24.

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Sergio se miró en el espejo.

Tenía los ojos hinchados, lo cual era normal por que justo acababa de despertar pero eso no era lo importante en ese momento.

Suspiró. ¿En serio se veía muy mayor?

Sabía que no era mayor, apenas iba iniciando la treintena, pero quizá si estaba un poco descuidado. Se pasó la mano por el rostro. Quizá debería afeitarse mejor. O cortarse el cabello, reflexionó mientras pasaba los dedos por su espeso cabello oscuro.

Se cubrió el rostro con las manos. Realmente quería no hacerle caso a las palabras de Lando, pero no podía evitarlo.

Volvió a mirarse en el espejo y se palmeó el rostro. No iba a enfocarse en eso. Hoy era el cumpleaños de Liam y aunque todos tenían que trabajar o ir a la escuela, tenía que ser un día especial.

Se duchó rápidamente y salió del baño. Cuando volvió a entrar a la habitación, Max estaba sentado con el pelo revuelto y los ojos casi cerrados. Sergio sonrió sin poder evitarlo.

Cuando Max lo miro, se levantó de la cama. Se acercó a Sergio y lo abrazó, besándolo emocionado. Sergio también quería abrazarlo, pero estaba completamente sujeto entre los brazos de Max. Cuando por fin se separaron después de un largo rato, Max lo rodeó de la cintura y le olfateó el cuello.

– Hueles muy bien.

La nariz de Max le hacía cosquillas y se rió. Entonces, Sergio escuchó la voz del otro:

– Estoy muy emocionado ¿sabes?

– ¿De verdad?

– Si – Max se acercó más a Sergio, si es que era posible – Es la primera vez que festejo el cumpleaños de Liam.

Sergio palmeó el rostro de Max.

– ¿Es en serio?

– Yo nunca he festejado mi cumpleaños o el de Liam. No es algo que me enorgullezca pero ambos estamos acostumbrados a que es un día normal.

Sergio sonrió por el rostro apenado de Max. Le acunó el rostro en las manos y lo besó.

– Bueno eso no volverá a pasar. Liam tendrá un buen cumpleaños hoy y tú también lo tendrás cuando sea tu día ¿Quieres ir a despertar a Liam?

Max asintió. Salieron del cuarto y lentamente entraron a la habitación de los niños, pensando que los encontrarían dormidos.

Lo que no esperaban era ver a Liam llorando silenciosamente, abrazado de Pato que tenía un rostro de completo desconcierto.



Momentos antes, Pato despertó antes que Liam. Por lo general ocurría al revés, ya que Liam estaba acostumbrado a despertar con alarmas y él estaba habituado a ser despertado por su papá.

Pato observó al otro niño, que aún dormía profundamente. Estaba cubierto casi completamente, solo con su cabello rubio asomándose por las cobijas. Pato se movió lentamente para bajar de la cama y camino de puntillas por la habitación, hasta llegar a su caja especial. Tomó algo del interior y se dirigió de nuevo hacia Liam. Con algo de rudeza innecesaria, lo sacudió.

– Liam – susurró

El niño soltó un quejido y se movió un poco. Pato volvió a sacudirlo y esta vez la cara adormilada de Liam se asomó por las cobijas. Pato extendió las mano hacia Liam y dijo en voz baja:

– Feliz cumpleaños

Liam, que aun no estaba completamente despierto, parpadeo un poco. Pato tenía los brazos extendidos hacia el. En sus manos había un objeto. Cuando miró bien, Liam vio que era un pato tejido.

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