquel aroma particular que desprendía el lubricante natural de Jisung, aquel aroma que tanto le encantaba.

—Honie, te necesito abajo, por favor.— Pidió en un suspiro, se sentía cada vez más lubricado y dilatado producto de la excitación.

—¿Quieres mi polla, amor?

Jisung había descubierto cuanto lo ponía que el alfa le hablara así.

—Sí...— Admitió.

El pelinegro le hubiera hecho decir otras cosas, pero tuvo compasión de que Jisung se ponía tímido y nervioso cuando hablaban subido de tono, así que por esta vez lo dejaría pasar.

Bajó la ropa interior del omega, la cual ya estaba empapada, y tuvo el impulso de llevarla a sus fosas nasales, pero se detuvo debido a que sabía que eso podría avergonzar a Jisung.

—Abre las piernas para mí, bebé.

Y el omega lo hizo de inmediato.

Minho dirigió un dígito a su agujero, tanteando por fuera y metiéndolo con facilidad.

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