CAPÍTULO 12: Cuando el hermano de tu amiga madura...

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MARATÓN 2/7

Veo como relaja las facciones de su rostro. Des de luego que así es más atractivo, no con su ceño fruncido. Observo a Leo, ya casi mide como Aslan, rondara los dos metros y poco, su cabello que le llega hasta donde serían las orejas humanas de color cobrizo, los cuales ocultan sus orejas redondas de casi el mismo color de su cabello y el interior de un color beige, sus ojos son miel casi amarillos, sus cejas ampliamente pobladas y gruesas, dándole un semblante rebelde, su nariz recta, mandíbula en pico y labios gruesos. Su pecho marcado por la musculatura definida, con ligero bello en su pecho y que baja sugestivamente hasta su zona en V, la cual esta tapada por una especie de falda larga. Piernas largas y fuertes, así como sus brazos, los cuales tiene una raya que envuelven sus bíceps en cada uno de ellos. Él también tiene dos rayas. Finalmente, su cola es larga hará por si sola un metro y acaba como un plumero del mismo color que su cabello (imagen de cómo podría ser en mi imaginación Leo ahora en adulto al inicio del capítulo). Siento como él se gira para mirarme y coincidimos las miradas, avergonzada porque me ha pillado examinándole, desvió la mirada ruborizada. ¿Por qué me late tan rápido y fuerte el corazón? ¿Puede escucharlo? Vuelvo a mirarle disimuladamente y él solo está mirando a nuestro alrededor atento a cualquier animal o peligro.

- Leo... - Le pregunto, mientras caminamos por el bosque. - ¿No has pensado en cortejar alguna hembra? – Le pregunto avergonzada por mi pregunta. Él se gira a verme y me muestra una sonrisa y una mirada que no logro interpretar.

- Todavía no, solo tengo 17 años, esperaré. – Me contesta. - ¿Por qué la pregunta?

- Bueno... ya des de que te conocí habías pasado tu edad de madurez a los 9 años... y ahora estas atractivo como para seducir a una hembra. – Le explico avergonzada. Él empieza a reír a carcajadas. - ¡No te burles! – Le grito indignada, le golpeo ligeramente en el bíceps para luego salir corriendo.

- Oh no, pequeña. – Dice Leo parando de reír para ahora poner una sonrisa malvada. – Ni se te ocurra huir de mí. – Exclama para transformarse en león y perseguirme, mientras yo corro por el bosque riendo.

Al poco me atrapa, tirándose encima de mí, quedo sentada en el suelo del bosque y él empieza a lamerme la cara con su lengua, ocasionando también que sus bigotes me rocen y causen cosquillas. Del esfuerzo por intentar apartarlo, mientras río, me estiro en el suelo del bosque.

- ¡L-LEO! – Le grito, mientras intento coger aire entre risas. - ¡PARA! – Vuelvo a reír.

- Contigo nunca puedo parar. – Dice este des transformándose y mirándome primeramente serio, que por un momento me hace tragar saliva y a los poco segundos muestra una ligera sonrisa. – Anda levanta. – Dice levantándose de encima de mí para luego extender su mano para ayudarme a levantarme.

- Gracias. – Le agradezco por la ayuda.

- ¿Qué querías hacer en el bosque? – Me pregunta, a su vez mira el arco y las flechas que cargo.

- He creado un arma y quería probarla. – Le muestro.

- ¿Por qué? No hace falta. – Dice este extrañado. Suspiro.

- El otro día. – Le empiezo a explicar sobre mis miedos del día de mi des transformación. A lo que ellos llaman el día de mi madurez. – M-me sentí in-indefensa. – Confieso. – N-no quiero volver a sentirme así. – Digo ya un poco más segura.

- Entiendo. – Dice Leo muy serio, casi enojado.

- ¿No dirás nada más? – Pregunto extrañada.

- ¿Cómo qué? – Pregunta sarcástico. – ¿Que es peligroso? ¿Qué para qué vas a aprender a cazar en tu forma humana si ya estoy yo para hacerlo? Seguro que igualmente lo aprenderías. – Contesta encogiéndose de hombros relajando esta vez su semblante y dando un suspiro.

Soy una gata en un mundo bestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora