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El sonido de la pluma se escuchaba con suavidad ser presionado suavemente contra el papel dibujando distintas letras.
Nuray estaba escribiendo una carta a su suegra la Sultana Hurrem, unos meses ya habían acontecido de lo ocurrido con Nurbanu y Dilsha.
Precisamente cinco meses, aproximadamente ciento cincuenta días sin hablar con selim de una forma íntima, tres mil seiscientos cincuenta horas sin interactuar de una forma romántica.
- Sultana ¿Desea que le traigan el desayuno?
- Desayunare en la terraza junto a mis niños.
Zehra hizo una reverencia antes de retirarse, esos pequeños angelitos eran su mayor felicidad en su vida y no negaba que el hecho de que crezcan rápido era agobiante.
Selló la carta con suavidad antes de dejarla en su escritorio luego de liberar a la mariposa, salió al balcón donde el aire fresco lleno sus fosas nasales.
Esos penetrantes ojos se fijaron como una lanza en esa nueva mujer presente de la Sultana Mahidevran para selim.
Si un "regalo" por su buena gobernación en Manisa, algo muy noble, si no se tratara de una trampa.
Aneshaera una mujer hermosa y delicada, la cual tan solo llegar fue asignada entre las favoritas.
Aunque todo el mundo le decía las mismas palabras a Nuray, 'anesha solo es una copia de usted majestad'
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Los ojos verdes penetrantes veían esa escena de todos los días, Selim paseando con su favorita, siempre frente a su balcón.
Los pensamientos de la Haseki fueron interrumpidos por los balbuceos y quejidos de un pequeño.
- Murad mi león.
Con suavidad Nuray tomó a su hijo besando sus mejillas, su mayor alegría eran sus hijos.
