1.

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Liam observó el jardín lleno de niños con cautela. Algunos corrían y jugaban entre sí, otros entraban por una puerta a la escuela. Su nueva escuela.

Liam dejó de mirar afuera y dirigió su carita al hombre que estaba a un lado de él. Su papá.
Su papá se llamaba Max y siempre estaba hablando por teléfono. Su tía Victoria le había dicho que su papá metía a los malos a la cárcel y que siempre estaba ocupado.

Ocupado. Liam entendía que cuando su papá estaba ocupado, no podía acercarse a él. Tenía ir a jugar con sus carritos o ver televisión. Liam sabia que su papá estaba ocupado cuando hablaba por teléfono. Como en ese momento.

Pero en ese momento, no podía ir a jugar con sus carros o ver tele. Tenía que entrar por la puerta de su escuela pero tenía miedo de ir solo, aunque estuviera solo a unos cuantos pasos. Miró de nuevo a su papá, pero Max seguía hablando. Con timidez, le toco el brazo. Max volteó a ver a su hijo, que parecía esperar algo. Sin dejar de hablar, abrió los seguros de la puerta y la abrio. Hizo una seña a Liam para que bajara.

La carita de Liam se volvió roja. Sin embargo, no podía desobedecer, así que bajó del auto. Solo eran unos cuantos pasos a la puerta, había muchas personas allí, pero Liam quería que su papá lo acompañara.

Pero Max solo siguió hablando por teléfono. Liam se aferró a su pequeña mochila y avanzó un paso. Justo en ese momento, alguien se le acercó.

Era un adulto. El adulto le sonrió y lo primero que Liam vio fue que ese señor tenía unas manchitas en la nariz.

– Hola, tu eres Liam Verstappen , ¿verdad?

Liam asintió.

– Yo me llamó Sergio, voy a ser tu maestro. ¿Sabes lo que es un maestro?

La tía Victoria le había dicho que tendría una maestra que lo enseñaría a leer y escribir y que lo cuidaría en la escuela. Liam quería leer y escribir por que quería ser como su papá o como el abuelo Jos cuando creciera.

– Liam, ¿que te parece si entramos? Vamos a llegar tarde, ven. Dame la mano.

Liam no quería darle la mano. No podía confiar en extraños. Sin embargo, su padre, que había dejado el teléfono, habló detrás de él.

– Vamos Liam, ve con tu maestro. Vendré por ti más tarde.

Liam volteó a ver a su papá. Automáticamente, aferró su manita a la de Sergio. Sergio miró a Max, pero Max ya estaba arrancando su auto. Solo movió la cabeza con desaprobación y le sonrió a Liam.

– Vamos. Nos divertiremos mucho hoy.



– ¿Que haces aquí parado? Pato está preguntando por ti.

Sergio apartó la vista de la calle y miró a Carola. Carola también era maestra de preescolar como él y podía considerarla su amiga más cercana.

– Estoy esperando a alguien.

– ¿Algún padre de familia?

Por toda respuesta, Sergio señaló a una banca cerca de él. Allí, sentado mirando a la nada, estaba el pequeño Liam.

– ¿Quien es? Nunca había visto a este pequeño.

– Se llama Liam, su padre vino a dejarlo por la mañana, sin embargo quisiera hablar con él. He notado que es un niño muy tímido y no parece ser bueno socializando.

A Sergio se le rompió el corazón cuando vio al niño rubio jugando solo en el receso. Pero Liam no parecía triste al respecto, era más bien como si estuviera totalmente acostumbrado a ello. Afortunadamente, Pato, su propio hijo, se había acercado a él y había logrado que se integrara un poco al grupo.

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