CAPÍTULO 14: No entiendo a los hombres -_-

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MARATÓN 4/7

No sé cómo paso, pero a los minutos estoy contemplando una pelea entre Leo y Nigel. Por suerte, Nigel se está controlando para no hacerle daño a Leo y Leo es consciente de la superior fuerza que tiene Nigel, este hecho le cabrea y no quiere ser menos, es por eso que no deja de dar pelea. Suspiro.

- ¡Dejarlo ya! – Les grito a ambos, pero siguen enfrascados como si por medio de la pelea estén a la vez teniendo una conversación.

Hombres da igual la forma que tengan, solo ellos entenderán porque demonios hacen sus acciones. Cabreada porque ninguno de los dos me está haciendo caso y siguen a lo suyo. Miro a mi alrededor de que no haya nadie más, una vez confirmado, me transformo en mi forma bestia, la cual ha crecido junto conmigo. Salto en la cola de Nigel clavándole mis uñas en el proceso. En ese momento, siento como Nigel contiene un alarido de dolor. Al fijarse que estoy sobre su cola, se lanza hacia dentro del bosque, alejándose de mi zona conocida. ¿Qué? Esta no era mi idea. Observo como Leo intenta perseguirlo, sin embargo, Nigel es más rápido y se desliza por el bosque como si fuera su casa. A los pocos minutos ha hecho que Leo nos pierda el rumbo. ¿No tiene intención de aparearse conmigo, ¿verdad? Me ha dicho que esperaría a que yo estuviera lista, ¿no? ¿O lo he entiendo mal? ¡Papa! Grito dentro de mis pensamientos.

Nunca me he alejado tanto de mi manada y aunque con algo de miedo por lo desconocido y la incertidumbre de por qué la acción de Nigel, estoy emocionada por descubrir más del mundo que me rodea. Aslan nunca me ha dejado salir a no ser que sea los alrededores de la manada y después de mi primer periodo, se ha vuelto más sobreprotector. Resulta que me viene tres veces al año y me suele durar alrededor de veinte días la época de celo, en dicho tiempo no puedo transformarme en mi forma bestial y tan solo sangro en abundancia los últimos días. Comparado a lo que aquí lo común es una vez al año, es normal que conmigo piensen que tengo una alta fertilidad. Solo de pensar si hubiera venido como humana... seguro me utilizarían como máquina de hacer bebes. No obstante, junto con Harry y Aslan hemos mantenido mi condición en secreto.

Observo por donde me lleva, ya que ha reducido su velocidad puedo apreciar la vista de lo que me envuelve. Sigo en el bosque, pero siento que a la vez estoy en un entorno diferente, pues el aire que se respira es más denso. No sé cómo explicarlo, la vegetación también es diferente. Veo como entra dentro de una cueva y una vez detenido. Me suelto de él, observado los grandes agujeros que ha dejado mis garras.

- Lo siento, no era mi intención. – Le digo preocupada por su estado.

- Lo sé, tranquila. Se curará solo. – Me contesta.

- ¡No! Déjame buscar las plantas adecuadas y te trato. – Le digo, dispuesta a salir de la cueva.

- No. – Me interrumpe el interponiéndose en mi camino. – Es una zona peligrosa y no la conoces. – Me explica Nigel cuando observa mi ceño fruncido y mi rostro molesto al negarme hacer una acción.

- Está bien, al menos... ¿podrías traer agua para limpiar las heridas? – Le pregunto suspirando.

Tiene razón, no conozco está zona, ni siquiera sé dónde estoy, así que mucho menos sé los peligros que hay.

- Claro. – Contesta este con una sonrisa. – Ahora vuelvo, no salgas. – Me dice.

A los pocos minutos vuelve con dos garrafas de agua.

- ¿Cómo que tienes las garrafas? – Le pregunto sorprendida.

Es un invento que le enseñé a la manada para almacenar agua cuando descubrí una especie de fruta que era hueca por dentro y que al calentarla con el blaze se endurecía, convirtiéndola así es un recipiente ideal para transportar agua.

- Te vi como fabricabas algunas. – Me contesta este con una sonrisa socarrona.

- ¿Cuánto tiempo llevas observándome? – Le pregunto sorprendida.

- Des de tu primer celo. – Me contesta.

- ¿Eras tú el sonido de serpiente que escuché? – Pregunto asombrada.

Entonces fue él quien hizo que me sintiera insegura en ese momento porque no podía transformarme. Es por él que aprendí a defenderme también en mi forma humana.

- Seguramente. – Me contesta. - Me acerque descuidadamente porque estaba embriagado por un olor dulce y atrayente. – Me explica con un rostro serio, pero con una mirada que muestra su deseo por mí. Obviamente da a entender que ese olor provenía de mí. Trago saliva.

- ¿Dónde estamos? – Le pregunto intentando cambiar de tema. - ¿Por qué me has traído aquí? – Le pregunto sospechosa.

- Estamos al inicio de la entrada a la Metazona. – Me contesta. - ¿Tienes hambre? – Me pregunta ignorando totalmente mi segunda pregunta.

- No. – Le contesto a su pregunta. - ¿Vives aquí? ¿Está lejos de la manada de leones? – Le pregunto.

Observo como sonríe y se relaja, me enrosca con su cola para sentarme encima de ella. Yo me acomodo y me relajo, sintiéndome segura y en paz a su lado. Olvidándome por un momento que literalmente me ha secuestrado.

- Vivo aquí des de hace más o menos cinco años. – Contesta este feliz. Ese es el tiempo que ha pasado desde mi etapa de madurez. – Y para ti, sí, es lejos de tu manada.

- Vives cerca de la Metazona. ¿No tienes miedo? – Le pregunto curiosa. – Según me ha explicado mi padre las bestias se alejan de esta zona y solo viven bestias errantes. – Le explico lo que sé hasta ahora.

Observo como él sonríe mientras me mira con unos ojos que muestran el cariño hacia mí, esa mirada me hace sentir incomoda porque no sé cómo gestionarla.

- La zona norte, es la que más territorio abarca y es conocida como Metazona, también está dividida en diferentes territorios. – Me explica.

- ¡Oh! ¿Cuáles son? ¿Cómo sabes tanto? – Le pregunto totalmente curiosa e intrigada por aprender más.

- Es normal que otras bestias no conozcan, solo los que han vivido en la zona lo saben. – Me explica.

- ¿Has vivido en la Metazona? – Pregunto fascinada. - ¿Y cómo es? – Él se ríe por mi entusiasmo y pacientemente me explica lo que sabe.

- Dentro de la misma Metazona sí existe una zona donde nadie se acerca. – Lo miro atenta a su explicación. – Por un lado, es porque se respira un aura con mucho poder y sabes que te estas acercando a ese territorio porque cada vez esa aura se hace más intensa y por otro lado, es porque durante el camino te encuentras bestias en su forma animal petrificados.

- ¿Cómo puede ser? – Pregunto fascinada. ¡La leyenda que me explico Harry puede ser cierta! Pienso emocionada con la idea. – Entonces, ¿nadie conoce que hay en ese territorio?

- Que yo sepa nadie ha entrado en él y ha salido vivo para contarlo. – Me dice seriamente.

- ¿Qué más hay? – Le pregunto para que continúe con su explicación.

Hola, mis reinas :D

¿A vosotras también os ha pasado alguna ocasión en dónde veis la decisión o el acto de un miembro masculino de vuestro entorno y no entendéis el por qué de ello? 

Si queréis compartir alguna historia, estoy abierta a unas risas :')

Espero hayáis disfrutado la lectura :D

Nos vemos, mis reinas ;)

Soy una gata en un mundo bestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora