XV

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BAJO EL MANTO LIQUIDO DEL CIELO

La tensión iba en incremento. Observé a Aksel de costado, notando cómo su semblante se tornaba notablemente molesto. Frunció el ceño en respuesta al escepticismo de Emma. Al mismo tiempo, noté a alguien acercándose, y la mirada de Aksel indicaba que no solo era por eso, sino también por alguna incomodidad relacionada con Emma. Parecía ser que algo no estaba del todo bien entre ellos.

-Así que esta chica de aquí es Sasha -murmuró el desconocido con una sonrisa insidiosa, acercándose a mí con la intención de tomar mi brazo. Sin embargo, estaba completamente equivocado si pensaba que podía siquiera acercarse a mí, porque Aksel no se lo permitió.

En un instante, el ambiente se cargó de una energía aún más tensa. La expresión de Aksel cambió, su seriedad se volvió más intensa. Con determinación, bloqueó el avance del desconocido, impidiendo cualquier intento de contacto no deseado. La mirada entre ambos hombres se cruzó como chispas en un enfrentamiento silencioso pero lleno de significado.

-Parece que te has equivocado de chica -espetó Aksel con una frialdad que cortaba el aire. Su tono era una advertencia clara, y su postura denotaba una protección inquebrantable hacia mí.

El desconocido retrocedió, visiblemente sorprendido por la firmeza de Aksel:

-No sabía que Sasha tenía guardaespaldas tan atentos -dijo con una risa forzada, pero sus ojos mostraban una mezcla de desafío y malevolencia. La tensión en el lugar alcanzó su punto álgido, como si estuviéramos al borde de una confrontación que podía desencadenar consecuencias imprevisibles.

-No necesito guardaespaldas, pero sí gente que respete los límites -respondí, apoyando la postura de Aksel con determinación. La situación estaba lejos de resolverse, y la intriga de lo que vendría a continuación colgaba en el aire como una tormenta inminente.

-Vaya, vaya, parece que esto se pondrá interesante -murmuró el desconocido de cabellos rubios con una sonrisa sardónica, sumando una capa más de misterio a la ya tensa atmósfera.

Emma, por su parte, me miraba con frialdad, sus ojos mostrando una mezcla de resentimiento y desconfianza. Decidí dar un paso hacia delante, sintiendo la necesidad de tomar las riendas de la situación. Mientras tanto, el desconocido se posicionaba frente a Aksel con una postura firme, desafiante, sin mostrar siquiera un rastro de miedo, a pesar de que Aksel era casi el doble de su tamaño, sobresaliéndole incluso por casi cuatro cabezas. La tensión entre ambos bandos se volvía palpable, como una cuerda tensa a punto de romperse.

-No tienes idea de lo interesante que puede volverse -respondí con determinación, mi voz resonando con un matiz de desafío. La confrontación estaba en su punto álgido, y cada mirada y gesto parecían desencadenar un juego peligroso de emociones y rivalidades.

Nunca antes había experimentado esta faceta de mí misma; desconocida, indomable. No entendía qué había provocado que el miedo se transformara en una furia ardiente y esa rabia se tradujera en una fuerza visceral que recorría todo mi cuerpo. Súbitamente, sentí un jalón en mi cabello de manera tan repentina que la sorpresa me paralizó. Mi atención se dirigió hacia Emma, quien se atrevió a provocarme de esa manera.

Sin pensarlo, una corriente de ira se apoderó de mí, transformando mi miedo en una determinación férrea. Antes de que pudiera procesar completamente la situación, presencié cómo el desconocido se propinaba un puñetazo en el rostro de Aksel. Aquel acto fue el catalizador que desencadenó una cadena de eventos que nos sumergió en una guerra de golpes, como si el universo mismo hubiera desatado una tormenta de violencia entre nosotros.

La escena se convirtió en un frenesí de movimientos desordenados, donde los puños se cruzaban en el aire con una ferocidad que eclipsaba cualquier lógica. Cada golpe resonaba como un eco de la creciente hostilidad en el ambiente. Mientras la adrenalina pulsaba en mis venas, me di cuenta de que esta nueva versión de mí misma estaba dispuesta a luchar, a defenderse contra lo que fuera que amenazara mi espacio y mi integridad.

Until The Last Breath ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora