CAPÍTULO 24: Miembros extranjeros

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Me duele todo el cuerpo. Me quejo intentando estirarlo y alejar el calor abrasador que me molesta para continuar durmiendo. Estoy cansada.

-Grr, deja de moverte. – Escucho la voz ronca de Leo.

Al girarme totalmente, me posiciono cara a cara con Leo quién tiene los ojos cerrados. Los recuerdos de anoche me invaden. "Eso si fue una noche movidita".

-Tengo ganas de ir al arenero. – Le digo, mientras le acaricio el cabello sedoso, despeinado y algo sudado por la actividad.

-Un ratito más. – Se queja abrazándome más fuerte.

-¡Leo! – Le grito cuando me acerca más íntimamente contra su cuerpo y noto su excitación mañanera.

-Leo, estoy cansada. – Le digo avergonzada. Ayer me dreno todas las energías.

-Está bien, pero quiero un beso. – Me replica abriendo los ojos y mirándome con una gran sonrisa.

Contagiada por su sonrisa, se la devuelvo y gustosa le doy un beso que sin darnos cuenta se vuelve profundo, fogoso y crean llamas que sin poder evitarlo ambos volvemos a la acción.

-Ahora sí me llevas al arenero. – Le digo agotada.

-Vamos. – Me responde sonriente y orgulloso. – Tienes mi marca en tu pecho. – Aclara con un tono de voz emocionado por este hecho.

Siento como me levanta en brazos al estilo princesa una vez que ha terminado de vestirme. Investigo mi cuerpo para ver que marca menciona y es entonces cuando veo un tatuaje de un león al lado de mi pecho izquierdo, debajo de mi axila, allí majestuoso con los ojos iguales a los de Leo.

-¿Qué es esto? – Le pregunto aún observando el tatuaje, absorta por su realismo.

Es como los tatuajes que he visto en diferentes partes del cuerpo de Leodora. La de papa Aslan está en su gemelo. Pienso algo decaída por recordar su historia.

-Es mi marca. – Me contesta.

-¿Y ahora qué significa eso? – Le pregunto, refiriéndome a si hay algún cambio en nosotros por ahora yo llevar su marca. Durante el camino observo el cambio de dirección que está tomando Leo, juraría que va hacia el río.

-Demuestra el amor que me tienes, contra más cerca este de tu corazón, significa que más amor me tienes y, a cambio, yo te proporciono mi fuerza. – Me contesta Leo.

-¿Cómo? – Le pregunto, ya que a eso me refería, tengo curiosidad por saber cómo utilizar su fuerza.

-No se bien como funciona porque el macho solo puede poner su marca una vez en la vida, a su hembra, a su compañera de vida. – Me dice Leo mirándome con esa mirada que transmite todo el amor que siente por mí. – Si quieres saber más puedes preguntarle a Aslan o Harry, puede que ellos sepan.

-Lo haré. – Le contesto mirándole y sonriéndole algo sonrojada. – Por cierto, ¿por qué vamos al rio? – Le pregunto.

-Pensé que también querías bañarte. – Menciona Leo.

-Tienes razón. – Le contesto feliz.

Leo nos lleva, conmigo en brazos, hacia el rio. Tranquilamente a paso pausado con el sol bañando sus rayos entre los árboles, la luz reflejándose en la superficie tranquila del rio y Leo avanzando entre la hierba húmeda. Avanzábamos en un cómodo silencio, disfrutando de la brisa suave que acaricia nuestros rostros. El bosque susurra a nuestro alrededor, los sonidos de la naturaleza acompañan los pasos imponentes de Leo, caminaba con un paso firme y majestuoso. Leo nos mete lentamente dentro del agua fría del río.

-¡Ah! Tenía ganas de un baño. – Suspiro agradecida por el agua fresca limpiando mi cuerpo. Aprovecho hacer mis necesidades. – No puedo creer que ayer sucedió la unión. – Le comento a Leo llena de emoción por lo recién vivido.

Soy una gata en un mundo bestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora