TU VERDAD
Cuando te sumerges en el amor y finalmente logras unirte con esa persona especial, puede sentirse como si lo tuvieras todo. Sin embargo, a veces la realidad difiere de tus expectativas, creando una desilusión que es a la vez hermosa y dolorosa. Esperar que todo sea perfecto refleja cuán profundamente estás enamorado, pero la cruda realidad puede convertirse en tu propia maldición.
En esos momentos, deseas no haber caído enamorado, incluso llegas a anhelar no haber conocido a esa persona. Buscar una razón, un responsable, o simplemente cuestionarte por qué te sucede a ti, es natural. La respuesta, aunque no sea concreta, reside en ti mismo.
A veces, las cosas suceden por alguna razón: las personas, el lugar, el momento. Aunque no tengas un control absoluto, al lidiar con el tiempo, perdemos la noción y es entonces cuando ocurren las cosas menos esperadas.
-¿En qué piensas? -inquirió el chico, con una expresión de amargura marcada en su rostro, observándome con atención.
-En ti -dejé escapar, provocando que su rostro se tornara del color de un tomate maduro. Con la mano sobre su mejilla, apoyado en la mesa, desvió la mirada-. Cállate, concéntrate.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras lo observaba. Es tan hermoso y perfecto que, paradójicamente, debería ser yo la que se ruborizara. Sin embargo, resulta entretenido verlo actuar de esa manera. Dan sostiene que parece mi perro guardián, una comparación a la que me resisto, pues él no es un animal.
Unos días transcurrieron desde mi tropiezo con la geografía, y la siguiente materia a rendir era fisicoquímica. Cuando le conté a Aksel sobre mis dificultades académicas, se ofreció a ayudarme. Debo decir que no solo es un genio, sino también un profesor sexy con esos anteojos que le dan un toque intrigante.
Entre libros y apuntes, nuestras sesiones de estudio se convirtieron en momentos donde las ecuaciones cedían paso a risas compartidas y complicidad.
-¿Entiendes ahora la función de partículas? -preguntaba Aksel on una sonrisa que solo mostraba conmigo, y yo asentía, agradecida por su paciencia.
El tiempo parecía disolverse cuando estábamos juntos.
-Eres mi héroe de las fórmulas -bromeé un día, y él rió, una risa que resonó como melodía en el aula vacía.
No obstante, una tarde, entre libros y risas, nuestras miradas se encontraron de una manera distinta.
-¿Te gustaría salir después de la sesión de estudio? -propuso tímidamente sin cambiar la expresión de amargado que siempre lleva consigo, desviando la mirada como si temiera mi respuesta.
El corazón latía con fuerza, y antes de que pudiera responder, supe que la fisicoquímica no era la única fuerza en juego. Desde aquel momento, nuestras conversaciones se volvieron un delicado equilibrio entre moléculas y emociones, demostrando que en el complejo experimento de la vida, a veces, las reacciones más inesperadas resultan ser las más fascinantes.
-¿Me estás invitando a salir...? ¿Una cita? -pregunté sin rodeos, y él, sin mirarme aún, asintió -¿Sabes que me escape de mi casa para que puedas darme clases en la casa de Jos? -reí levemente.
-Lo sé -respondió secamente. Su manera de ser no me molestaba en absoluto; al contrario, sentía que lo conocía de toda la vida, y me encantaba tal como era.
Sin prisas, acerqué mi mano lentamente a la suya y empecé a acariciar con la yema de mis dedos esa mano gigante posada sobre la mesa. Él, al notar mi contacto, volvió a dirigir su mirada hacia mí, mostrando una mezcla de sorpresa y curiosidad.
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Until The Last Breath ©
Teen Fiction[COMPLETADA] Ella desconoce el significado del amor, mientras que él busca comprender la verdadera esencia de la felicidad. Anhelando la capacidad de amar, ella se cruza con él, anhelante de ser amado. Aunque como el agua y el aceite, sus diferencia...