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- Eh dicho que no.
La dirigencia llegó ya entrada la noche, tanto Adem como un pequeño pelotón de jenizaros, los cuales suspiraron al ver la negativa de la castaña.
- Sultana, el principe está dispuesto a pedirle perdón, porfavor.
- ¡No!
- Sultana tal vez si..
- ¡No!
- Tenga piedad.
- ¿Piedad? Tener ¿Piedad? - pregunto incrédula - ese hombre me insulto, me gritó y lo que es peor me golpeó, y quieres que yo ¿Tenga piedad?
Los presentes bajaron levemente la cabeza, todos concordaban en que aquella joven de cabellos castaños tenía toda la razón.
- Yo entiendo Sultana...
- También manchó mi honor, ¿Cómo quieres que confíe en selim?
- Lo entendemos, pero el está abarrotado.
- No me interesa.
- No come Sultana.
- No es de mi incumbencia.
- Solo ingiere alcohol, ni siquiera está con su Harem.
- Abstinencia sexual no le hará nada de malo.
- Sultana, puede enfermar.
- Escuchame bien, dile estás palabras a tu principe.
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- Ni aunque me ofrezcas las mejores joyas del mundo podrán alegrar mi dolor, aunque me dieras las mejores telas no podrás cubrir la mancha que dejaste en mi, prefiero verte de rodillas suplicando disculpas, ten el honor de verme a la cara.
El pelirrojo tiró la copa de vino que estaba bebiendo, sintiendo de nuevo ese vacío en su corazón, se cubrió la cara sintiendo las ganas de llorar.
