XXV

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ECOS DE AMOR

La mañana transcurrió con una calma aparente hasta que me enteré de que Esme había estado coqueteando con Alex. No pude evitar sentir una mezcla de sorpresa y decepción al escuchar que había mostrado partes de su cuerpo y le había suplicado que estuviera con ella. No sabía hasta qué punto las mujeres podían llegar a desesperarse, pero por un instante, me planteé la posibilidad de ser amigas. Sin embargo, cuando mencionó que se cortaría las venas, no pude evitar pensar que solo buscaba llamar la atención, algo en lo que Jostyn, por supuesto, coincidió de inmediato.

-Deberíamos reconsiderar nuestra relación con ella -solté con cierta irritación.

-La verdad es que no me esperaba esto de ella. Pensé que era diferente -comentó Dan, buscando una opinión de Aksel.

-A mí solo me importa Sasha, lo demás no me afecta mucho -respondió Aksel, dejando en claro sus prioridades sin titubear.

-Intentaré hablar con ella -dijo Dan, aunque su confianza en que sería escuchado no parecía muy sólida.

Dan tenía razón. Primero fue Emma, y ahora Esme. Parecía que teníamos una racha de mala suerte al relacionarnos con otras mujeres. Siempre habíamos sido solo tres, y tal vez así seguiríamos. Quizás estaríamos mejor con nuestro pequeño grupo.

Dante intentó hablar con Esme, pero al final, ella simplemente dejó de dirigirnos la palabra. Sentí un alivio momentáneo, una especie de tranquilidad al ver que no causaba el mismo alboroto que Emma, de quien luego no supimos nada. Nuestro grupo volvía a la paz que teníamos antes, pero la mía no estaba completa. Aún me atormentaba la incertidumbre sobre la relación de Aksel. No me veía capaz de manejarlo. Aksel necesitaba a alguien que realmente entendiera lo que estaba pasando, y no estaba segura de ser esa persona.

-Oye, Aksel... -intenté llamarlo mientras se encontraba comprándome algo para comer en aquel bullicioso restaurante de comida rápida.

-¿Hmm? -lo escuché murmurar mientras daba media vuelta, con su característica tranquilidad que contrastaba con el ajetreo del lugar.

-Creo que deberíamos hablar de algo importante -empecé, observándolo mientras elegía entre las opciones del menú. Su cabello greñudo se mecía ligeramente con el movimiento, sus ojos cafés reflejaban una especie de serenidad forzada, su altura imponente y su rostro, aunque en apariencia frío, mostraba una sutil tristeza. En ese instante, dudé de la decisión que estaba a punto de tomar.

-¿Qué es lo que deberíamos hablar? -preguntó, una vez que le entregaron la cajita feliz que había pedido para mí, gesto que me llenó de ternura al ver su lado más gentil.

-Sobre nuestra relación... -solté, sintiendo una incomodidad que se reflejaba en mi voz, y en ese momento, la sonrisa que por un breve instante había iluminado su rostro desapareció, partiendo mi corazón en mil pedazos.

-¿De qué estás hablando? -su voz tembló ligeramente, y al bajar la mirada, noté que sus manos no dejaban de temblar. Aquello me sorprendió, dejándome desconcertada por un momento.

-Mejor cálmate y después lo hablamos... -intenté suavizar el ambiente, consciente de que la situación se volvía cada vez más tensa.

-No, ahora quiero saber de qué mierda estás hablando. -su tono se tornó más brusco, y sentí cómo se aceleraba mi respiración ante su evidente agitación.

-Creo que deberíamos terminar -me lancé sin preámbulos, sin detenerme a considerar el torbellino emocional que mi declaración podía desencadenar.

-¿Qué...? Pero, yo... No entiendo -su semblante era de confusión, ya no el chico frío que solía mostrar al mundo, sino más bien un niño perdido en medio de un mar de emociones.

Until The Last Breath ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora